Introducción
Estamos familiarizados con los conceptos de
‘geografia’, ‘geoestrategia’ y de ‘geopolitica’, pero la palabra ‘geoderecho’
fue una novedad que se introdujo en fecha reciente que obliga a establecer un
referente para comprender su significado. Al ser una palabra compuesta por el
sufijo ‘geo’ que refiere a la tierra y ‘derecho’ que en sí misma presenta una
complicación si la asociamos a los conceptos de ‘ley’ y ‘justicia, entonces
tenemos una intencionalidad o un abanico de intencionalidades que deben ser mostrados
para tener un referente sobre el cual se sustenta dicha complejidad.
La tierra nos refiere a algo sin patencia y sin
conciencia y un territorio es sinónimo de apropiación y de subjetivación a
partir de agenciamientos de deseos y de enunciación[1]. La ley nos coloca en el
plano del ordenamiento y del referente sobre el cual éste se hace como
expresión de un territorio y la justicia en el plano de lo ‘justo’ a partir de
la confluencia de las palabras razonabilidad, igualdad, equidad,
proporcionalidad, respeto a la legalidad y prohibición de la arbitrariedad que
expresan en sí misma las formas de subjetivacion. En conjunto el ordenamiento y
lo justo parecieran determinar la existencia efectiva de un territorio por
parte de quien lo territorializa. A su vez, el acto de territorializar obedece
a una intencionalidad que parte de la utilidad del espacio, su conocimiento y
su uso y desemboca en una estructura de control y/o dominación que expresan la
definición y posesión de un espacio dado y la naturaleza de la misma posesión.
Por lo que la definición del espacio y el alcance de la utilidad determinan
hasta dónde llega esa posesión.
La existencia de espacios poco usados,
exceptuando los protegidos porque la protección puede ser entendida como una
forma de uso, indican que la posesión no solo depende de la capacidad de
usarlo, también de la capacidad de control del mismo por lo que en algunos
casos va a prevalecer el ordenamiento y en otros la idea de lo justo. Es en
esta relación recíproca que se enmarca la palabra geo-derecho y su alcance.
Teniendo presente este marco de referencialidad vamos, en primer lugar,
examinar los conceptos del espacio liso y estriado, en segundo lugar, del
derecho antes de que éste fuese globalizado y, en tercer lugar, el nomos actual
y la estrategia que está subyacente.
El
espacio: liso y estriado
La conceptualización del espacio ha sido un
problema que se remonta a los tiempos de Aristóteles, pero cobró una nueva
importancia cuando Benedicto de Spinoza definió a éste a partir de la consideración
de que Dios, naturaleza y sustancia son la misma cosa, Gottfried Leibniz lo
definió como una estructura de relaciones y Immanuel Kant lo define en el plano
de la intuición pura como fuente del conocimiento y en el plano de la
naturaleza a partir de algo medible en tres dimensiones. Esta diferencia marcó
una dualidad que adquirió una mayor complejidad cuando en el siglo XX se
desarrolló la física de partículas.
El desarrollo de la física de partículas
planteó de nuevo el problema de la conceptualización del espacio y los
conceptos de espacio liso y espacio estriado fueron la propuesta que hicieron
Gilles Deleuze y Felix Guattari para dar cuenta de una nueva realidad que se
extiende de lo micro a lo macro cuya inteligibilidad es el aspecto que ha unido
a físicos y filósofos en el mundo de hoy por el reconocimiento del
desconocimiento de las cosas que nos rodean en un amplio sentido[2]. Para estos autores ambos
conceptos refieren a una geo-filosofía que es definida como el grado de
vecindad (física, psicológica o social) que conecta los componentes de un
concepto en un territorio, otorgándole un fundamento uniforme[3].
Un espacio estriado es aquel que puede ser
medido en cuatro dimensiones haciendo que las líneas se subordinen a un punto y
a partir de una secuencia de puntos ordenar un espacio. La ordenación es una
superposición de códigos que determinan una realidad que nos permiten hablar de
estratos y nos permiten hablar del origen de la palabra ‘stratego’ y
‘estrategia’. Un ‘stratego’ era en la Atenas antigua un estratificador de
espacio no metrificado o un espacio liso o un reterritorializador de un espacio[4]. El ‘estar’ en este caso
en función de la naturaleza del ordenamiento indican que lo que está es todo lo
que se haya fuera de lo medido y hace frente. El territorio es el espacio
estriado que es en sí el mundo entendido como un espacio objetivado.
En el planeta tierra todos los espacios
terrestres que contienen asentamientos humanos o Estados obedecen a este
concepto. De ahí que territorializar es ordenar un espacio, des territorializar
desordenarlo y re territorializar es ordenarlo a partir de un nuevo código.
El espacio liso por el contrario es no métrico,
no codificado, amorfo, informal, adimensional, acentrado, un lugar donde a
partir de un trayecto se pueden definir puntos. Es el espacio sin patencia y
sin conciencia, es decir, la tierra vista como una página en blanco. La
relación recíproca entre tierra y mundo, es decir entre tierra y territorio es
lo que le permitió a Heidegger expresar que el mundo es ‘terrestre’ y la tierra
‘mundana’[5]. En el medio de esta
relación está el ser-ahí entendido como acaecimiento y/o acontecimiento.
El desierto y el mar y especialmente el Alta
Mar son los ejemplos que nos dan Deleuze y Guattari de espacio liso. Fíjense
que hacemos mención al Alta Mar (podemos incluir aquí los fondos oceánicos)
como una manera de hacer una distinción de otros espacios como el Mar
Territorial y el espacio aéreo suprayacente porque esos son espacios
territorializados. De igual forma, creemos que la particularidad del espacio
liso está dada porque el hombre sólo puede estar y permanecer allí por
intermedio de una plataforma. La plataforma es entendida aquí como un
artificio. Desde esta perspectiva podemos hablar de espacios lisos o espacios
abstractos y aquí incluimos el Mar más allá de dónde existe una presencia
formalizada (Plataforma Continental, Zona Económica Exclusiva, Mar Territorial
y Zona Contigua), su espacio aéreo y ultraterrestre y el espacio
electromagnético. Como la posibilidad de estar depende de la plataforma podemos
decir que desde allí un hombre puede realizar sus funciones vitales.
Ahora esta conceptualización obedece a un
proceso histórico cuyo epicentro se ubica en el momento en que el hombre pensó
que podía extender su presencia a oriente y occidente. Veamos a continuación
este proceso.
El
geoderecho preglobal.
El proceso globalizador comenzó cuando los
gengiskanidas unieron por primera vez oriente con occidente en la masa
continental euroasiática. Los sistemas de referencia estuvieron constituidos
por ríos, montañas, desiertos o accidentes geográficos dentro de un proceso de
territorialización. Cuando los portugueses y castellanos comenzaron a pensar
que se podía unir la masa continental euro asiática a través de un espacio liso
se produjo una superación del estado de cosas existentes en las mismas
condiciones en que Deleuze y Guattari nos indicaron el proceso de abstracción
que creó las condiciones de posibilidad para que los atenienses detuvieran a
los medos en Salamina: las ciudades no son los muros sino los hombres que la
habitan. Esta máxima atribuida a Temístocles colocó a los griegos en una
plataforma en la producción entendida de manera material e inmaterial de la
misma manera en que portugueses y españoles y después neerlandeses, ingleses y
franceses iniciaron la carrera por las Indias.
El emprendimiento luso-español generó una
relación recíproca entre tierra y mar que hizo necesario el establecimiento de
un sistema de medidas. Ello nos permite entender la carrera para determinar el
meridiano 180º o la antípoda del centro de poder que nos permiten comprender
dichos centros: Roma (meridiano de Cabo Verde), meridiano de la isla de Hierro
(España), que indican la naturaleza de la guerra para implantar el principio de
libertad de los mares entre 1492 y 1648 y después para su implantación efectiva:
meridiano de Paris (Francia) y posteriormente Greenwich (UK). Este proceso
indica cómo se fundamentó la estructura de apropiación a escala global en
función de los niveles de conocimiento existente y cómo se estructuró el
espacio a partir del conocimiento existente. Ello nos permite señalar el rol de
las citadas líneas después de que institucionalizó el meridiano ‘0’ en
Greenwich en tanto que eje de referencias para el establecimiento del nuevo
nomos de la tierra desde una perspectiva global. El meridiano de Greenwich
aseguró la existencia de un tiempo de producción que operaba a escala global y
de las ganancias diferenciales que desde ella se generaban. El meridiano de
Cabo Verde, o mejor dicho el meridiano de Tordesillas, serviría para determinar
hasta dónde se aplicaba el derecho de gentes o el derecho internacional público
europeo. Más allá de esa línea se aplicaba el derecho privado para las
potencias emprendedoras. Esta línea que se denominaría línea de amistad según
Carl Schmitt se mantuvo en ese estatus hasta la Segunda Guerra Mundial desde el
mismo momento que la línea de neutralidad establecida por los países de América
en sus diversas actualizaciones llegó a coincidir con la línea de Tordesillas
marcando el límite geográfico del derecho ‘americano’[6]. Cuál es la importancia de
lo afirmado precedente. La unificación de un tiempo especializado realmente ha
sido el medio que ha permitido la globalización. La unificación del tiempo
desde una perspectiva global ha unificado la producción y ha promovido la
determinación de la división internacional del trabajo en el contexto dado por
la revolución industrial.
Este proceso histórico se aceleró con el
desarrollo de la aeronáutica. La aeronáutica produjo una aceleración del tiempo
y una compresión del espacio en el universo estratificado en que hemos estado
hablando. Si bien es cierto la importancia de Giulio Dohuet en cuanto a los
bombardeos estratégicos y de Andrés Seversky en cuanto al cambio del eje de las
intensidades geopolíticas en el globo al polo norte. Nos queremos referir en
este caso al proyecto de empleo de los misiles V-2 y sus aplicaciones navales y
aeroespaciales por el origen común en tanto que plataforma que permite la
operación en los espacios lisos. La posibilidad de empleo de los descendentes
de los V-2 abrieron las posibilidades de utilización del espacio en otros
planos, sin embargo, la revolución industrial iniciada con las tecnologías de
información y comunicación produjeron un cambio de circunstancias que veremos a
continuación.
El nomos
actual y la estrategia que está subyacente
El cambio de circunstancias que produjo la
aceleración del tiempo y la compresión del espacio gracias al advenimiento de
la posibilidad de hacer presencia en el espacio ultraterrestre y la revolución
de la información crearon las condiciones de posibilidad de producir una cambio
de nomos de la tierra. Este cambio se produjo gracias a que la reducción del
tiempo permitió extenderse en el espacio hasta lo que se conoce como órbitas de
los satélites artificiales. Pero éste cambio comenzó a plantear de nuevo el
problema de los espacios lisos debido a las dificultades para medir los
espacios a los que el hombre estaba teniendo acceso. Aquí entra de nuevo lo
indicado en relación a la física clásica y la física de partículas.
La física clásica, gracias a la teoría de
campos ha permitido el desarrollo de los sistemas satelitales, el viaje a la
luna y la exploración de Marte, pero estos avances han sido producidos en las
mismas condiciones en que los bandeirantes y adelantados portugueses y
españoles hicieron posible el conocimiento del globo, es decir, entrando en un
cuarto oscuro y reconocer allí las cosas que allí se ubican tal como nos los
indicó Kant en Cómo Orientarse en el
pensamiento.
Este nuevo nomos en cierta medida ha sido
aceptado como sistema de referencia que posibilita el ordenamiento, pero si
consideramos que éste ordenamiento ha sido histórico podemos entender que nos
encontramos frente a un punto de fricción por la relación recíproca entre esa
forma de ‘ordenar’ y la historia que nos remite a la idea de lo ‘justo’ si se
considera también quienes pueden o no ‘estar’ en ese espacio. La diferencia
entre quienes pueden estar o no ha producido una carrera por las nuevas
posibilidades de re-territorializar el espacio y otro punto de fricción entre
los que pueden o no ordenar los mismos.
Así pues la realidad actual está determinada
por la carrera en el espacio ultraterrestre siguiendo al efecto los preceptos
de la física clásica en un contexto determinado por el proceso de desarrollo de
una nueva física que podría crear las condiciones de posibilidad de producir
una unidad del conocimiento y del espacio. Sin embargo, esta carrera se ha
estado produciendo cuando en el planeta tierra, desde una perspectiva geográfica,
todavía existen espacios lisos como el Alta Mar y los fondos oceánicos y la
antártica y desde una perspectiva trascendental se está buscando establecer una
métrica a la condición humana. Lo primero nos ha llevado de nuevo a conocer el
espacio liso acuático, es decir, los fondos oceánicos y lo segundo nos ha
llevado a valorar el papel del espacio electromagnético y de lo que se ha dado
en denominar ciberespacio como métricas que posibilitan desocultar lo divino
qué hay en el hombre que debe ser mantenido oculto y ha permitido que la
humanidad haya llegado a este estadio civilizatorio.
Cómo se puede observar, en términos espaciales,
la humanidad sigue tres ejes de avance que tienen que ver con los espacios
lisos o abstractos[7],
es decir, el Mar, el espacio ultraterrestre y el espacio electromagnético. Si
bien es cierto que el espacio electromagnético es el camino más expedito para
acceder a las fuentes del conocimiento en términos intuitivos y trascendentales
lo real es que estos procesos están configurando otra forma de humanidad o de
transhumanidad. Sabemos que los efectos de este avance están diferenciados en
la humanidad misma y estas diferencias están sujetas al grado de relación que
tienen las comunidades con esos espacios lisos o abstractos, por lo que a menor
relación mayor dependencia funcional. Qué significa esta dependencia. Que el
geoderecho en estas comunidades dependientes pasa a ser expresión de una
axiomática en la que pasan conscientemente o inconscientemente a estar
sometidos a una estructura de control que también ha sido histórica.
Por otra parte, a mayor relación con los
espacios abstractos mayor capacidad de autorreferenciación, es decir, mayor
capacidad de ordenamiento y de justificación. Hacia allí debería estar dirigida
la orientación estratégica de una comunidad política en términos de geo-derecho
a partir de una geo-filosofía que permita la construcción de nuevos conceptos
considerando las nuevas maneras de comprender la relación de la tierra y el
mundo en el plano físico y metafísico.
Corolario
De acuerdo con lo desarrollado podemos decir
que el nomos de la tierra fue originalmente terrestre, con el advenimiento de
la era marítima este nomos se fundamentó en la relación recíproca entre tierra
y mar produciéndose una alteración con el desarrollo de la aviación y,
finalmente, con la exploración del espacio ultraterrestre el nomos de la tierra
ha pasado a ser la resultante de la relación tierra, mar y espacio
ultraterrestre. En este proceso, la concepción del geo-derecho ha sufrido
cambios de naturaleza esencial que están relacionados con la subjetividad que
está subyacente al ordenamiento, por lo que la conciencia que lo soporta
pareciera haberse convertido en objeto de ordenamiento pudiendo pensarse en la
unidad del espacio en términos en términos metafísicos
Por otra parte, la diferenciación en cuanto a
los accesos a los espacios abstractos si bien indican el grado de desarrollo de
una comunidad política, este grado de desarrollo indica también la capacidad
para autorreferenciar su espacio. En este sentido, es una paradoja que aquellos
que se fundamentan en la costumbre y la historia como forma de establecer lo
justo y lo recto quieran imponer una estructura aséptica y abstracta basada en
un nuevo nomos al resto del mundo para justificar hasta dónde llega el derecho
sobre un espacio dado.
[1] HEIDEGGER, M. (2003). Aportes de
la filosofía: acerca del evento. Buenos Aires (T. D. Picotti). Biblia:
Biblioteca Internacional Heidegger. 415 p y ROSALES, A. (2008). “Heidegger y la
Pregunta por el Ser”. Mérida, Revista
Filosofía Nº 19. Universidad de Los Andes. Pp 43-79.
[2] DELEUZE, G y GUATTARI, F. (2008). Mil Mesetas. Capitalismo y Esquizofrenia.
8º éd. Valencia. (T. J. Vásquez y U. Larraceleta). Editorial Pre-Textos. 522 p.
[3] DELEUZE, G y GUATTARI, F.
(1991/2005). Qu’est-ce que la
Philosophie? París. Editorial Minuit. 206 p. Edición portuguesa (2009). O que é a Filosofia? Sao Paulo. (T. B. Prado
y A. Alonso). Editora 34. 279 p
[4] BLANCO, E. (2016). Ontología de la guerra. Crítica al concepto
de guerra y resistencia en la obras de Hardt y Negri. Caracas. Editorial
Rivero-Blanco. 476 p.
[5] Op. Cit.
[6] SCHMITT, C. (2005). El Nomos de la Tierra en el Derecho de
Gentes del "Jus publicum europaeum". Buenos Aires. (T. D. Schilling). Editorial Struhart. 375 p.
[7] BLANCO, E. (2010). Espacio-tiempo y la Guerra. Ensayos sobre
política y Estrategia Marítima. Caracas. Editorial Panapo. 225 P
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