El
contexto de incertidumbre que vive la humanidad por las circunstancias
transicionales que apuntan al establecimiento de un nuevo orden global sin
conocerse a ciencia cierta su naturaleza la posibilidad de que los sistemas de dirección
y planificación estratégica puedan otear más allá del horizonte se dificulta
por la deriva paradigmática que han seguido en términos epistémicos para
correlacionar intereses (querencias racionalizadas), objetivos, medios y fines.
Esta
deriva epistémica a pesar de considerar la contingencia y el cambio, es decir,
la dinamicidad de la realidad o la procesualidad de la realidad,
estructuralmente mantiene paradigmáticamente una lógica científica clásica que sigue
partiendo de una espacialidad que considera el tiempo también de manera espacializada
sin tener presente que en el nivel más profundo de la realidad esta está
constituida por un flujo de ocasiones reales o eventos individuales de devenir
que debe partir de la consideración del espacio y el tiempo de manera
procesual, es decir, desde una filosofía del proceso que se sustente en la existencia
de redes de relaciones con un horizonte de futuro completamente abierto y no una
visión de contenedor del espacio y el tiempo, donde el espacio es un contenedor
de objetos y el tiempo espacializado un contenedor de eventos[1]. De este hecho debemos
decir tres cosas: primero, sobre los paradigmas ya Thomas Kuhn nos ha dicho de
manera explícita el impacto de estos cuando se empiezan a conocer nuevos
fenómenos que pueden ser analizados científicamente[2]: La física moderna, o sea,
la física cuántica es un desarrollo que puede servir de ejemplo de este cambio
paradigmático. Segundo, ya Giorgio Agamben nos ha planteado el problema del
anclaje ontológico para la comprensión del ‘ser’ como “un campo de tensiones
esencialmente históricas”[3]: la consideración del principio
de autoridad (arché) como un dato científico y sus consecuencias en todo lo
relativo a una ciencia de dirección es un ejemplo de ello. Y tercero, Roland
Omnès[4] nos ha planteado la
posibilidad de que en un futuro se pueda a través de la física de partículas y
su correlato, la función de ondas, tener un conocimiento del todo y las partes
como un Uno y Todo lo cual podría tener importantes consecuencias en la
aplicación del principio de autoridad porque lo podría trasladar a una esfera global
donde las organizaciones y los individuos que la conforman serían severamente
afectados porque reduciría su libre albedrio y su capacidad para determinar su
propia realidad. Desde esta perspectiva entendemos a las organizaciones como un
nexus de entidades actuales que se mantienen en una relación recíproca a lo
largo del tiempo. Estos nexus están compuestos a su vez por ocasiones
individuales que tienen una realidad subsidiaria.
Partiendo
de estas consideraciones y de que hemos asumido, siguiendo el lenguaje de
Xavier Zubiri[5],
la realidad a partir de su dinamicidad o procesualidad consideramos que estas
tensiones históricas y la necesidad de repensar las teorías existentes en lo
concerniente a la dirección estratégica a la luz de una filosofía del proceso
que considera que ‘Todo fluye’, es decir, la contingencia, el cambio y la
permanencia de organizaciones entendidas como entidades actuales que se
actualizan y reactualizan en una suerte de autoorganización permanente[6], nos permite pensar en un
enfoque metodológico para la dirección estratégica a partir de la procesualidad.
Este enfoque innovativo parte de la consideración de una filosofía del proceso
que la estamos entendiendo, en este sentido, como “una secuencia estructurada
secuencialmente de fases sucesivas que en sí misma son tipos de eventos u
ocurrencias (en el caso de un proceso abstracto) o realizaciones definidas de
tales tipos (en el caso de un proceso concreto)” en un contexto de alta
dinamicidad de la realidad siguiendo el criterio de Uno y Todo[7].
La
filosofía del organismo o del proceso considera la realidad de forma histórica,
dinámica y aproximativa a partir de una generalidad, una coherencia y una
consistencia basadas en una estructura de relaciones actuales y procesuales que
observa el futuro como abierto en términos de creatividad, innovación y novedad
que obliga a entender esta realidad en términos de probabilidad y definición
teniendo, a su vez, a la experiencia como paradigma para comprender, a través
de análisis coordinados y genéticos, el ser y el llegar a ser para actuar
efectivamente en tanto que ser-en-el-mundo y para ello creemos que aplicando al
efecto la abducción, como herramienta para la innovación, la creatividad y la
novedad, debido a que con esta episteme podemos no sólo entender la tecnología
como medio y no como un fin en sí, sino también para revertir el proceso de
conversión de los seres humanos en medios de una estructura de intereses y
hacerlos capaces de producir su propia realidad.
Teniendo
presente lo antes expresado, desde esta perspectiva procesual, vamos a explicar
cómo una entidad actual que aquí puede ser entendida como un individuo o una
organización puede actuar efectivamente en un futuro auto establecido, siguiendo
la siguiente secuencia: en primer lugar, el principio de autoridad ‘Arché’ que
da sentido a actuar de una manera determinada, en segundo lugar, la excepcionalidad
y marco normativo y su dinamicidad, en tercer lugar, examinaremos las consideraciones
metódicas donde analizaremos cómo se abordó la dinamicidad de la realidad y la
prospectiva estratégica, el diagnostico organizacional y la abducción desde una
perspectiva innovativa, en cuarto lugar, vamos a describir qué tipo de
orientaciones se derivan de un direccionamiento realizado, en quinto lugar,
indicaremos el alcance del dispositivo de control de ejecución visto como libertad
de maniobra, en sexto lugar, examinaremos la correlación medio-fines:
estructura y procesos y, finalmente haremos, como corolario, unas reflexiones
finales.
1.- El principio de autoridad ‘Arché’ que dio
sentido a la directiva estratégica.
El carácter de fluencia de la realidad, es
decir, su dinamicidad estructural implica que hagamos un abordaje epistémico
basado en un nuevo logos que nos permita establecer nuevos marcos de
racionalidad teniendo como foco varios aspectos: la historicidad de los planes
y su relación contextual, el plan rector de la instancia superior (o el timos
que empuja a actuar de una manera determinada) que obliga a responder
estratégicamente en términos de operacionalización para su aplicación en un
ámbito y un contexto específico y las particularidades específicas de la
entidad actual, es decir, la reestructuración para adecuarse a las nuevas
circunstancias. El abordaje procesual permite la consideración del plan rector,
en un escalafón superior, como sentido último de una entidad actual teniendo
presente aspectos cualitativos determinados por el contexto y cuantitativos
determinados por la necesidad de medir la capacidad de respuesta de esta
entidad actual en términos de adaptación a las nuevas realidades del entorno.
Este logos permite el abordaje de la realidad
como proceso por doble vía: estableciendo categorías generales fundamentadas en
el criterio de la modalidad y la interrelación y la consideración de que cada
entidad actual es un agregado de entidades actuales que en sí conforman un
nexus de relaciones en los siguientes términos: en primer lugar, inmanencia y
trascendencia es decir, el todo está en cada una de las partes y el todo y las
partes concrecen gracias a la innovación, la creación y la novedad[8], en segundo lugar, unidad
y complejidad, esto es la red de relaciones que puede ser observada como un Uno
y como una red en sí misma de entidades actuales que actúan y afectan a los
otros miembros de la red, en tercer lugar, inmutabilidad y mutabilidad, desde
la perspectiva del Uno que hace que todo se observe como actual y existente y
desde la perspectiva del Todo como partes que mutan dentro de un contexto de
innovación, creación y novedad y, en cuarto lugar, eternidad y actuidad en el
sentido de que la relación entendida como Uno y Todo permanece y actúa
actualizándose permanentemente. Este es el principio de autoridad que inspira un
direccionamiento estratégico y puede entenderse como la entidad primordial y
superior y marco normativo que genera este movimiento.
2.-
La excepcionalidad y el marco normativo.
El marco normativo que rige el uso y el
ejercicio de la arché es el plano de referencia a través del cual se ha
actualiza una entidad actual dentro de un contexto dado, pero más allá de la
dinamicidad de la realidad y las circunstancias excepcionales que genera que en
sí mismo nos indica un contexto dado por el halo de incertidumbre existen otros
contextos normativos cuyos movimientos se desenvuelven en diferentes
velocidades, es decir, la estructura del Todo o mejor dicho de la comunidad
internacional en su fase transitiva y la estructura que regula el actuar en un espacio
liso. La primera nos afecta en términos políticos y geográficos, la segunda,
por su parte, nos regula y nos exige comportamientos determinados en sentido
geofilosóficos. Pero a pesar de su movimiento, contextualmente nos genera una
referencialidad que tiende a ser estable.
Este contexto de excepcionalidad en diferentes
niveles de actualidad ha determinado que la plataforma normativa existente en términos
jurídicos y tradicionales haya entrado en tensión por el hecho de que muchas
normas han sido suspendidas y otras han quedado obsoletas por la fluencia de la
realidad planteándose la necesidad de su actualización cuando se estabilice la
situación. Con todo ello hemos querido enfatizar que el marco normativo a pesar
de las circunstancias le da sentido a la dirección estratégica y le da sustento
para actuar con una importante libertad de maniobra en términos referenciales.
3.-
Las consideraciones metódicas.
Con respecto a la metodología empleada ya hemos
indicado la arché sobre el cual se sustenta un direccionamiento estratégico
y por tal motivo, para indicar el por qué debíamos deducir un objetivo general
que sirviese de plataforma conceptual para podernos ‘mover’ desde una
perspectiva metafísica considerando la relación de la temporalidad de la
totalidad y el tiempo local de una particularidad dentro de un espacio campal con
las categorías de la relación y la modalidad de modo que se pudiera pensar la
fluencia en términos que nos pudiera colocar en una posición de pensar procesual
y prospectivamente considerando el ser y el llegar a ser dentro de un horizonte
abierto y nos permitiera, a su vez, determinar las formas de correlación (prehensión) de la respectividad de lo
real de una entidad actual en su entorno interno con la fluencia de un mundo en
constante cambio (entorno externo) con la finalidad de construir una propia
realidad que favorezca la autoorganización. Para tal fin consideramos un campo de
inmanencia de ser en términos organizacionales e individuales. Teniendo esto
presente vamos a describir sucintamente la prospección desde la perspectiva de
su realización, luego examinaremos cómo se hace el análisis del entorno interno
y finalmente analizaremos la abducción como proceso.
3.1.-
La dinamicidad de la realidad y la prospectiva estratégica
El análisis del entorno externo partió del
establecimiento de categorías que la consideramos desde una perspectiva
estructural dinámica en un espacio y tiempo determinado. Estas categorías o
variables fueron establecidas histórica y metafísicamente modificando
fundamentalmente la metodología clásica acerca de la prospectiva y estrategia[9]. Históricamente al valorar
el grado de consistencia de las variables usadas en la construcción de escenarios
desde el año 1997 y filosóficamente siguiendo dos líneas de acción: por una
parte, determinando situaciones acontecimentales que puedan ser observadas
consistentemente como hechos portadores de futuro y, por la otra, mediante el
establecimiento de escenarios secuenciales que permitan observar los objetos y
los eventos como redes de relaciones que se producen en diferentes escalas y en
contextos diferentes. Con ello dejamos claro que el ‘Todo fluye’ posee una
estructura cuyo logos es expresión de una metafísica anclada a lo real de las
cosas que suceden.
Teniendo esto presente asumimos que las
circunstancias excepcionales deben indicar hasta qué punto lo ‘amenazante’ o ‘beneficioso’
de la realidad se ha desplegado efectivamente y cómo afecta la libertad de
maniobra de una entidad actual. De ahí se sigue que, aunque las restricciones
que se puedan haber impuesto se mantengan en cada uno de los escenarios
desarrollados, en unos casos más severos que otros, en realidad estas
restricciones deben ser vistas como fuente de oportunidades a pesar de un
potencial daño a padecer debido al hecho de estar, es decir, ser-en-acto a
pesar de las circunstancias.
3.2.-
El diagnostico estructural en una entidad actual
En un entorno turbulento las fortalezas y/o
vulnerabilidades en una entidad actual pasan a ser relativas. Todo va a
depender del contexto en que esta se desenvuelve dentro de una perspectiva
panorámica o podemos decir también topológica teniendo como referente al marco normativo
que regula sus acciones. Teniendo presente lo antes indicado los aspectos que
hemos tenido en cuenta han sido dos: en primer lugar, la relación con las cosas
reales que cambian y permanecen en diferentes niveles de realidad y cómo se
produce la concrescencia en términos de autoconstitución y, en segundo lugar,
la constitución de la entidad actual y cómo esta contribuye a dicha relación.
La constitución de la entidad actual la entendemos en cómo su estructura beneficia
o no el perseverar en la propia existencia. Así pues, la técnica basada en el Focus
Group, es decir, una técnica basada en el estudio de opiniones o actitudes que
se realizan desde diversos ángulos de análisis (sentido, potencia para la
acción y voluntad entendida en una relación recíproca con el entendimiento), ayuda
a identificar de una manera constructiva el desbalance existente entre realidad
y la constitución de una entidad actual. Este desbalance está relacionado, por
una parte, con los efectos de las restricciones que pudiera producir ‘lo
amenazante’ o ‘beneficioso’ y las medidas de contingencia que se instrumenten o
puedan instrumentarse y, por la otra, con las características del sentido de
concrescencia adoptado que, en diferentes casos, pudiera haber sido orientado a
provocar una escisión de manera fortuita o deliberada entre lo que
efectivamente sucede o sucedía y lo que se percibía y comprendía de esos
acaecimientos. Este es el contexto de la entidad actual que nos interesa desde
la perspectiva de un direccionamiento estratégico.
El contexto de la realidad para nosotros es
fundamental debido a que este afecta a una entidad actual de diversas maneras en
función de la relación recíproca que mantiene cada una de sus partes con el
entorno. Esta diferencia en las formas de afectación indica el grado de
desalineación de una entidad actual con respecto a su fin en el sentido que
estas afectaciones producen respuestas diferentes dentro de la estructura que
no está articulada con la razón de ser de una entidad actual en sí en términos de
duración y el ordenamiento establecido o impuesto. Es decir, el nivel superior
de direccionamiento y de apoyo de una entidad actual puede estar afectada por
el contexto, el nivel sustantivo puede estar afectado por el contexto y por el
contexto de su propósito entitativo y el nivel operativo está afectado por la
sustantividad de la organización y el contexto. La asimetría (es decir, la
inmunidad a un posible cambio) y/o simetría que se produce por estas afectaciones
deben ser analizadas para determinar el significado de cada contexto para
evitar una simplicidad del pensamiento basado en el criterio de dualidad. Dicho
de otra manera, las asimetrías encontradas deben decir cómo está la entidad
actual en términos estructurales a partir de la única dualidad asumida basada
en lo que entendemos como permanencia y cambio. Esta orientación metodológica permite
abducir lo necesario para corregir estratégicamente las asimetrías existentes
entre la organización vista como una entidad actual y la realidad.
3.3.-
Abducción
Hemos considerado a la abducción como el aporte
innovativo para correlacionar ser y realidad en términos respectivos en un
entorno signado por la innovación, la ciencia y la tecnología. Según Charles S.
Peirce, la abducción es el proceso por medio del cual se puede hacer una
hipótesis explicativa, de la misma forma que en una deducción o inducción, introduciendo
al efecto una nueva idea o un nuevo conocimiento en términos inferenciales y
universales, desde una nueva perspectiva que permite la innovación, la creatividad
y la novedad[10].
La ventaja de la abducción vista como método radica en que permite corregir y
perfeccionar sobre la base de las semejanzas y las diferencias en un entorno
cambiante.
Así pues, el análisis
del entorno externo parte de la deducción y el análisis del entorno interno
parte, de forma inductiva, del examen de la salud organizacional para
determinar abductivamente qué aspectos entitativos se interrelacionan con la
dinamicidad de la realidad en todos sus niveles contextuales (semejanzas) y qué
aspectos no (diferencias). La abducción, en este sentido, permite inferir
aquellos vacíos estructurales de una entidad actual en relación con la realidad
de sus funciones específicas permitiendo producir una actualización y/o
reactualización en función de la fluencia de la realidad, es decir, las
oportunidades que están emergiendo para perseverar en nuestra propia existencia
en mejores condiciones. El arché, en este contexto, sirvió como hipótesis
general para la abducción de acuerdo con una imagen de futuro enmarcada en lo
que se consideró como deseado, es decir, el aumento de la potencia para
perseverar en nuestra propia existencia.
Así pues, con este método se buscó producir una
analogía entre la estructura deseada y la realidad que esperamos con la
finalidad de producir una mutua dependencia de modo tal que esta se extiende a
la entidad actual vista como un nexus de prehensiones entendido como una
totalidad que dure de manera efectiva.
4.-
Los objetivos estratégicos derivados del direccionamiento
El alineamiento del objetivo estratégico
general con las inferencias producidas abductivamente permiten valorar el grado
de consistencia del ‘en sí’ y ‘para sí’ de una entidad actual y su posterior
reactualización de acuerdo con el estado de cosas y estados de idea existente.
Las concordancias y discrepancias encontradas en el análisis deben sufrir un nuevo
proceso de autoajuste en la fase correspondiente a la determinación del proyecto
de existencia que se decida seguir. Esta fase que es inductiva debe recurrir a
la intuición como medio para direccionar las intenciones y las intensiones
(intensidades) de una entidad actual, es decir, el análisis indica cómo se
producen las conexiones que permiten pasar de intuiciones a situaciones problemáticas
para al final de cuentas establecer soluciones y funcionar en términos
estratégicos. Esto nos lleva, finalmente, a la determinación de los objetivos
estratégicos y consecuentemente a las acciones estratégicas.
Esta fase es la más crucial en la elaboración
de un direccionamiento debido a que se debe, como hemos dicho, interrelacionar la
deducción y la inducción en función de cómo es afectada una entidad actual en
términos de intencionalidades e intensionalidades en fases sucesivas. Creemos que,
con la alineación estratégica, el esfuerzo en investigación y desarrollo y el
desarrollo de potencialidades para ser, desde una macroperspectiva estratégica son
suficientes para aumentar la potencia para perseverar en la propia existencia. Al
ser el aumento de la potencia la palabra clave para aumentar la capacidad de ser
de una entidad actual, vamos a examinar ahora cómo se entiende el dispositivo
de control de la ejecución de un direccionamiento estratégico que hemos desarrollado.
5.-
El alcance del dispositivo de control de ejecución de un direccionamiento estratégico
Si bien es cierto que todo indicador en general
se basa en una métrica en el más puro sentido cartesiano, la fluencia de la
realidad, como la hemos abordado nos coloca en un plano no-paramétrico que
supone en sí una dificultad para medir, por una parte, contextos de
cumplimiento de los objetivos estratégicos determinados y, por la otra,
conceptos como aumento de la potencia para perseverar en la propia existencia y
seguridad dentro de una perspectiva metafísica amplia. Si bien nos hemos
referido al ‘contexto’ de la realidad que nos afecta sobre él volveremos en el
próximo parágrafo. Aquí analizaremos el concepto de aumento de la potencia para
perseverar en la propia existencia y su relación con la seguridad para explicar
cómo se debe establecer el indicador macro de un direccionamiento estratégico.
El
concepto de potencia lo entendemos aquí desde una perspectiva spinoziana, es
decir, desde el derecho natural para que un ser persevere en su propia
existencia[11].
La potencia de un Ser, en este
contexto, es su capacidad de afectar y ser afectado, por lo que cualquier acto
que regule, limite o menoscabe la capacidad de ser afectado o de afectar puede
generar acontecimientos que pueden producir ideas inadecuadas, pasiones o ideas
adecuadas, cuya respuesta entendida como luchar o alejarse, puede significar la
existencia de una situación antagónica o estado de inseguridad que debe ser
superado. Desde el punto de vista fenomenológico
cualquier impedimento deliberado para menoscabar la potencia de una entidad
actual para perseverar en su propia existencia puede ser causa de miedo o de
actuar bajo un criterio de cálculo de riesgo que vamos a denominar ‘temor’.
La
seguridad y el incremento de la potencia vista como ‘desarrollo’ son los
elementos claves que nos permiten expresarnos en términos de direccionamiento
estratégico. Como en este caso estamos entendiendo el aumento de la potencia como efecto de una relación compositiva que expresa un
orden de la naturaleza determinado por las pasiones (Eth., 1252), y se
materializa en la capacidad de afectar y ser afectado. Este orden puede generar,
en primer lugar, una capacidad homeostática frente al entorno cuya duración
puede ser finita o tender al infinito, en segundo lugar, una nueva relación que
tiende al infinito y aumenta la potencia de actuar y, en tercer lugar, cuando
se produce un encuentro con otro ente cuya relación no genera composición puede
producir sentimientos de inseguridad que pueden disminuir la potencia de
actuar.
Este
concepto de seguridad presupone un estar, es decir, un ‘estar seguro’ indica
que el ‘estar’ se refiere a un espacio de ser que debe estar libre de carencias
y amenazas y, como dijimos, es un proceso proyectivo que no tiene límites. Llenar
la carencia en el ‘estar’ cuando sea el caso y hacer extensiva la presencia en
este ‘estar’ constituye el futuro deseado de un direccionamiento estratégico.
Esto considerado de manera procesual expresa un ciclo ininterrumpido, es decir,
el desarrollo.
La
forma como se puede medir este proceso de aumento y/o disminución de la
potencia para perseverar en la propia existencia es a través de la
consideración de tres indicadores a saber: duración, libertad de maniobra e
incremento de las condiciones de ser en mejores condiciones. Como se puede observar
estos baremos se refieren a la capacidad de producir y reproducir sus medios
para la existencia.
Lo
innovador de esta propuesta es que el enfoque es investigativo y experimental.
Investigativo debido a que se operacionaliza en un plano ejecutivo y,
experimental debido al establecimiento de un sistema de referencia que
epistémicamente va a permitir aguas abajo adecuarse a la dinamicidad de la
realidad.
6.-
La correlación medio-fines: estructura y procesos
La
estructura de una entidad actual y sus procesos representan el cómo de un
direccionamiento estratégico. El ‘cómo’ es en sí el acto de adecuación de
medios a los objetivos estratégicos establecidos desde una perspectiva
procesual, pero en nuestro caso, evitando tratar dichos procesos de forma
binaria, a pesar de que estos poseen tanto un elemento temporal y un elemento
de extensión que posibilitan su medición. El proceso, en este sentido, lo
observamos como una noción más fundamental que el tiempo (es decir, el tiempo entendido
como la forma de medir el proceso) y que la extensión (es decir, la extensión
es una noción más fundamental que el espacio entendido como nuestro lenguaje
para hablar y medir la extensión)[12].
Así
pues, los procesos los entendemos, en nuestro caso, que están ubicados en
diferentes niveles de realidad y por tanto hay que considerarlos en términos
métricos y no métricos, es decir, desde la forma de los números basada en el
establecimiento de medidas de cumplimiento (entradas y salidas de una secuencia
establecida) en todos los niveles de la estructura de una entidad actual y desde
la forma del contexto que se basa en la consideración de indeterminaciones que
en muchos casos producen referencias a terceros e introduce un elemento de
potencialidad que en nuestro caso está dada por la forma en que se pueden mover
los escenarios observados de una manera prospectiva en relación con el
movimiento de la estructura de la realidad.
Estas
dos maneras de observar la estructura y los procesos para la adecuación a un
fluir de la realidad introducen una nueva lógica que se sustenta en cómo se
produce el cuidado de sí mismo o el curarse a sí mismo. La cura
de sí es lo que permite, en función de un contexto dado, que una entidad actual
actúe en función de un contexto determinado. Desde esta perspectiva, este
diseño estructural considera en los procesos la dinamicidad de la realidad
desde una lectura que observa la ubicuidad del contexto en los diversos niveles
de la estructura de una entidad actual que nos indica, por una parte, que todo
está en alguna relación con todo lo demás y, por la otra, que permite la adecuación
y la autoorganización lográndose con ello adaptabilidad a un entorno cambiante
de modo que, en este proceso de adaptación, se cumplan los objetivos que se
hayan establecido como direccionamiento estratégico.
7.-
Corolario.
Todo fluye. Esta fluencia no presupone la existencia
de un destino determinado. La fluencia en sí misma es un estado de cosas y un
estado de ideas que no sólo nos indica un modo de ser sino también un estar con
respecto a algo desde una perspectiva temporal que se presenta como abierta y
llena de potencialidades. Estos estados
de cosas y estados de ideas
expresan, a su vez, la actualidad de una entidad actual que no es más que un nexus de entidades que concrecen permanentemente articulada en
un todo orgánico que dura en tanto y en cuanto la duración es la expresión de
eternidad de una entidad finita.
[1] Sobre el flujo de ocasiones reales
y eventos individuales ver: Clayton, Philip e Eastman, Timothy en Eastman,
Timothy y Keeton, Hank (ed.). (2003). Physics and Whitehead. Quantum,
Process, and Experience. New York. State University of New York Press.
[2] Kuhn, T.S. (2004). La
Estructura de las Revoluciones Científicas. México/Buenos Aires. (T. A.
Contin). FCE. 318 p
[3] Agamben, G. (2008). Signatura
Rerum. Sobre el Método. Buenos Aires. (T.F. Costa y M. Ruvituso). Editora
Adriana Hidalgo. 162 p.
[4] Omnès, R. (1999). Quantum Philosophy, Understanding and
Interpreting Contemporary Science, Princenton, Princeton University Press.
[5] Zubiri, X. (1995). Estructura
dinámica de la realidad, Alianza, Madrid. 372 p
[6] Whitehead, A.N. (1978). Process
and Reality, Corrected edition, edited by David Ray
Griffin
and Donald W. Sherburne, New York, The Free Press, y Llanes, María Guadalupe.
(Coord.). (2020). Evoluciones Metafísicas. Permanencia, emergencia y diálogo.
Caracas. Ediciones Rivero-Blanco. 328 p.
[7] Ver al respecto: Rescher en Llanes
(2020).
[8] El término ‘concrescencia’ está
referido aquí a una entidad actual en términos autoconstitutivos.
[9] Ver al respecto: Godet, M. (1993).
De la Anticipación a la Acción. Manual de Prospectiva y Estrategia.
Barcelona. Boixaren editores Marcombo. 359 p y Grumbach, R. (1997). Prospectiva.
A Chave para o planejamento Estratégico. Rio de Janeiro. Editorial Catau.
128 p.
[10] Peirce, CH. (1931/1994). Collected
Papers of Charles Sanders Peirce. Cambridge. Editado por C. Hartshorne.
Harvard University Press.
[11] Benedicto de Spinoza: Tutte le
Opere, Trad. M. Buslacchi, A. Dini, G. Durante, S. Follini y A. Sangiacomo,
Milano, Editorial Bompiani, 2011 (1677).
[12] Eastman, T. (2020). Untying the
Gordian Knot: Process, Reality, and Context. Maryland. Lexington Books. 354
p
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