Dra.
Maríalsira González [2]
Dr.
Edgar E. Blanco Carrero[3]
G. Deleuze y F. Guattari
desarrollaron en su Tratado de
Nomadología los conceptos de máquina
de guerra y aparato de captura
para explicar la guerra y los orígenes del Estado. Estos conceptos fueron
empleados posteriormente por C. Thibaud en su estudio la Repúblicas en Armas. Los Ejércitos Bolivarianos en la Guerra de
Independencia en Colombia y Venezuela
para explicar la naturaleza de la guerra y el proceso de constitución de
Colombia. Pero su visión republicana parte del supuesto del dominio de la
capacidad para hacer la guerra que resulta equivoco en función de cómo se
destruyó el orden español y a partir de qué momento se puede hablar de
republica en términos efectivos. Es decir, una Máquina de Guerra es un vector que produce
cortes, escisiones, uniones y mezclas, de estructuras abstractas que configuran
los espacios mentales y el Aparato de
Captura es entendido como el mecanismo estatal de apropiación de los
excedentes de lo producido. Así pues, ambos autores
relacionan estos conceptos del siguiente modo: Una Máquina de Guerra es un tipo de agenciamiento que tiene una línea
vital abstracta, capaz de construir un nuevo tipo de realidad, que se transforma en línea de
destrucción y muerte cuando es apropiada por el aparato de captura del Estado. Su surgimiento, en este contexto,
tiene como único fin la destrucción del Estado. Creemos que esta línea vital
abstracta y la consiguiente máquina de
guerra se iniciaron efectivamente con el agotamiento de la ilustración y
las guerras de la revolución que se iniciaron en América, se expandieron por
Europa y culminaron en la campaña de Ayacucho. En Iberoamérica esta máquina de guerra fue medianamente capturada
en el espacio político en procesos sucesivos por lo que el concepto de república
en armas es inconsistente. Por ello voy a examinar el origen de la máquina de guerra
en Hispanoamérica, analizar cómo fueron usados por Thibaud para explicar su
concepción de república en armas y
finalmente valorar cómo el flujo, el devenir, la turbulencia y la necesidad de
dar una respuesta a la existencia de ordenes incompletos determinaron la
naturaleza de la guerra entre 1808 y 1825. El objetivo final es, siguiendo un
método exegético, valorar de forma diferente la naturaleza de la guerra en
Iberoamérica en el período indicado.
Descriptores: máquina
de guerra, aparato de captura,
guerra de independencia en Iberoamérica, república en armas, naturaleza de la
guerra.
Introducción
G. Deleuze y F. Guattari desarrollaron en su Tratado de Nomadología los conceptos de máquina de guerra y aparato
de captura para explicar la guerra y los orígenes del Estado[4].
Estos conceptos fueron empleados posteriormente por C. Thibaud en su estudio la
Repúblicas en Armas[5].
Los Ejércitos Bolivarianos en la Guerra de Independencia en Colombia y Venezuela para explicar la
naturaleza de la guerra y el proceso de constitución de Colombia. Pero su
visión republicana parte del supuesto del dominio de la capacidad para hacer la
guerra que resulta equivoco en función de cómo se destruyó el orden español y a
partir de qué momento se puede hablar de republica en términos efectivos. Es
decir, una Máquina de Guerra es un
vector que produce cortes, escisiones, uniones y mezclas, de estructuras
abstractas que configuran los espacios mentales y el Aparato de Captura es entendido como el mecanismo estatal de
apropiación de los excedentes de lo producido. La máquina de guerra se caracteriza por ser expresión de un modelo: 1)
“hidráulico”: el flujo es su realidad o consistencia, 2) “de devenir y
heterogeneidad”: es de una naturaleza atómica donde cada átomo opera a su libre
albedrío, 3) “turbulento”: porque es efecto del paso de “las bandas o manadas
de átomos a las grandes organizaciones turbulentas” y 4) es “problemático”
porque se parte de la superación de los obstáculos a partir de la consideración
de estos en función de los afectos que producen.
Así pues, ambos autores relacionan estos conceptos del siguiente modo:
Una Máquina de Guerra es un tipo de
agenciamiento que tiene una línea vital abstracta, capaz de construir un nuevo
tipo de realidad, que se transforma en línea de destrucción y muerte cuando es
apropiada por el aparato de captura
del Estado. Su surgimiento, en este contexto, tiene como único fin la
destrucción del Estado
(2008:418). Creemos que esta
línea vital abstracta y la consiguiente máquina
de guerra se iniciaron efectivamente con el agotamiento de la ilustración y
las guerras de la revolución que se iniciaron en América, se expandieron por
Europa y culminaron en la campaña de Ayacucho. La ruta que siguió esta línea
vital abstracta fue: la destrucción de las instituciones políticas y del tejido
social. Ambas impidieron que hubiese capacidad de responder políticamente para
mantener o restaurar el orden, por lo que en Hispanoamérica, en general, la
naturaleza de la guerra se manifestó como discordia (stasis) y después como guerra formal cuando empezaron a erigirse
nuevas formas-Estado mediante operaciones sucesivas de captura. Pero esta máquina de guerra fue medianamente
capturada en el espacio político en procesos sucesivos por lo que el concepto
de república en armas es inconsistente. Esta incompletitud marcó la
inestabilidad política en la España del trieño liberal y en los diversos
órdenes políticos instaurados en toda la América hispánica. Por ello voy a
examinar el origen de la máquina de guerra en Hispanoamérica, analizar cómo
fueron usados por Thibaud para explicar su concepción de república en armas y
finalmente valorar cómo el flujo, el devenir, la turbulencia y la necesidad de
dar una respuesta a la existencia de ordenes incompletos determinaron la
naturaleza de la guerra entre 1808 y 1825. El objetivo final es, siguiendo un
método exegético, valorar de forma diferente la naturaleza de la guerra en
Iberoamérica en el período indicado
1.- Los conceptos deleuzoguattarianos de máquina de guerra y aparato de captura.
Como hemos indicado los conceptos de máquina
de guerra y aparato de captura
fueron concebidos por Deleuze y Guattari para explicar la destrucción del
Estado y el origen del Estado. El problema central sobre el cual orbitó el
pensamiento de estos autores fue el de tratar de determinar qué es la realidad
mediante la relación estado de cosas y estado de ideas y a partir de allí
comprender los procesos de cambios desde una perspectiva específica y general
bajo un logos que no derivara en una estructura dual y sirviese para justificar
la existencia de un poder trascendente que fuese contrario al orden de la
naturaleza.
Estos conceptos fueron desarrollados en su Tratado de Nomadología que tuvo como propósito inicial el explicar
que fue primero: la guerra o el Estado. Para ambos autores ambos estados
acontecieron de forma simultánea a partir del antagonismo entre nómadas y
sedentarios que expresa la oposición entre espacios lisos y espacios estriados
o nomolizados (territorializados). Territorializar es convertir la tierra en un
territorio sometido a un régimen de apropiación u ordenamiento, es decir, un
nomos que se estructura en un espacio (tierra). Un espacio liso es vectorial,
proyectivo y topológico sin conductos ni canales como históricamente ha tendido
a ser el Alta Mar o sometido bajo un régimen liberal signado por el libre
comercio y el espacio estriado es métrico, es decir, delimitado como un Estado.
Pero lo en el siglo XIX la oposición no se dio entre nómadas y
sedentarios en el sentido estricto del término. Deleuze y Guattari
desarrollaron la relación entre máquina
abstracta, esto la facultad de pensar y producir ideas y su potencialidad
en producir una máquina de guerra para
explicar cómo una idea puede ser capaz de destruir un orden político. Si en
este contexto consideramos la revolución y las ideas que se gestaron para
defender la ilustración y/o para canalizarla observamos que la ilustración en
sí fue un movimiento que surgió en la Europa de finales del siglo XVII una vez
que los absolutismos del recientemente consagrado estado-nacional moderno se
habían hechos firmes políticamente. Consistió en un movimiento que tuvo como
ideal el acceder a la naturaleza a través de la razón, y se hizo más fuerte especialmente
en el Reino Unido con la reforma política (separación de poderes entre lo que
podríamos decir la monarquía y el parlamento), cuando la riqueza comenzó a ser
medida por el trabajo y el desarrollo científico se tradujo en mejoras a la
sociedad, en Francia donde se enfrentó al absolutismo y la nobleza y en España
también estuvo presente la ilustración sobre todo en todo aquello que no
cuestionó el orden político-religioso existente. Así pues mientras en el Reino
Unido los cambios sociales dieron paso a cambios políticos, en el continente
europeo se estableció una estructura de contención política que se rompió en el
año 1789 impulsada por la revolución estadounidense.
La ruptura producida en Francia en el año 1789 creo las condiciones de
posibilidad de extender e implantar el estado de ideas y el estado de cosas
generados por la revolución francesa y ello en sí significó la
re-territorialización del espacio. Esta re-territorialización del espacio se
produjo mediante la gestación de una máquina
de guerra que en Europa fue capturada por Napoleón Bonaparte produciendo
destrucción y muerte hasta 1815 en ese espacio político en que se produjo un
proceso restaurador o de re-captura que introdujo reformas liberales que
sirvieron de contención por varias décadas. España sería el país más afectado
debido a que la máquina de guerra que
se activó contra el estado napoleónico abarcó a casi todos los dominios
hispánicos en un contexto donde fue difícil conciliar las tendencias
absolutista y liberal para establecer una unidad de criterio y de propósito de
modo que fuese posible establecer un nuevo orden político estable. Esta
situación afectó por igual a España como a todos los países hispano-americanos tal
como se puede observar por la inestabilidad política endémica que se produjo a
los dos lados del océano Atlántico desde los inicios del siglo XIX y se ha
mantenido hasta el presente pudiendo explicar de suyo la ruptura
independentista. ¿Por qué se produjo esta inestabilidad política?
Jairo Bracho[6]
destacó una serie de aspectos estructurales del sistema de defensa español que
se mantuvieron hasta inicios del siglo XIX: en primer lugar, que estaba
originalmente centralizado y compuesto, de manera general, por una flota del
mar océano y unas flotas de defensa de costas, en segundo lugar, que disponía
de un sistema de fortificaciones para garantizar la conexión marítima con la
metrópoli y la proyección hacia el interior del hinterland americano, y en
tercer lugar, una estructura de normas que actuaban como especie de reglas de
enfrentamiento. La centralización es un aspecto clave para entender la guerra
de independencia al norte de Suramérica y en especial en Venezuela y
consecuentemente la concepción de la defensa naval del territorio venezolano,
por ello hay que examinar el plano de inmanencia sobre el cual se erigieron los
dominios españoles y a qué se refiere, por una parte, la centralidad en
términos de fragmentación y, por la otra, la descentralidad en términos de
fractalidad.
El plano de inmanencia, para nuestros efectos, es el plano intuitivo
sobre el cual se erigió la intención que permitió el proyecto de dominio y
defensa del espacio. El plano intuitivo es un a priori que se fundamentó en un acontecimiento, es decir, el
Tratado de Tordesillas. En este contexto, el Tratado de Tordesillas fue un
diagrama que permitió que se desarrollara un proceso de adquisición de
conocimientos y, consecuentemente, de colonización, cristianización y
apropiación, es decir, captura y territorialización, de nuevos espacios, por lo
que intención, espacio, tiempo relativo y fractalidad son los aspectos que nos
van a ayudar a entender de una manera diferente el nomos español y la defensa
del espacio.
La intención estuvo materializada en el interés de la monarquía ibérica
de asegurar un espacio exclusivo de proyección. El espacio y el tiempo estaban
condicionados por España como poder global. Un poder que desde el Tratado de Tordesillas hasta el Tratado de Paz de Westfalia estableció su naturaleza y alcance de forma casi absoluta.
Después de Westfalia, el tiempo y el espacio pasaron a ser relativos, es decir
estuvieron condicionados por los poderes europeos que emergieron victoriosos
del conjunto de guerras que orbitaron en torno a la guerra de los Treinta Años.
El fracto es la expresión de una geometría no-euclideana basada en procesos
matemáticos repetitivos, caracterizados, por tener el mismo aspecto a cualquier
escala de observación, por tener longitud infinita, y por tener una dimensión
donde cada forma geométrica, al ser separada en partes, mantienen en una
versión reducida el todo. Esta fue la forma como se organizaron los dominios
españoles a principios del siglo XVIII.
Teniendo presente lo antes indicado, los territorios que hoy conforman Tierra
Firme fueron un confín unido a la metrópoli por un mar entendido como eje de la
centralidad. El carácter de horizonte de Venezuela, es decir, de frontera,
indicaba que su posesión dependía de la capacidad de mantenerlo y de extenderlo
más allá del límite que había alcanzado. Esta afirmación permite explicar cómo
varió la estructura de defensa española durante el período colonial a partir de
la instrumentación de círculos de interés que indicaba la capacidad de
respuesta del soberano. Esto significó que de un trazo diagramático realizado
de forma intuitiva se pasó a una estructura de referencia basada en la
representación cartográfica construida por trazos que se expresaban en vectores
de colonización y ordenamiento y rutas de navegación acompañados por líneas de
defensa que se oponían a espacios lisos completamente desconocidos.
El espacio entre el horizonte venezolano y los otros dominios españoles
es lo que fraccionaba la estructura de representación. Este fraccionamiento no
fue percibido como un problema debido a que al encontrarse entre dominios
frente a un mismo tiempo del poder, sólo bastaba dilatar el espacio. El mismo
tiempo del poder estaba referido a la sujeción de todos los seres del espacio
de dominio a un ciclo económico que integró al territorio venezolano a la realidad
española. La capacidad productiva fue lo que determinó los límites del
ordenamiento del espacio. Estos límites plantearon la necesidad de reorganizar
sus dominios de modo tal que su ser-político se repitiera a diferentes escalas
para garantizar su integridad territorial de una manera descentralizada y
fractalizada.
Siguiendo a Zapatero[7] y
Bracho[8],
podemos acotar que una parte importante del sistema de defensa que cerraba al
Caribe para la protección de los dominios españoles se encontraba en Venezuela
(incluyendo a Trinidad). Esta concentración de fortalezas en nuestro país nos
permite afirmar que Venezuela se originó como un país fortaleza. La importancia
de esta afirmación obedece a que la caída de una de estas llaves amenazaba
completamente todo el dispositivo tal como se demostró en 1795 con la pérdida
de Trinidad y posteriormente, en el año 1817 con la liberación de Angostura. La
eficacia de este sistema de defensa se demostró entre los años 1629-1631 y
1739-1743 y 1806 y en el esfuerzo por reprimir y contener la piratería, el
corso y el contrabando y permitió la erección en 1776 de la Capitanía General
de Venezuela como espacio productivo integrado y fractalizado políticamente que
le permitió a su vez obtener mayores grados de autonomía.
De igual forma,
estas cerraduras a pesar de su capacidad de auto-sostenerse, dependían de la
seguridad que ofrecía la flota del mar océano. Por ello, a pesar de la
consistencia del dispositivo de defensa la costa venezolana estuvo expuesta a
otra manera de entender el mundo ¿Qué implicaciones tiene esta afirmación? Que
el sistema defensivo español en Venezuela fue capaz de contener físicamente las
amenazas de las otras potencias marítimas, mas no de las ideas, entendidas como
fundamento de la referencialidad y de los procesos de intercambios, es decir,
las mercancías liberalizadas, que promovían la constitución de una máquina de guerra y de un aparato de captura. La
relación de ambos conceptos la hacen los autores franceses de la siguiente: Una Máquina de
Guerra es, según Deleuze y Guattari, un tipo de agenciamiento[9] que tiene una línea vital
abstracta que se transforma en línea de destrucción y muerte cuando es
apropiada por el aparato de captura
del Estado.
Así pues, Deleuze y
Guattari expresaron que los flujos descodificados como las ideas y las
mercancías sirven para formar una máquina
de guerra. El aparato de captura es
producto de una axiomática que los autores franceses definen a partir de la
consideración directa de “elementos y relaciones puramente funcionales cuya
naturaleza no está especificada, y que se realizan inmediatamente a la vez en
dominios muy diversos[10]. Es decir, la axiomática
liberal operó la conjunción de ideas e intercambios sin mediaciones gestando,
en consecuencia, un cambio de forma y un nuevo sentido a una parte importante
de Hispanoamérica mediante un proceso de ruptura realizado mediante la guerra.
La ruptura del dispositivo de defensa de los dominios en América se
produjo por una máquina de guerra
gestada desde afuera mediante una triple acción: la pérdida de Trinidad, la
derrota en Trafalgar y la ocupación napoleónica de la península ibérica. La
consecuencia de estos hechos fue que del fracto se produjo una fragmentación
política que precisó a posteriori una
re-territorialización[11].
Así pues, la máquina de guerra se
produjo por una fragmentación y/o disolución política de los fractos que la
declaración de la república precisó de un proceso de re-captura.
Después de la crisis que significó
para España la invasión napoleónica y la guerra de independencia, el país
estuvo junto a los países vencedores de Napoleón luego de la abdicación del año
1814. Es bueno mencionar que muchas de las acciones ejecutadas por rioplatenses
y venezolanos en lo concerniente a la guerra de guerrillas fueron primeramente
realizadas por españoles que lucharon por la defensa de su territorio
metropolitano luego de que se constituyera una máquina de guerra. Pero España
estaba debilitada por el esfuerzo realizado por la población, y por ello no
tuvo el mismo peso que tuvieron otros países europeos en la Conferencia de
Viena y tuvo que lidiar con dos problemas: la insurrección de los dominios en
América y la entrada de la axiomática representada por el liberalismo político
con las Cortes de Cádiz que condujo a la revolución de Riego y la inauguración
de lo que se conoció como trieño liberal.
Con respecto a la insurrección
americana, Blanco[12],
ha señalado que si bien fue en Caracas fue donde se inició la reacción
anti-francesa en los dominios españoles de américa fue Francisco de Miranda quien los condicionó y fue una de las
causas primeras de los mismos. No obstante, hay que
tener presente, las consecuencias que tuvieron los procesos estadounidense y
francés como cambio político, la intención de otras potencias de acceder a ese
inmenso espacio geográfico y la situación española en sí que provocó la insurrección
en América.
En relación con el primer aspecto,
Hannah Arendt[13]
señaló que la idea de la revolución está asociada con el
cambio. Esta idea de cambio está relacionada con la idea del origen en el
sentido que el cambio puede estar referido al retorno a una situación original
o al establecimiento de un nuevo origen y para ello hizo una exégesis de la
revolución en Norteamérica y en Francia, para afirmar que en Estados Unidos se
buscó retornar a un origen, dada una situación opresiva que significó la libertad
y la independencia y la revolución francesa establecer uno nuevo que en
principio fue la libertad pero después fue la igualdad y la solución de
problemas sociales que finalmente condujo a la dictadura, el fin de la
monarquía y la guerra. Como se sabe, España estuvo en guerra contra el Reino
Unido durante la guerra de independencia estadounidense y de forma indirecta
colaboró con el proceso independentista a pesar de que ese fenómeno podría
presentarse en sus dominios. Posteriormente estuvo en guerra contra la Francia
del directorio, pero con la ascensión al poder de Napoleón hubo un cambio en la
política que al final de cuentas convirtió a España en objeto de la política
napoleónica.
Así pues, el fenómeno
estadounidense, seguido por Haití, comenzó a ser reproducido en Iberoamérica
(Venezuela, Quito, Alto Perú) pero la respuesta española fue rápida permitiendo
con ello conjurar las amenazas. Pero la ascensión de Fernando VII y la
aparición de las cortes de Cádiz generaron dos visiones de la hispanidad que
plantearía la guerra de independencia en la península de dos maneras
diferentes. Estas dos visiones se reprodujeron en los dominios americanos y
junto con ellas la idea de ser independientes que promovió Miranda desde Europa
y trató de realizar de forma infructuosa en el año 1806. Eso fue lo que hizo
que la independencia en Hispanoamérica se plantease originalmente como guerra
civil y fuese muy compleja la situación que condujo a la independencia peruana
y altoperuana.
Con respecto al segundo aspecto, hay
que tener muy presente que una de las razones que motivaron la presencia de
Miranda en la Francia revolucionaria, fue el conocimiento de que los galos
habían pensado en provocar cambios revolucionarios en las Colonias Españolas de
la América Meridional. Si bien, como se sabe, esto no se concretó, pero Blanco
indicó que
“Talleyrand se
llegó a entrevistar con William Pitt, para intentar una alianza anglo-francesa,
o por lo menos la neutralidad inglesa en caso de que Francia invadiera Bélgica
(cosa que hizo posteriormente) y para ello propuso entre otras: la acción común destinada a abrir al
comercio de los dos países, las colonias españolas, o... reunir sus esfuerzos comunes-para- la
independencia de las colonias españolas....”[14].
Si bien estas gestiones fracasaron,
lo que se puede destacar es que en el momento más crítico de la revolución
francesa se planteó la posibilidad de restaurar la paz en Europa a costa del
imperio colonial español aprovechando la debilidad de la política ibérica.
Finalmente en relación con el tercer
aspecto, como se sabe, la monarquía española luego de un proceso de deterioro
iniciado con Carlos IV fue expuesta a una serie de presiones determinadas por
la invasión napoleónica de la península ibérica, es decir, la abdicación del
rey, la proclamación de la población de Fernando VII y la detención de la
familia real en Bayona. Dentro de este marco se generaron dos hechos a tener en
consideración: la insurrección popular cuyo principal símbolo fueron los sitios
de Zaragoza y el establecimiento de la Constitución de Cádiz. En relación con
Zaragoza, para nosotros representa el símbolo de la heroicidad hispana a pesar
de la situación tan desventajosa. Por su parte, la Constitución
de Cádiz de 1812 fue un hecho que dividió a los españoles y condujo a lo que se
conoció como “Trienio Liberal” que tuvo un período de tres años, es decir,
entre 1820 – 1823[15].
Esta división fue aprovechada por otras potencias europeas y también por los
independentistas americanos debido a que debilitó el esfuerzo por recuperar los
dominios americanos. Este hecho posibilitó los armisticios de Santa Ana y
Punchauca[16].
El fin del trieño liberal marcó una nueva etapa en la
política americana de la Corona española en condiciones aún más desventajosa,
lo cual supondría un esfuerzo por tratar de ascender a los extremos en sentido
clausewitziano a pesar de las limitaciones de recursos[17].
En este contexto, nuestra idea es mostrar que en toda Hispanoamérica se
produjo sucesiva y casi simultáneamente una máquina
de guerra y un aparato de captura frente a un Estado en principio francés
que devino en un proceso de re-territorialización materializada en nuevos Estados
que han sido inestables en Europa y América.
2.- La concepción de máquina de guerra en Clement Thibaud
Clément Thiebaud hizo una exégesis
del proceso independentista en el norte de América del sur para mostrar cómo
las facciones producidas en torno a la forma de encarar la crisis española
desatada por la invasión napoleónica de España desembocaron en la gestación de
dos grupos que se transformaron progresivamente en campos nacionales en función
de una axiomática que produjo una isomorfia estatal como hemos indicado. Para
este autor, las facciones se denominaron originalmente “americanos” y
“españoles europeos”, luego “republicanos” y “realistas”, durante y después de
la caída de la segunda república en Venezuela en 1814, y finalmente
“colombianos” y “españoles”, después del armisticio entre Simón Bolívar y Pablo
Morillo del año 1820[18].
Así pues, siguiendo este proceso de
formación de identidad, el autor buscó por intermedio de las categorías de
amigo-enemigo explicar cómo surgieron nuevas identidades políticas en tres
momentos históricos, es decir, cuerpos de milicias poco entrenadas pero idóneas
para la guerra urbana en 1810, agrupaciones militares curtidas y disciplinadas
en la guerra para encarar campañas de gran envergadura en los años 1819-1820 y,
un poderoso un ejército nacional libertador de 30,000 hombres, rico en
historia, en símbolos, y respaldado por un gobierno que sacrifica todo por él
en el año 1825.
Teniendo presente este proceso,
Thibaud, intentó aclarar esta evolución, “en nada linear, sino al contrario
violenta, brutal, llena de incidentes y de retrocesos”. En este camino guerrero
se moldearon la política, los partidos, se determinó el grado de violencia
tolerable en el campo de batalla y, finalmente la organización de los ejércitos
y la estrategia adoptada en las campañas, con lo cual no fue sólo en los
combates, sino también en las estrategias bélicas donde se puede observar “el
resultado de un complejo cambio de las relaciones entre la sociedad y la
política” gracias a los cambios, en la composición social del ejército, en las
formas de combate en diferentes niveles de planificación y, en las relaciones
entre el ejército y la política moderna.
Esto le permitió analizar cómo fue
que se produjo la máquina de guerra
y, podemos decir, el aparato de captura,
al norte de América del sur a partir del análisis de la guerra civil y,
consecuentemente, las mutaciones que se produjeron por las deserciones y las
reafirmaciones de los bandos; el proceso de desarrollo de la guerra irregular
que podemos afirmar fue similar a la Guerra Gaucha en el sur; el proceso de
desarrollo administrativo de las fuerzas patriotas siguiendo las categorías
weberianas[19],
muy similar a la reforma realizada por San Martín según Pérez Pardella[20];
el proceso de conversión de la guerra civil en una guerra nacional de
liberación a partir de los conceptos de guerra
total analizado por Raymond Aron[21] y
de estado de excepción destacando
cómo la Constitución de Angostura creó las condiciones de posibilidad para la
liberación de parte de la Nueva Granada luego la campaña que culminó con la
batalla de Boyacá el 07 de agosto de 1819 y; finalmente el proceso que condujo
del armisticio de Santa Ana (Trujillo) signado por la revolución de Riego entre
Simón Bolívar y Pablo Morillo hasta la victoria en la batalla de Carabobo patriota
el 24 de junio de 1821 que supuso el reconocimiento de la existencia de una
guerra entre Estados según el derecho de gentes, es decir, una guerra
convencional.
Teniendo esto presente Clement Thibaud hizo una relación sinónima entre máquina de guerra y república en armas que hacen pensar la guerra de independencia en
Iberoamérica como un enfrentamiento puro entre una visión republicana
mayoritaria y una concepción realista en
proceso de decadencia. Si consideramos que Deleuze y Guattari emplearon en
conjunto los conceptos de máquina de
guerra y aparato de captura
podemos afirmar que su tesis de la república en armas sólo mostró una parte del
proceso independentista de americano de España y ocultó la verdadera naturaleza
de la guerra. Esta afirmación es aún más relevante si se considera que el
concepto de aparato de captura no
aparece en la obra del autor francés que por lo demás es considerada una obra
de referencia en la historiografía americana. Por ello, vamos a mostrar dónde
estuvo presente el concepto deleuzoguattariano de máquina de guerra y en qué
contexto lo utiliza para valorar la intención del autor en esta obra de
referencia.
Thibaud hizo dos citas explicitas a Deleuze y Guattari y cinco menciones
a la expresión ‘máquina de guerra’. Las citas tuvieron que ver, en primer
lugar, con la oposición de las formas de combate ordenadas frente a las formas
arcaicas del raid o de la turba en sentido deleuzoguattariano[22]
que se presentaron en Venezuela particularmente entre los años 1814-1817, pero
podemos decir, que ambas formas de combate coexistieron como oposición y/o se
presentaron de forma paralela, es decir, orden-turba, turba-turba y orden-orden.
La segunda cita tiene que ver con la rutinización de la autoridad, es decir,
“… la idea weberiana de rutinización describe bien
el proceso que opera en Casanare en 1818 y a principios de 1819. La influencia
simbólica de los jefes militares irregulares es demasiado inestable como para
perdurar en el tiempo. La adopción de las formas escritas de la reglamentación
participa en esta evolución hacia un tipo de dominio legal y administrativo. En
otras palabras, el trabajo de Santander equivale, ni más ni menos, que a captar
una máquina de guerra nómade y montada para integrarla a un gobierno legal”[23].
La palabra ‘captar’
es la expresión que utiliza Thibaud para sortear el concepto de aparato de captura. Captura, para
Deleuze y Guattari, es “la diferencia o al
exceso que va a constituir el beneficio, el sobretrabajo o el sobreproducto”[24]. El beneficio refiere a
la renta del propietario, el trabajo está relacionado con el beneficio del
patrón visto como sobretrabajo y la moneda tiene que ver con el sobre producto
que genera el impuesto a los intercambios. El aparato de captura, desde esta perspectiva,
es una estructura de apropiación que está conformada por dos operaciones que
“siempre aparecen de modo convergente: comparación directa, apropiación
monopolista” (Ibíd.:451) y su mecanismo para capturar consiste, en este
contexto, “en aislar una máquina abstracta de captura o de extorsión” que es presentada
como una justificación (en nuestro caso venezolano opresión española y luego
francesa) por lo que “la violencia del Estado siempre es vista como ya hecha”
(Ibíd.:453). Desde esta perspectiva Thibaud nos presenta en esta cita cómo
operó el aparato de captura del nuevo
Estado digamos independizado, es decir, explicando cuál era su potencia de
apropiación, es decir, todo lo que podía capturar incluyendo una máquina de guerra que no fue conformada
deliberadamente por los independentistas, recordemos que fue consecuencia de
una fragmentación[25]. La rutinización y la
reglamentación que expresan la conformación de una institución militar, en este
contexto, operaron como una máquina abstracta. Nosotros creemos
que el desvío de Thibaud fue realizado para evitar las implicaciones de un
desfase entre el estado de las ideas de su discurso y el estado de cosas que
acaeció en el período estudiado y antes. La causa de esta afirmación obedece a
que en ese desvío hubo actos intencionales provocados por la Francia
napoleónica dentro de una axiomática liberal en proceso de constitución
orientada a la producción para un mercado que
tendencialmente centrado donde Hispanoamérica (incluyendo a España)
pasaría a formar parte desde la ruptura.
Además de lo indicado, la expresión ‘máquina de guerra’ que es capital
en el Tratado de Nomadología de
Deleuze y Guattari aparece en cinco oportunidades. Es decir, en la primera
“La mesnada se distingue de la guerrilla por su
carácter mixto de agrupación combatiente y de refugio. Formada a menudo por más
de un millar de hombres, diferenciados en varias armas, constituye en primer
lugar un refugio para los numerosos desplazados arrancados de sus vidas
normales por la persecución y la venganza políticas... Partidas coordinadas
dominaban un territorio mediante la formación de una red flexible y practicaban
una guerra de observación y hostigamiento. Su principal actividad era reclutar
hombres a las buenas o a las malas. La tercera función de las mesnadas remite a
las atribuciones de cualquier soberanía en gestación. Se trataba de extraer de
un vasto espacio geográfico los elementos necesarios para la supervivencia de
la máquina de guerra itinerante, pero también de organizar la producción de los
bienes más preciosos: los caballos y el ganado nutricio” [26].
Como se puede observar de esta cita y en concordancia con lo que hemos
estado argumentando, la máquina de guerra en Venezuela no fue consecuencia de
un acto deliberado de creación por parte de los independentistas venezolanos.
Lo que fue deliberado fue la operación de captura de la máquina de guerra para dirigirla contra los restos del dominio
español en condiciones que no siempre fueron eficaces. Este fue el origen de la
inestabilidad: los señores o patriotas que dirigían esas mesnadas quedaron
distribuidos en condiciones diferentes a su decisión por la misma operación de
captura de acuerdo con una axiomática que se estaba estableciendo. Estas
condiciones las podemos observar en la segunda cita:
“En la
pobreza más completa, las distinciones sociales se suspenden. No se trata ya de
una retórica revolucionaria o de problemas de filosofía política. La
experiencia de una convivencia basada en la voluntad de sobrevivir rompe las
jerarquías funcionales o naturales del ejército regular. Además, estas mesnadas
viven en un espacio poco o nada institucionalizado y apenas controlan el
territorio que pisan. Esta desterritorialización del ejército-república,
separado tanto de los pueblos como de la sujeción a cualquier poder central,
permite poco a poco formar la guerrilla como un cuerpo sin atributos al cual se
ata el discurso de la nación. Porque la guerrilla no es la milicia de tal o
cual pueblo, no es el ejército de tal o cual provincia; se convierte en una
máquina de guerra desterritorializada, desinstitucionalizada, y por
consiguiente en un cuerpo cuya única identidad es defender las vidas y también
las ideas de los últimos republicanos perseguidos. A pesar de su aspecto
miserable, la guerrilla es la república igualitaria en armas…”[27].
Aquí, en estas condiciones donde la mesnada vista como máquina de guerra
se convierte en guerrilla es lo que Thibaud denominó “república en armas”. Pero
¿cómo diferentes mesnadas que operaban de forma autónoma y desarticulada
podrían convertirse en una república en armas sin una operación de captura? Si
consideramos, siguiendo a Deleuze y Guattari, que la máquina de guerra tiene como fin la destrucción del Estado y se
convierte en un instrumento de destrucción y de muerte cuando es capturada por
un Estado, el Estado que se estaba constituyendo que Thibaud denominó república
igualitaria en armas” fue un Estado que en su seno tenía la capacidad de
autodestrucción. Eso ocurrió en España durante el proceso independentista
cuando coexistieron elementos absolutistas y liberales. De hecho, si se tiene
presente que, según Deleuze y Guattari, los “Estados no efectúan una captura sin que lo capturado no coexista” en
España, y como nos narra el propio Thibaud, se presentó el mismo fenómeno. En este contexto, a ambos lados del Atlántico
se produjo mediante la ruptura, una isomorfia en cuanto a la naturaleza de los
nuevos Estados como consecuencia de la nueva axiomática que se estaba
implantando. La tercera cita dice
“La máquina de guerra irregular, construida después
de la derrota de 1815, seguía siendo extraña a la lógica de un gobierno
centralizado, codificador, y que se autoerigía como representación provisional
de la Nación. Diseminada, fragmentada, discontinua, se integraba mal a un Estado que trataba, por obra de la
actividad del Libertador, de someterla. Ahora bien, la legión británica era un
cuerpo constituido de tropas extranjeras acostumbradas a obedecer a una
jerarquía, colocada a su turno bajo el control de una soberanía incontestable.
A falta de poder integrar las mesnadas, el Libertador y su estado mayor
encuentran en estos militares de ultramar un injerto que puede ser insertado en
las guerrillas para regularizar su aspecto y su forma en beneficio de una administración
impersonal. A pesar de su debilidad numérica, las tropas extranjeras se
convierten en los soportes de la transformación en infantería del ejército, y
por lo tanto de su conformación al gobierno y al Congreso. Su influencia irá
más allá de una simple contribución de fuerza. Los contingentes extranjeros
aportaron con ellos sus costumbres, tradiciones, y una nueva manera de hacer la
guerra. Transportaron, en la forma más concreta, el modelo bélico europeo
nacido de la ruptura revolucionaria, y se lo mostraron a los soldados criollos.
Sus enseñanzas y su ejemplo les permitieron a los americanos librarse lentamente
del molde militar español”[28].
Las tropas inglesas y alemanas sirvieron para fortalecer en la praxis la
operación del aparato de captura y después actuaron en cascada en la medida en
que avanzaban hacia el sur de Suramérica. En la teoría, el Libertador Simón
Bolívar estableció la adopción del manual de Tiébault, es decir, el Manual General del Servicio de los Estados
Mayores Generales y Divisionarios, en los Ejércitos que sirvió como un
elemento de la operación de captura[29].
Esta operación de captura hecha desde la máquina
de guerra para constituir el Estado será en América el germen de la
inestabilidad. La cuarta cita correspondió a las que se refieren directamente a Deleuze
y Guattari y ya fueron examinadas. La quinta
“Además, la integración es una máquina de guerra
contra las amenazas exteriores y las tendencias disgregadoras de las sociedades
de castas. Las circunstancias de la guerra también trazan una nueva geografía
para la causa patriota. En diciembre de 1819, la patria es de facto una larga franja de territorio liberado, que va
desde Antioquia hasta la desembocadura del Orinoco. La racionalidad republicana
divide el futuro estado central en departamentos, como hiciera la constitución
francesa de 1791. Desde ese momento, ¿por qué no forjar una nueva entidad a
partir de estos territorios unidos por la guerra y liberados por las mismas
armas? La constitución de una nueva nación colombiana es el proyecto que nace
de esta interrogación y de las circunstancias de la guerra”[30].
Thibaud aquí se refirió a la racionalidad republicana para la
constitución de un nuevo Estado, Colombia, pero podemos observar esta
racionalidad desde la perspectiva teológico política expresada por Carl
Schmitt, es decir, la que se justifica a partir de una situación excepcional[31].
3.- La naturaleza de la guerra entre 1808 y
1825.
El periodo histórico que va de la
fracasada operación de liberación del norte iniciado en el año 1811 desde
Buenos Aires hasta la entrevista de Guayaquil entre José de San Martín y Simón
Bolívar se caracterizó por dos hechos dignos de ser recordados: la campaña
militar liderada por José de San Martín y la realizada por Simón Bolívar desde
el norte y el enlace de ambos en Guayaquil y la máquina de guerra y el aparato
de captura que operó hasta el Alto Perú o audiencia de Charcas. A nosotros nos
interesa mostrar cómo se constituyó la máquina
de guerra y el aparato de captura
en las Provincias Unidas del Río de la Plata, en Perú y el Altoperú, una vez
que hemos analizado qué aconteció al norte de Suramérica, para comprender cómo
la inestabilidad que se gestó en España y el norte de Suramérica se reprodujo a
nivel continental. Para ello nos vamos a apoyar, en parte, en el trabajo de
Sánchez Caraza[32].
En las Provincias Unidas del Río la
Plata, luego de la eficacia demostrada por los patriotas bonaerenses de
sostener lo logrado desde el punto de vista político proyectaron acciones
militares para asegurar la independencia en el Alto Perú[33].
Allí se realizaron un conjunto de operaciones militares de variado resultado,
sin embargo, como la llama independentista quedó encendida en el norte de las
Provincias los realistas dirigidos desde Lima emprendieron varias campañas para
sofocar estos focos obligando al gobierno independiente porteño a emprender
medidas para evitar su disolución por amenazas externas e internas. La Guerra Gaucha se enmarcó en este
contexto. La Guerra Gaucha comenzó
como una guerrilla para defender los focos independentistas conocidos como
‘Republiquetas’ y se mantuvo hasta que se produjo una especie de paz armada
entre el Alto Perú y Buenos Aires a partir del año 1822. Pero a pesar de la
estabilización del frente se produjo una insurrección en Cuzco que en sí
evidenció el hecho de que se había generado en ese espacio una máquina de guerra que en parte había
sido capturada de acuerdo con la exégesis que estamos realizando[34].
La Guerra Gaucha nos permite retornar
sobre unos aspectos indicados que nos permiten hablar, por una parte, de cómo
ese tipo de guerra afecto la moral de los realistas y, por la otra, hablaremos
de la máquina de guerra en sí y el aparato de captura. Con respecto al primero
la indeterminación de la fuerza moral se expresó en la dialéctica de la
ascensión a los extremos hasta que la imposibilidad de los realistas de lograr
una victoria decisiva hizo que la racionalidad encausara la acción de los
antagonistas.
En relación con el segundo aspecto, es
decir, la constitución de la máquina de
guerra, Thibaud afirmó que ésta, al norte de América del sur, se conformó
desde la declaración de independencia hasta que se concretó el armisticio de
Santa Ana que significó el reconocimiento del adversario. Pero si seguimos a
Deleuze y Guattari, esa máquina se generó desde afuera y se extendió a la
región. En todo caso, la misión de los independentistas era capturarla. Por
ello, en ese período coexistió dicha máquina también de forma parcialmente
capturada como ya lo hemos indicado[35].
Es un hecho cierto que Simón Bolívar
en la constitución de Angostura produjo efectivamente un nuevo Estado creando así
las condiciones de posibilidad de capturar la máquina de guerra al norte de Suramérica. En la Guerra Gaucha se
estructuró una máquina de guerra
contra la forma-estado realista, y al sur, el nuevo Estado al tratar de capturar
otra parte de dicha máquina de guerra,
desencadenó la guerra civil en pleno conflicto contra España. Esto fue en sí un
doble fraccionamiento. La solución del conflicto civil argentino, según Sánchez
Caraza, se produjo desde el mismo momento que la ‘captura’ se expresó en una
forma de autonomía. Siguiendo con este autor, en el virreinato Perú y la
audiencia de Charcas (Alto Perú), por su parte, se fomentó la constitución de
una máquina de guerra aprovechando el
factor moral por tres vías: la dificultad de capturarla al sur del continente, el
motín de las fuerzas realistas en Aznapuquio y el avance de San Martín y Bolívar
hacia la región. La anarquía que se presentó, según Bolívar y Sucre, se produjo
por la dificultad que tuvieron realistas e independentistas de capturar la máquina de guerra como veremos a
continuación.
En Perú a pesar de los brotes
insurreccionales de Cuzco se vivió en relativa paz y estabilidad bajo el
régimen español en contraste con el resto del imperio[36].
Todo cambió cuando San Martín consolidó la independencia chilena después de la
batalla de Maipú e inició los preparativos para dirigirse al corazón del
virreinato. Anna, señaló que el signo que marcó el deterioro político-militar del
Perú fue primeramente el colapso económico y, finalmente, la desintegración
política por el surgimiento de facciones que de suyo nos indican la existencia
de condiciones de formación de una máquina de guerra generada por factores
exógenos[37].
Lo que haría inclinar la balanza a favor de la
independencia fue el desconcierto que produjo en la sociedad peruana las
divisiones existentes en el propio ejército realista evidenciadas primeramente
en el motín de Aznapuquio y su desconexión con una realidad basada en la
creencia de que el pueblo los apoyaría para retornar a las mismas relaciones de
poder que caracterizaron el período del antiguo régimen[38].
Con la entrada de San Martín en la escena peruana en el año 1820 se fomentó el
levantamiento de montoneras y una insurrección general para desorientar el
despliegue estratégico realista. Aquí un Estado estaba en guerra contra otro
Estado que a su vez estaba fomentando el surgimiento de una máquina de guerra que sería incapaz de
capturar. Este hecho generó una escalada de violencia que comenzó a minar las
bases del poder español y de la propia operación de liberación de San Martín. Este
fue el marco del pronunciamiento de Aznapuquio donde se depuso al virrey en
ejercicio y asumió la jefatura José La Serna un veterano de la guerra de independencia
en la península ibérica[39].
Con este cambio, que dejó a la sociedad peruana cubierta
en un manto de perplejidad según Cristina Mazzeo, se produjeron más deserciones
dentro del campo realista y más intentos de rebelión en la Sierra y en el Alto
Perú[40].
Aquí la máquina de guerra se
encontraba ya en pleno proceso de destrucción del virreinato. A pesar de estas
complicaciones que agravaban la situación de España en el continente, según Sánchez
Caraza, el ejército realista aún no estaba derrotado, se encontraba con una
alta disponibilidad operacional y fue capaz de obtener importantes victorias
militares[41].
Este fue el marco de las fallidas
negociaciones de paz a mediados del año 1821 en
Punchauca (1821) que, según García Camba, introdujeron más variables a la
situación de por sí ya compleja[42].
El estancamiento de la situación peruana, el avance de las tropas colombianas
desde el norte y la entrevista entre San Martín y Bolívar fue el punto muerto
de la guerra en Suramérica. El esfuerzo por destrabar la situación se tradujo
en dos desastrosas campañas en la región conocida como Intermedios que
provocaron la disolución del nuevo Estado peruano y la entrada en escena en
Perú del Estado colombiano en un contexto signado por la vuelta del absolutismo
en la península ibérica[43].
La vuelta del absolutismo en la península ibérica
provocó la insurrección del General Pedro Antonio de Olañeta que obligó al
virrey a destinar fuerzas para su sofocamiento[44].
La división de fuerzas realistas fue el momento utilizado para la reanudación
de las operaciones militares por los independentistas. Este fue el marco de la
batalla de Junín. No vamos a analizar los pormenores de ese encuentro. El
aspecto relevante de esta situación fue el hecho de que el despliegue de una
importante fuerza de combate con la resolución de destruir la dividida fuerza realista
representó un golpe moral que produjo la erosión del ejército y la extensión de
la máquina de guerra. Lo que nos
interesa destacar aquí fue que este se produjo dentro de un contexto masivo de
disolución del Estado español y del nuevo Estado americano, es decir,
deserciones, asesinatos, cambios de bando, etc. La diferencia fue que los
realistas estaban limitados para aplicar medidas severas de disciplina. No así
en el campo del aparato colombiano a las órdenes de Bolívar y Antonio José de
Sucre que estaba operando en un estado de excepción. Por ello, para los
peruanos Bolívar fue un dictador en el sentido estricto del término. La
pregunta ahora es cómo operó esta máquina
de guerra y cómo fue el intento de captura conducido por dictador peruano.
Ya hemos indicado que la fuerza
militar conducida por San Martín desencadenó una máquina de guerra y trató de activar un aparato de captura en la medida en que pudo proyectar su poder,
pero cuando éste llegó a su límite buscó formalizar lo que había alcanzado
mediante la constitución de un Estado. En este fallido intento quedaron en el
medio de las fuerzas realistas e independentistas las facciones políticas (de Riva
Agüero y Torres Tagle) y las bandas (guerrilleros, montoneros u oportunistas).
A estos grupos hay que agregarle también los grupos militares rioplatenses,
chilenos, colombianos y peruanos que buscaron rehacer el Estado[45].
Nos interesa destacar el papel de las bandas debido a que permite visualizar
mejor el concepto de máquina de guerra.
La máquina de guerra, como indicamos al principio, Deleuze y Guattari
la caracterizan como un modelo
turbulento, problemático, atómico y su imagen asemeja a un flujo. Si consideramos
el año 1822 como anclaje temporal, podemos afirmar que José de San Martín trató
de establecer un enlace con las fuerzas colombianas para salir del
estancamiento en que se encontraba. Esta parálisis sanmartiniana tendió a convertir
a la totalidad del virreinato en un espacio fragmentado por la existencia de
diferentes grupos con intereses convergentes, divergentes o mixtos que se
disputaban el poder y ello en sí indicaba la situación problemática en que se
encontraba el virreinato. El flujo puede ser entendido como un torbellino desencadenado
en un espacio específico con potencial de extenderse más allá del virreinato,
por lo que junto con la destrucción del poder español, como efectivamente
estaba acaeciendo en dicho espacio, podía también destruir los recientes
ordenes políticos constituidos en el resto de la región[46].
Así pues, las facciones o bandas (los
gauchos, peruanos o altos peruanos) redujeron la acción de los ‘ordenes’
realista y en menor medida independentistas a las ciudades y poblados operando
desde espacios lisos incluso en el
período que medio entre Torata-Moquegua y Ayacucho. Desde esta perspectiva, los
realistas operaron desde espacios estriados.
Desde esta perspectiva, las operaciones militares desarrolladas por San Martín
fueron mixtas, es decir, fueron dirigidas contra los espacios estriados
realistas (ciudades y vías de comunicación) y buscó erosionar su poder operando
en espacios lisos. Bolívar y Sucre, por el contrario, considerando la
existencia de diferentes órdenes en pugna generaron las condiciones de
posibilidad logísticas para actuar en el espacio
liso y esto colocó a esa fuerza de combate superior a la de las bandas a
actuar como un aparato de captura convirtiendo
el torbellino peruano en un flujo de destrucción dirigido contra el poder
realista[47].
La pregunta que surge en este momento
es cómo se produjo esta forma de acción que provocó el agenciamiento entre máquina de guerra y aparato de captura. Nosotros creemos que fue mediante la solución
del dilema de saber ‘quién era el verdadero enemigo’ como se plantearon los alemanes
en Tauroggen en el año 1813. Ese dilema se presentó a todos los actores de la
crisis política peruana cuando ocurrió la fragmentación de los independentistas
del año 1823 contemporáneamente con el fin del trieño liberal en España y
cuando aconteció la fragmentación realista en el 1824. Esto nos permite
examinar ahora el plano de las fuerzas morales para poder comprender la
naturaleza de dicho fraccionamiento. El dilema alemán de 1813 nos permite hacer
referencia al pensamiento de Raymond Aron.
Raymond Aron ha expresado que existen
dos momentos antitéticos en que se presentan las fuerzas morales: El primero momento
está referido al cálculo de fuerzas que puede apuntar a una ascensión a los
extremos e indica su indeterminación, es decir, lo que se está dispuesto a
sacrificar y el segundo, donde se puede conducir a la interrupción de las
operaciones y la desescalada[48]. En
base a este criterio, podemos decir con respecto al primer momento que hasta la
batalla de Maipú, con excepciones, en toda Suramérica, operó una máquina de guerra que hizo ascender la
guerra hacia el extremo. Después del año 1820 se llegó al límite y después de
allí la negociación y una polaridad expresada en acción e inacción, es decir, un
cálculo de posibilidades hasta las acciones de Oruro y Junín que condujeron a
Ayacucho. Aquí resaltan dos aspectos a tener presente: Uno señalado por Deleuze
y Guattari y otro realizado por el propio Aron. Deleuze y Guattari expresaron
que
“La guerra no tiene
necesariamente por objeto la batalla, y sobre todo la máquina de guerra no
tiene necesariamente por objeto la guerra, aunque la guerra y la batalla puedan
derivar de ella necesariamente (bajo ciertas condiciones)”[49].
Esta afirmación obedece a que consideran
que la no-batalla y la batalla son el doble objeto de la guerra. Esto se
corresponde con el cálculo de posibilidades en todo el virreinato del Perú
entre 1820 y 1824. Este cálculo de posibilidades se enmarcó en lo que
correspondió con el trieño liberal. De igual forma, si la guerra, después de la
fragmentación realista se derivó de la máquina
de guerra se debió al retorno del absolutismo en España por lo que la
guerra en América podía tender nuevamente a los extremos y había que evitar en unas
circunstancias inciertas para ambos contrincantes.
Con respecto al segundo momento
antitético, Aron señaló tres aspectos relacionados con el elemento moral que
nos van a ayudar a entender cómo se produjo el agenciamiento de la máquina de guerra y el aparato de captura:
·
La definición inicial de
la guerra como guerra de liberación
convirtió al elemento moral y material como blanco de las acciones de los
antagonistas. Hasta 1820 el punto de aplicación se concentró en lo moral,
después en lo material como medio para quebrar la moral.
·
El efecto de la fricción a la cual están sometidos los antagonistas
que se materializó en el debilitamiento del Estado realista y el nuevo Estado y
desarrollo de la máquina de guerra. Por
ello después de 1823 el Libertador Bolívar buscó dirigir la turbulencia
generada por la máquina hacia los
realistas y los realistas buscaron suprimirla infructuosamente como aconteció
en Oruro.
·
La pasión del pueblo como expresión de la concepción clausewitziana de
la trinidad de la guerra muestra la virtud guerrera del poder militar por tres
vías: el apoyo dado al ejército y gobierno colombiano victorioso por parte de unos
peruanos que en general supieron reponerse a las adversidades a pesar de las
circunstancias; la perplejidad de la población en el espacio donde se desarrollaron
las campañas militares y; finalmente, la erosión de la moral que terminó definiendo
al realista como enemigo. Y finalmente, el impacto del desarrollo de las
operaciones del Ejército Unido en gran parte del año 1824[50].
Si se tiene presente que para Deleuze
y Guattari sólo existen agenciamientos de deseo y de enunciación podemos aseverar
que Bolívar, y después Sucre, logró agenciar a todas las organizaciones
turbulentas atomizadas que coexistían en el virreinato del Perú y dirigirlas
contra el ‘verdadero enemigo’ siguiendo la tesis de Aron. Hubo una relación
entre tiempo y moral donde el primero actuó como erosionador del segundo en un momento
de máxima tensión generada por la secuencia de fraccionamientos antes indicada.
No obstante, la moral, comprendida como consecuencia de una praxis determinada por la presencia de
una estructura de valores que había sido destruida por la turbulencia
revolucionaria, no podía ser rehecha ipso
facto explicando, con ello, el aparato
de captura que se instauraría contemporáneamente.
El Libertador Bolívar se apropió de
la máquina de guerra mediante una
triple operación: 1.-) mediante la incorporación de bandas y facciones que
operaban en un territorio dado y el reclutamiento nacional, 2.-) mediante la
aplicación de severas medidas disciplinarias dentro de un contexto de estado de
excepción y 3.-) el endeudamiento peruano. Así pues, con la máquina de guerra capturada operando en
la dirección que Bolívar determinaba se produjo un nuevo Estado gracias a que ejecutó
una operación de comparación de la capacidad destructiva existente que permitió
la implantación de unos regímenes de violencia y se apropió de forma
monopolista de la renta, el sobre trabajo y la moneda apelando a la existencia
de una fuerza superior vista como una situación amenazante[51].
La campaña de Ayacucho, en este contexto, se produjo después de un progresivo proceso
erosivo material y moral del imperio español.
La victoria de los independentistas
en Ayacucho hizo que se extendiera el poder de destrucción de la máquina de guerra contra el Estado
realista en todo el espacio geográfico que dominaba. La campaña se desarrolló
como una danza de desgaste donde los realistas llevaron la peor parte[52].
Luego del desenlace favorable de la batalla para la causa independentista y la
capitulación de las fuerzas realistas, Antonio José de Sucre, nombrado Gran
Mariscal de Ayacucho avanzó hacia el sur teniendo a su disposición el ejército
más poderoso de Suramérica[53].
En este avance muchos comenzaron a sumarse a la causa
independentista a pesar de la existencia de importantes fuerzas realistas que
pudieron seguir combatiendo efectivamente.
El desenlace de Ayacucho activo la máquina de guerra contra el Estado
español en el Alto Perú desde el mismo momento que importantes unidades militares
se avinieron a la capitulación. Otras que se plantearon seriamente combatir se
encontraron frente a una fuerza inmensamente superior por lo que también se
acogieron a la capitulación y/o se unieron a las fuerzas independentistas o se
replegaron manteniéndose leales a monarquía. Estas últimas se concentraron en
torno al General Pedro Antonio Olañeta con la intención de ganar tiempo, pero a
pesar de unas maniobras infructuosas el proceso de disolución del poder español
continuó en la medida en que avanzaron las fuerzas independentistas hasta la
propia muerte del general realista en Tumusla que dio punto final al conflicto
con la península ibérica.
Con el deterioro
de la situación política en el Alto Perú el Mariscal Sucre convocó una asamblea
constituyente para que la población decidiera su destino en un contexto donde
esta estaba dividida entre realistas, independentistas y de estos últimos los
que querían formar parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata y los que
querían formar parte de Perú. Aquí observaremos cómo la imposibilidad de
capturar la máquina de guerra que se
había gestado se constituyó en el germen de la inestabilidad no sólo en el Alto
Perú, sino también en el resto de Suramérica. Ya habíamos indicado la situación
en las Provincias Unidas del Río de la Plata. En el Alto Perú, después Bolivia,
y en Perú la máquina de guerra fue
contenida por la fuerte presencia militar colombiana[54].
En la medida en que se fueron retirando estas tropas el fermento de la guerra
civil entraría en escena[55].
En Colombia
también estaba sucediendo lo propio agregándose además la sombra de la secesión
como acaecerá también en las Provincias Unidas del Río de la Plata y más tarde
en la región centroamericana. La isomorfía, en este contexto se presentaría a
partir de una axiomática que expresaría, siguiendo a Deleuze y Guattari, un
mismo plano de inmanencia dado por la forma Estado en sí que se gestó en
función de un solo y mismo mercado, por la permanencia de minorías irredentas
capaces de desencadenar una máquina de
guerra y por dejar un umbral que se expresará como máquina de guerra liberada o desencadenada[56].
4.- Corolario
La independencia de Hispanoamérica fue
un proceso histórico iniciado por una acontecimiento que tuvo su origen en la máquina de guerra que representó la
revolución estadounidense y francesa y la posterior invasión napoleónica de la
península ibérica que planteó tanto en Europa como en América un conflicto entre
los años 1808 y 1825 que tuvo a la libertad en el plano discursivo, pero en el
fondo lo que se debatía era el establecimiento de una isomorfía basada en la
constitución de un nuevo ordenamiento. Es decir, según Blanco, muchos hispanos europeos
y americanos quisieron ser libre dentro del sistema absolutista español, otros
quisieron ser libres siguiendo un sistema monárquico liberal con igualdad de estatus político para los criollos
americanos y otros pensaron en ser republicanos e independientes de la
metrópoli. Estas querencias se produjeron en tiempos diferentes como
acontecería en la propia España desde la perspectiva republicana, no obstante,
el acontecimiento en sí mismo, siguiendo a Sánchez Caraza, obligó a todos los individuos
regidos por el nomos hispánico a
asumir una posición política haciendo que el conflicto en los dos continentes
asumiera un carácter absoluto e históricamente revolucionario.
Este carácter revolucionario es lo
que nos ha permitido introducir los conceptos de máquina de guerra y aparato
de captura que a pesar de no haber sido considerado de forma explícita por
Thibaud nos ha servido para explicar la inestabilidad política remanente
insistimos a los dos lados del océano Atlántico doscientos años después de esos
hechos. El problema que se ha presentado usando al efecto los conceptos
deleuzoguattariano es que el nuevo Estado no pudo capturar efectivamente la máquina de guerra y esta históricamente
se ha dirigido a destruir el orden existente unas veces bajo la figura
absolutista que ha trasmutado en la constitución de sistemas totalitarios y
otras veces bajo una figura liberal que ha fomentado el fraccionamiento, pero
en ambos casos bajo la misma axiomática cuyo estudio nos pudiera ayudar a
definir quién ha sido del verdadero antagonista.
[2] Marialsira González Rivas, Licenciada en Biología (UCV) (1990), Magister Scientiarum en Filosofía de la Guerra en la Universidad Militar Bolivariana de Venezuela (UMBV) (2014) y Doctora en métodos cuantitativos y modelaje de cuencas en la Universidad Paris VI, La Sorbona (1996).
[3] Edgar Blanco Carrero, Capitán de Navío y Doctor en Filosofía
(UCV) (2016), Magister Scientiarum en Filosofía y Ciencias Humanas (UCV)
(2008), Especialista en Derecho y Política internacionales (UCV) (1994),
Especialista en ciencias administrativas (UCV) (1996). Comando y Estado Mayor
Naval (1996), Especialista en Política y Estrategia (ESG-Río de Janeiro)
(1998). Profesor de Filosofía de la Praxis FHE-UCV, Grupo de Investigación de
Evoluciones Metafísicas www.giem.net
[4] Deleuze, Gilles y Guattari, Felix., Mil Mesetas. Capitalismo y Esquizofrenia. Editorial Pre-Textos 8º
éd. Valencia, 2008
[5] Thibaud, Clement, Repúblicas
en Armas. Los Ejércitos Bolivarianos en la Guerra de Independencia en Colombia y Venezuela, Planeta,
Institut Français d’Etudes Andines Bogotá-Lima, 2003.
[6] Bracho, Jairo, La Defensa
Marítima de la Capitanía General de Venezuela II (1783-1813), INEAI, Caracas,
2005.
[7] Zapatero, José, La Guerra
en el Caribe en el siglo XVIII, Servicio Histórico Militar y Museo del
Ejército, Madrid, 1990.
[8] Bracho, 55.
[9] Un agenciamiento es “un conjunto de singularidades y de rasgos
extraídos de un flujo – seleccionados, organizados, estratificados – a fin de
converger (consistencia) artificialmente y naturalmente”. Deleuze, Gilles y Guattari, Felix, 408 y 421.
[10] Deleuze,
Gilles y Guattari, Felix, 459.
[11] Blanco, Edgar, “El Nomos de la Tierra y cómo el Sistema de
Referencia ha impactado la defensa del territorio venezolano al Occidente del país
y la fachada Atlántica”. Caracas. UCV. Trabajo presentado en: I Jornadas sobre
Fortificaciones Hispánicas en Venezuela, 2019, https://edgareblancocarrero.blogspot.com/2019/01/el-nomos-de-la-tierra-y-como-el-sistema.html
(Consultado el 13 de febrero de 2020).
[12] Blanco, Edgar, “El Concepto de Revolución de Hannah Arendt y el
proceso que dio inicio a la Independencia Venezolana”. CGA. Correo de la Armada. Edición 40°
Aniversario, Caracas, 2011.
[13] Arendt, Hannah, Sobre la
Revolución, Ediciones de la Revista de Occidente, Madrid. (T. P. Bravo), 2006.
[14] Ver al respecto: Blanco, Edgar, (2005) “Consideraciones de Orden
Estratégico que Enmarcaron el Intento de Francisco de Miranda de Independizar
la América del Sur” en Jiménez, Hadelis (Comp.), El Desembarco de la Vela de Coro. Caracas. CGA, 25-26
[15] Sanz, Víctor, Nuevo
bosquejo de la Historia de España, Universidad Central de Venezuela,
Ediciones de la Biblioteca. Caracas, 2002.
[16] Ver al respecto: Agustín, Sánchez y Almudena, Delgado. (2011).
“España y las independencias de sus dominios de ultramar, 1808 – 1823” en:
Straka, Tomás, Sánchez, Agustín. y Zeuske, Michael. (Comp.), Las
Independencias de Hispanoamérica, Fundación Empresas Polar, Universidad
Católica Andrés Bello, Fundación Konrad Adenauer, Universidad Michoacana de San
Nicolás de Hidalgo, Caracas.
[17] Clausewitz, Carl. On War. Princeton University Press,
Princeton (1832), 1989.
[18]Ministerio del Poder Popular para la
Cultura. Archivo del Libertador, en www.archivodellibertador.gob.ve (Consultado el 24 de enero de 2020)
[19] Weber, Max, Economía y
Sociedad. Esbozo de Sociología Comprensiva, F.C.E, México, 1994.
[20] Pérez Pardella, Agustín, José
de San Martín. El Libertador cabalga. Una
biografía Editorial Planeta 3° ed., Buenos Aires, 1998.
[21] Aron, Raymond, Pensar la
Guerra, Clausewitz I. La edad europea. Ministerio de Defensa, Madrid, 1993.
[22] “La guerra hoplítica, que libran las ciudades en combates ordenados
donde se enfrentan ciudadanos-soldados, se opone clásicamente a las formas más
arcaicas de los combates singulares, tal como los describe Homero”. Aquí remite
a un autor citado por Deleuze y Guattari, es decir, G. Dumezil, y sugiere complementar los análisis que
hacen al respecto. Thibaud, Clement, 108.
[23] Sobre Weber, 202 y Thibaud, 300.
[24] Deleuze, Gilles y Guattari, Felix, 452.
[25] Sobre la potencia de apropiación ver: Deleuze, Gilles y Guattari,
Felix, 444.
[26] Según la Real Academia de la Lengua una mesnada es una agrupación
de “gente de armas que antiguamente servía bajo el mando del rey o de un
ricohombre o caballero principal”. Por otra parte, ver Thibaud, Clement, 202.
[27] Thibaud, Clement, 204.
[28] Thibaud, Clement, 282.
[29] Ver al respecto: Tiébault, Charles, Manual General del Servicio de los Estados Mayores Generales y
Divisionarios, en los Ejércitos, Ministerio de la Defensa, Edición
facsímil, Caracas (1973).
[30] Thibaud,
Clement, 311
[31] Schmitt, Carl, Teología
Política. Editorial Trotta, Madrid, 2009.
[32]Sánchez Caraza, Manuel, “La Campaña de Ayacucho como fundamento de
la Unidad Suramericana”, MSc diss., Universidad de Buenos Aires, 2018, 185.
[33]Ruiz Moreno, Isidoro, Campañas
militares argentinas. La política y la guerra. del Virreinato al Pacto Federal,
Editorial emecé, Buenos Aires, 2012.
[34] García Camba, Andrés, Memorias
del General García Camba. Para la Historia de las Armas Españolas en el Perú
1809-1821, Editorial América, Madrid, 1916, Pérez Pardella, Agustín, 95-97,
Huergo, Martín, (2005). “General Don Martín Miguel de Güemes: Conductor
Militar”. Colegio Militar. Revista
Digital Universitaria Año 3 Número 10. Buenos Aires, 2005, 15 p en http://www.rediu.colegiomilitar.mil.ar/pdf/ReDiU_0310_art3-Guemes.pdf
(Consultado el 12 de febrero de 2020) y Rolando, Pedro, “La Guerra Gaucha en la
visión de los vencidos: La Serna - García Camba – Pezuela – Torata – Miller”,
Colegio Militar. Revista Digital
Universitaria Año 15 Número 42, Buenos Aires, 2017, 20 en http://www.rediu.colegiomilitar.mil.ar/pdf/ReDiU_1542_art3-La%20Guerra%20Gaucha%20en%20la%20visi%C3%B3n%20de%20los%20vencidos.pdf
(Consultado en 09 de febrero de 2020).
[35] Hay que tener presente que la guerra hasta la regularización se rigió
según el decreto de guerra a muerte pronunciado por Bolívar en el año 1813
generando contemporáneamente una situación similar a la Guerra Gaucha.
[36] Ver al respecto: Mazzeo, Cristina, Las Vicisitudes de la Guerra de la Independencia del Perú 1817-1824. Instituto
Riva-Agüero N° 201, Lima, 2003..
[37] Ver al respecto: Anna, Timothy, La Caída del Gobierno Español en el Perú. El Dilema de la Independencia,
IEP, Lima, 2003.
[38] García Camba, Andrés, 307 y Pérez Pardella, Agustín, 236.
[39] García Camba, Andrés, 493.
[40] Mazzeo, Cristina, 55.
[41] Sanchez Caraza, 75.
[42] García Camba, Andrés, 513.
[43] En principio la presidencia en Perú fue asumida por José de la
Riva Agüero quien tomó el poder luego de lo que se conoce como Motín de
Balconcillo deponiéndose a la junta gubernativa nombrada por el congreso
constituyente convocado por San Martín. Después, él sería depuesto del cargo
asumiéndolo José Bernardo de Tagle y Portocarrero. Ver al respecto: Anna,
Timothy, 39 y Ayala, Agustín, “El Ayacucho descrito por Madariaga no es el
Ayacucho de Sucre”, Ministerio de la
Defensa y Sociedad Bolivariana de Venezuela N° 5. Caracas, 1976, 01-46.
[44]López, Eleazar, Sucre.
Síntesis de su vida militar, Fuerzas Armadas de Cooperación, Caracas, 1993,
124 p y Valdez, José. Conde de Torata, Refutación
que hace el Mariscal de Campo Don Jerónimo Valdés del manifiesto que el
Teniente General Don Joaquín de la Pezuela imprimió en 1821 a su regreso del
Perú, Imprenta de Minuesa de los Ríos, Madrid, 1895.
[45] Sánchez Caraza, Manuel, 95
[46] Sánchez Caraza, Manuel, 97
[47]Sánchez Caraza, Manuel, 105.
[48] Aron, Raymond, 181-183.
[49] Deleuze, Gilles y Guattari, Felix, 416.
[50] Sánchez Caraza, Manuel, 75.
[51] Deleuze, Gilles y Guattari, Felix, 407.
[52] Valdés, José, III, 35, Cortegana, José. y de la Haza, Manuel, Historia de las Batallas de Junín y Ayacucho,
Milla Batres Editorial, Lima, 1974, 57; Ayala, Agustín, 42-44, López, Manuel
Antonio, Recuerdos Históricos de la
Guerra de Independencia, Forda y Lombana, 2° ed. Bogotá, 1889, https://archive.org/stream/recuerdoshistr00lp/recuerdoshistr00lp_djvu.txt
(Consultado el: 14 de abril de 2020), Academia Militar de Venezuela (AMV) Manual de Historia Militar IV. Caracas.
División Académica, 1981, Luqui-Lagleyse, Julio, Ayacucho. El ocaso del Imperio Español. Buenos Aires. Editorial
Planeta. 2008.
[53] Ver al respecto: O’Leary, José Prudencio Memorias del General O´Leary. Tomos XX-XXIII. Caracas. Edición
facsimilar. Ministerio de la Defensa. 1981, Sucre, Antonio José De mi propia mano. 2° ed., Fundación
Biblioteca Ayacucho, Caracas, 2009 y Andrade. Luis, “Sucre: Soldado de la
Independencia”. En Ayala, E (Ed.). Sucre.
Soldado y Estadista. 2° ed. Quito. Corporación Editorial Nacional, 2009, 33-
52.
[54] López, Manuel, 220-222.
[55] López, Manuel, 455
[56] Deleuze,
Gilles y Guattari, Felix, 466-476.
No hay comentarios:
Publicar un comentario