viernes, 4 de octubre de 2013

IMPLICACIONES ESTRATÉGICAS DE LA DIPLOMACIA NAVAL RUSA EN VENEZUELA




Introducción.

La Federación Rusa, heredera de la extinta Unión Soviética, ha recuperado de forma relativa su rol dentro del juego de poderes actualmente presente a escala global. La diferencia de esta república con el antiguo Estado comunista radica en que tomó de forma temprana la estrategia marítima inaugurada por Pedro “El Grande” a inicios del siglo XVIII[1] y perfeccionada por el Almirante Gorshkov[2] en la década de los años sesenta del siglo pasado.

La expansión naval de ese Estado comunista se inició después de la crisis de los misiles en Cuba en el año 1962 dentro del marco del conflicto este-oeste y como consecuencia de esa crisis por evidenciar las limitaciones para operar a grandes distancias de sus bases. Como se sabe Venezuela estableció relaciones diplomáticas con la Unión Soviética en el año 1945 a pesar del marcado espíritu anticomunista de la clase dirigente. Esta diferencia ideológica hizo que desde esa fecha hasta el año 1998 las relaciones se mantuvieran en el plano mixto con tendencia hacia el conflicto como se evidenció, desde el punto de vista naval, en la participación de buques de guerra venezolanos en la cuarentena decretada contra Cuba durante la crisis del año 1962 y posteriormente con la captura del remolcador “Idonovon Gromovoy Daecca Nº 727” en el año 1968 cuando intentó introducir armas para apoyar la insurgencia comunista en territorio venezolano (Blanco, 2004:97).

Con la desescalada del conflicto este-oeste producida a finales de la década de los años ochenta del siglo pasado, primeramente la relación Unión Soviética-Venezuela y posteriormente la relación Rusia-Venezuela pasó de un importante antagonismo a una intensa cooperación. Como esta cooperación se produce, desde la perspectiva rusa, dentro de un juego de intereses globales donde participan otros actores con otros intereses, vamos a examinar cómo la presencia naval rusa en diversos escenarios geopolíticos en el mundo ha tenido incidencia en Venezuela entre los años 2008 y 2013 a fin de determinar la trama de relaciones existentes, su complejidad y las posibilidades de maniobra de Venezuela en el ámbito internacional, teniendo como foco el espacio marítimo conceptualizado como vía de comunicación y fuente de recursos, debido a las tensiones existentes entre posiciones políticas basadas en los conceptos de mare liberum y mare clausum entendido éste bajo la lógica de la Convención sobre Derecho del Mar.

Para dar cumplimiento a este propósito, vamos a realizar, en primer lugar, unas precisiones conceptuales entre las nociones de poder naval y diplomacia naval como expresiones del poder de un Estado en el mar, en segundo lugar, vamos a examinar fenomenológicamente la presencia naval rusa en el Alta Mar, en los océanos Indico, Ártico y Atlántico, así como en el mar Mediterráneo y en el este de Asia y, en tercero y último lugar, vamos a analizar cómo el poder marítimo y, en especial, el poder naval venezolano puede responder a las necesidades de una política exterior enfocada a la democratización de la comunidad internacional con el apoyo de Rusia y otras potencias emergentes en los espacios marítimos.

1.- La Diplomacia Naval dentro del contexto del poder naval en la primera década del siglo XXI.

El poder marítimo de un Estado ha sido definido como la capacidad que tiene una entidad política de autoorganizarse hacia el mar y en general hacia otros espacios navegables (Blanco, 2004:59). Siendo el Estado una composición de relaciones políticas de entes que buscan perseverar en su propia existencia, la autoorganización evidencia la potencia de ser de esa comunidad en el mar a partir del uso y consecuentemente la defensa de esos espacios como expresión de esa misma existencia. Como los mecanismos de defensa emanan de la misma potencia de autoorganización que le permite a la comunidad política estar y permanecer en ese espacio, se entiende que este uso está relacionado, como ya se reseñó, en lo que respecta a medio de comunicación y fuente de recursos, pero también un espacio para adquirir conocimientos.

Estas posibilidades de uso están condicionadas por la legislación internacional (y nacional) vigente en lo concerniente a la regulación de los usos y en lo relacionado a la aceptación o no de ese régimen internacional. En cuanto a la regulación de los usos, la legislación internacional tiene un componente político y uno técnico que en la mayoría de los casos ha pasado a ser parte de la legislación interna de los Estados y expresan el poder que ejercen sobre los espacios marítimos. Este poder se expresa en forma absoluta en Aguas Interiores (AI), Mar Territorial (MT) y en forma relativa en Plataforma Continental (PC) y consecuentemente en la Plataforma Continental Extendida (PCE), la Zona Económica Exclusiva (ZEE) y en el Alta Mar (AM) dentro del marco de la Convención de las Naciones Unidas para el Derecho del Mar (CNUDM) vigente desde el año 1994[3] y del que Venezuela no forma parte y Rusia si desde el año 1997. El técnico está relacionado con el cómo debe ser usado el mar en tanto que medio de comunicación (Organización Marítima Internacional OMI) y como fuente de recursos vivos y no vivos: los vivos relacionados con las especies transzonales y altamente migratorias y con la explotación racional de las mismas debida a las necesidades impuestas por el crecimiento de la población mundial[4], y los no vivos en especial los combustibles fósiles y los nódulos polímetálicos; los primeros por su alto valor estratégico y su alto potencial de generar conflictos fronterizos a pesar de las nuevas técnicas de perforación instrumentadas en Estados Unidos y conocidas como fractura hidráulica (fracking)[5] que han permitido re-explotar fuentes declaradas agotadas postergando, en cierta forma la explotación de nuevos yacimientos como los ubicados en la Pre-Sal brasileña, y los segundos por las limitaciones impuestas por la CNUDM.

Desde el punto de vista político, la Universidad de Durhan (2006) ha indicado que los principales focos de conflictos que se presentaran en el futuro venidero serán por causas originadas en los espacios marítimos entre las que se destacan, en primer lugar, la PCE en nuestra fachada Atlántica y afecta, además de nuestro país a Barbados, Guyana, Surinam, Trinidad y Tobago y Francia, en segundo lugar, la forma de delimitación concerniente al tipo de línea a ser aplicada (EE.UU. y Rusia) y, en tercer lugar, por soberanía (Venezuela y Colombia por una parte y Venezuela y Guyana por la otra)[6]. Por su parte M. Klare destacó a inicios del año 2013, que los conflictos marítimos sobre los cuales había que prestar atención, en el presente, son: Nicaragua-Colombia, Falkland/Malvinas, China-Japón, Corea del Sur-China, Filipinas-China, Vietnam-China y Chipre-Líbano-Gaza-Israel debido a que en esta área hay una mezcla de diferencias que van desde la existencia de área aún no delimitadas, la discordancia en el tipo de línea a usar para delimitar y otras disputas por soberanía de islas ubicadas en el área (2013:30-31).

Para este autor el área de mayor tensión la constituye el este de Asia, sin embargo, propone como una vía de solución la denominadas Zona de Desarrollo Conjunto (ZDC), una iniciativa que también se está proponiendo para reducir las posibilidades de conflicto en la PCE que se encuentra ubicada en nuestra fachada Atlántica y que recuerda a tesis rechazadas para delimitar el Golfo de Venezuela. Si se tiene presente que el foco de atención de estos conflictos es la PC y los recursos potencialmente existentes en el suelo y el subsuelo, la conflictividad está dada tanto por posiciones ideológicas y posiciones históricas que hacen que exista una discrepancia en la relación legislación internacional, la práctica consuetudinaria y las posibilidades para que una comunidad política pueda perseverar en su propia existencia mediante la explotación de recursos considerados como estratégicos.

Este aspecto es importante tenerlo en cuenta porque si bien el interés principal está en la explotación de recursos en las áreas marinas y submarinas incluyendo el suelo y el subsuelo que corresponden a la ZEE, PC y PCE, es posible que en esas áreas la libre navegación para cualquier tipo de buques a menos que se pueda invocar la ocurrencia de actividades sospechosas como se aplica contra el narcotráfico, la piratería y el terrorismo tanto por buques particulares como aconteció recientemente con el buque norcoreano “So San” interceptado en el mar Rojo por transportar armas al cercano oriente, o por buques de Guerra como sucedió con las excusas dadas por el gobierno estadounidense cuando la fragata “General Soublette” interceptó a una fragata de ese país navegando en aguas jurisdiccionales correspondientes a nuestra ZEE en el año 1989[7]. La diferencia existente entre el poder que ejerce el Estado sobre áreas específicas en el mar de acuerdo con CNUDM y las necesidades para garantizar su supervivencia es lo que potencia hoy en día las posibilidades de conflicto.

Desde el punto de vista técnico, el establecimiento de directrices para prevenir la piratería, el narcotráfico y el terrorismo por intermedio de un conjunto de normas que abarcan los puertos y los buques de terceros Estados que naveguen las principales rutas marítimas en el AM, ha supuesto que las competencias políticas de los Estados se han reducido sensiblemente para beneficio de un orden internacional que pretende permanecer a expensa de la sociedad internacional como un todo. Desde la perspectiva de los recursos ubicados fuera de la jurisdicción de los Estados tanto Klare como García dos Reis han sido coincidentes en afirmar que las necesidades de mantener el desarrollo de la capacidad productiva de las potencias emergentes así como la necesidad de alimentar a una creciente población mundial han generando desequilibrios climáticos que han tenido graves consecuencias no sólo sobre el ambiente sino también a toda la humanidad. Las regulaciones que se han tratado de imponer al respecto apunta al mantenimiento de la división internacional del trabajo y consecuentemente a mantener el orden existente.

Como se puede observar, de una manera superficial, la aceptación o el desconocimiento de ese régimen internacional en el mar ha generado, en primer lugar, un espacio de conflicto caracterizado por ser un campo de acción donde se opera fuera de un derecho positivo, es decir, más allá de las reglas de acuerdo con el concepto y las categorías establecidas por Qiao y Wang (1999) y, en segundo lugar, ha obligado a un importante grupo de Estados a proyectarse hacia el AM a fin de prevenir potenciales acciones desde el mar que afecten su seguridad. Estos son los casos de Rusia, China, Japón, Irán e India (Blanco, 2010:151).

Este espacio de actuación en un contexto signado, en primer lugar, por la prohibición de la guerra como medio la solución de controversias entre Estados sin menoscabar sus derechos a la legitima defensa y, en segundo lugar, la existencia de intereses antagónicos que podrían generar una escalada de conflicto, se ha convertido en un espacio donde la diplomacia naval se está presentando de manera creciente a escala global para asegurar el mantenimiento de una capacidad de maniobra a escala internacional y para la defensa de intereses considerados como vitales para el mantenimiento de un Estado.

La diplomacia naval supone, para Till,  el empleo de la fuerza para la coacción, la construcción de alianzas y la asistencia marítima (1994:191). La coacción implica la ejecución de acciones punitivas, el aprovechamiento de circunstancias a partir de la ocurrencia de un evento confuso, la demostración de la voluntad de actuar en un escenario dado y la expresión para mostrar amistad o enemistad en una circunstancia  determinada[8]. La relación existente entre el poder naval y la diplomacia naval se evidencia en las mismas funciones que cumple una Armada en época de paz como en época de guerra. La paz y la guerra son dos aspectos que requieren una particular consideración porque la naturaleza actual de la guerra nos indica que hay un solapamiento entre lo que se entiende jurídicamente o formalmente como guerra y como paz y los actos de guerra  que están sucediendo fácticamente en época de paz. Es decir, si la guerra está prohibida según el derecho internacional todos los actos violentos que tanto agresor como agredido no consideren como guerra no lo serán aunque ocurran en un escenario dado. Ello hace necesario tratar de indagar qué se entiende por una agresión violenta. Si vamos a los orígenes de las expresiones “deinón”, “damno” y “daño” nos encontramos que una agresión violenta es una daño provocado de manera deliberada entendiéndose por daño como todo menoscabo que limite la potencia de un ente para perseverar en su propia existencia (Blanco, 2013). Así pues, la muerte, el empobrecimiento y la soledad son consecuencias de distintas formas de daño que se pueden realizar también dentro de un contexto de prohibición de la guerra. En este sentido, Schmitt en el año 1932 denunció como formas relativizadas de la guerra las sanciones económicas, los embargos, la confiscación temporal de la capacidad productiva, etc., en relación con las cláusulas impuestas a Alemania en el Tratado de Versalles y que conducirían al nazismo y la guerra y que Qiao y Wang (1999) enmarcaron en lo han denominado guerra más allá de las reglas.

Dentro de esta perspectiva podemos afirmar, desde el punto de vista político,  que hay una guerra que está aconteciendo al margen de las formalidades establecidas en la Carta de las Naciones Unidas y el plano donde ella ocurre en el mar, como ha ocurrido desde el Tratado de Tordesillas hasta el presente, ha sido el AM. ¿Por qué el AM? Porque es un espacio aún no codificado (o normativizado), es decir, un espacio común donde se está tratando de imponer una serie de normas en beneficio de una estructura de poder vigente desde el Tratado de Paz de Westfalia en el año 1648. El resto de los espacios sujetos a esta situación son el espacio aéreo y ultraterrestre, el continente Antártico y el espacio electromagnético. Estos espacios, que he denominado espacios abstractos porque se requiere de una plataforma específica para que el hombre haga presencia (Blanco, 2010), son los únicos donde se puede ejercer una coacción de forma difusa y más o menos permanente. La excepción la constituye el continente Antártico porque existe una moratoria que ha postergado el conflicto por un período que está por vencerse. Desde estos espacios también es donde se pueden proyectar una gran gama de formas de acción que pueden presuponer un daño que puede condicionar la toma de decisiones de una comunidad política con el riesgo de afectar a la comunidad global.

Dentro de este conjunto de formas de acción es donde entra en juego la diplomacia naval, puesto que es la forma de acción que es más o menos visible y puede ejecutarse dentro de un marco legal o donde no existen normas que restrinjan la acción política sin afectar tanto la política del Estado que la emplee ni a los ejecutores de la acción decidida. En este contexto, la diplomacia naval es el instrumento más efectivo del Estado en tiempo de paz en el mar y da sentido al desarrollo de un poder naval que disuada a un potencial adversario. La causa de esta afirmación obedece a que en guerra es muy difícil para un Estado, con la excepción de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, reponer las perdidas navales sufridas como consecuencia de un conflicto sin afectar la capacidad productiva del mismo Estado. En este sentido, hay una estrecha relación entre diplomacia naval y poder naval debido a que el poder naval cumple, en primer lugar, un efecto disuasivo como se está observando en la carrera armamentista naval que afecta a la mayoría de los países que conforman el extremo oriente[9], en segundo lugar, puede actuar preventivamente, como el despliegue naval realizado por Rusia en el Mediterráneo oriental para tratar de evitar que el conflicto civil en Siria escale y se convierta en una guerra regional, y en tercer lugar, para evitar un mal mayor como aconteció cuando la Armada de Venezuela reafirmó la soberanía venezolana en el Golfo de Venezuela durante la crisis de la corbeta “Caldas”. La relación del poder naval con la diplomacia naval ha sido destacada por García dos Reis al afirmar:

“A gama de operações passiveis de atraer a presença do poder naval è, contemporáneamente, crescente, mesmo em tempo de paz, com a presença na mediação de conflitos ou em crises humanitárias. Neste aspecto, as Marinhas acentuam as suas diferenças com as demais forças no que se convencional hoje denominar Diplomacia Naval…” (2013:20)[10].

Desde el punto de vista técnico, la OMI ha comenzado a instrumentar desde hace una década un sistema de seguimiento de buques a escala global (Long-Range Identification and Tracking, LRIT), que afecta la soberanía de los Estados en el AM en aras de la seguridad, es decir, si existe sospecha de piratería, terrorismo o narcotráfico. Este sistema de seguimiento supone una forma de control policial que mutatis mutandi es igual a la que se aplica hoy en día dentro de los Estados (en los puertos)[11] y permite la realización de acciones de fuerza puntuales, con lo cual el principio del mare clausum se aplica no el espacio sino al concepto de mar en sí en función de las actividades que se realizan. Estas normas que incluyen la acción policial marca justamente el punto en que la estructura oligopólica que conduce la actividad marítima, sea por impotencia, sea por las conexiones inmanentes de todo ordenamiento jurídico, no se halla ya en grado de garantizarse -mediante el ordenamiento jurídico- los fines empíricos que pretende alcanzar a toda costa materializados en la preservación del statu quo. Por ello la policía (en el mar) interviene, por razones de seguridad, en casos innumerables en los que no subsiste una clara situación jurídica enmarcandose estas acciones dentro del plano de la diplomacia naval. Con el acto de fuerza la acción policial naval crea derecho. Esta es la visagra que une el derecho público y el derecho privado. Este carácter policial, que en el mar se ajusta a la diplomacia se caracteriza por ser informe y su presencia espectral, inaferrable y difusa, y se evidencia, en la práctica en los problemas legales que ha presentado la captura de piratas en el Golfo de Adén. 

Así pues, siendo que el mar entendido como medio de comunicación y fuente de recursos es controlado por una estructura de poder de alcance global, esta estructura puede determinar quien puede o no usufructuar dicho espacio en términos de su seguridad y aplicar la fuerza de manera limitada en caso de que esta se encuentre sospechosamente amenazada. ¿Cuál es la relevancia política de este sistema? Su relevancia política radica en que las principales actividades marítimas a escala global están concentradas en grandes oligopolios que tienen su sede mayormente en Occidente, con lo cual, con estas normas de alcance global están protegiendo sus intereses a expensas de los que no forman parte de esos oligopolios. La forma en que se ha materializado esta protección y evidencia la unión entre derecho publico y derecho privado es similar, según Hardt y Negri, a la lex mercatoria hoy en día conocida como derecho mercantil (2004:200-201). Al respecto estos autores han expresado que:

“El término de lex mercatoria alude al sistema jurídico gracias al cual los mercaderes o los negociantes (en particular las compañías navieras, las de seguros, la banca y las empresas comerciales) contratan independientemente, en zonas donde no llegan los controles estatales, y basándose en acuerdos de derecho consuetudinario. En su origen la lex mercatoria designaba las estructuras legales por las que se regían las operaciones entre mercaderes de la Europa medieval” (Ibíd.).

Paradójicamente a esta afirmación, Hardt y Negri han expresado que las fuerzas navales han pasado a ser auxiliares (2004:66) a pesar del carácter de que estas operan (junto con las fuerzas aéreas) en ese espacio abstracto y a su vez difuso determinado por una estructura creada por el hombre a partir de una práctica consuetudinaria. En este contexto, lo que no quedaba amparado en la costumbre, ha sido resuelto a cañonazos. Así pues si se entiende que estos autores hayan afirmado que la guerra actual había adquirido en parte un carácter policial (Ibíd.) a partir del desarrollo de un concepto construido mediante una costumbre solidificada por la fuerza, se explica, en primer lugar, la serie de acciones punitivas realizadas por Occidente en la lucha contra el narcotráfico en el mar Caribe aun cuando la efectividad de esta lucha ha hecho necesaria considerar su legalización para reducir sus consecuencias[12], y en segundo lugar, otro tipo de acciones como la interceptación del mercante norcoreano “So San”, mencionada previamente. Este tipo de acciones, dado su ambiguo carácter puntual y policial, se encuadra en lo que Cable denominó diplomacia naval punitiva (Blanco, 2004).

Consecuentemente, con esta serie de normas establecidas en una estructura que de alguna u otra forma se están aplicando a una gran cantidad de Estados ribereños que están insertos, a su vez, en la estructura de poder global y con una gran posibilidad de acción, todavía en espacios abstractos para los fines del Estado, se evidencia la actual naturaleza del antagonismo y su carácter creciente. Un antagonismo que a pesar de su complejidad, esta caracterizado por ser en lo actuales momentos, como ya se afirmó, de naturaleza difusa con tendencia a una escalada que puede tener consecuencias globales. Una naturaleza que se evidencia en antagonizar en un espacio común donde las reglas están determinadas por la costumbre. Por una parte están básicamente las tradicionales potencias marítimas englobadas en lo que hoy día se denomina Occidente. Por la otra están las potencias que se resisten y se han empeñado en desarrollar un poder naval que le otorgue capacidad de maniobra política en el plano internacional. Venezuela, en este contexto se encuentra ubicada entre los países que se resisten pero paradójicamente ha desarrollado una política que ha disminuido su poder marítimo y consecuentemente su poder naval. Esta paradoja está aun más agravada por el hecho que la conducta estratégica del país más allá de disminuir su capacidad de autoorganizarse hacia el mar ha seguido una líneas de acción que, a pesar de su antagonismo, la han mantenido cercana a Occidente por la segura provisión de recursos energéticos y por la dependencia marítima generada por esta misma conexión petrolera. Esta paradoja ha hecho difícil entender la política exterior venezolana en más de una década.

Venezuela históricamente ha tenido una larga experiencia en cuanto a diplomacia naval se refiere. Nosotros hemos sido afectado por esa forma de actuación y también hemos actuado diplomáticamente en el mar para la defensa de los intereses del Estado[13]. Sin embargo, a pesar de los éxitos en política internacional que alcanzó el país entre los años 2005 que, en cierta forma, significó la reactivación de la Cuarta Flota estadounidense dada la emergencia de una política exterior suramericana independiente, en el país se realizó muy poco para restituir y desarrollar un poder naval que fuera capaz de asegurar una libertad de maniobra en el mar y consecuentemente en las relaciones internacionales. Esta deficiencia se produjo en momentos en que la Federación Rusa, un aliado estratégico de Venezuela, comenzó a operar nuevamente en el Alta Mar y otros escenarios geopolíticos del globo en función de su necesidad de proteger sus intereses marítimos en cualquier parte del mundo a partir de una estrategia basada en la presencia en profundidad y en la disuasión estratégica nuclear. Esta presencia en profundidad explica las visitas de buques de guerra rusos a sus países aliados en el mar Caribe, la realización de ejercicios navales con China en el océano pacífico occidental, la estrategia de contención en el mediterráneo oriental, la lucha contra la piratería en el Golfo de Adén y el creciente antagonismo en el océano Ártico. A continuación vamos describir y a mostrar el alcance de esta presencia en profundidad.

2.- La Presencia naval en Profundidad de la Armada de la Federación Rusa: 2007-2013.

El Almirante ruso Gorshkov fue el pensador que concibió el desarrollo de la Armada soviética después de la crisis de los misiles en Cuba, pero la necesidad soviética de salir al Alta Mar comenzó a ser planteada en los círculos políticos de ese país ex-soviético. Las líneas gruesas del pensamiento estratégico naval ruso elaboradas por este pensador concebía la presencia en profundidad a partir de las visitas diplomáticas de buques de guerra complementada con la operación de buques mercantes que podían ser rápidamente acondicionado para tareas militares y una gigantesca flota de pesqueros que operando en cualquier parte del mundo podían fungir como sensores de alerta temprana para indicar los movimientos de las fuerzas navales de occidente (Chipman, 1982/2010)[14]. Para poder mantener esta presencia naval de forma sostenida, los marinos soviéticos desarrollaron una serie de facilidades en ultramar con el apoyo de países aliados, es decir, Cuba, Siria, Vietnam y Somalia. Además desarrollaron capacidades para el abastecimiento de buques en cualquier lugar del mar océano[15]. 

Con el colapso de la Unión Soviética la presencia naval se redujo más no la presencia mercante y pesquera, pero a partir del año 2007, los buques de guerra ruso comenzaron a mostrar sus banderas en todos los mares del globo. La causa de este hecho obedece a varias razones: en primer lugar, la rápida recuperación de Rusia, país heredero de lo que constituyó el principal rival estadounidense durante la guerra fría, en segundo lugar, la tendencia hacia la conformación de un mundo multipolar con la emergencia de nuevos actores a expensas del declive relativo de la potencia estadounidense y, en tercer lugar, un reacomodamiento de la comunidad internacional debido al surgimiento de nuevas situaciones y necesidades con una carga potencialmente conflictiva que ha obligado a muchos países a incrementar su actividad naval y marítima como un medio para hacer valer sus intereses.


A partir de este contexto vamos a hacer una reseña y análisis de los siguientes y significativos lugares donde han estado presente buques de guerra rusos, es decir: Golfo de Adén, Océano Ártico, océano Pacífico, mar Caribe y mar Mediterráneo oriental.

a.-) Golfo de Adén.

En el Golfo de Aden se ha producido una inusitada confluencia de intereses en el ámbito marítimo en pos de garantizar la seguridad de las líneas de comunicaciones marítimas dentro de la estructura de poder actual. Además de las acciones emprendidas por Occidente, con su instrumento la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en ese espacio han confluido las Armadas rusa[16], japonesa, iraní[17], china[18], hindú[19], y otros tantos países con intereses en la región. Como se sabe, el cuerno de África es una importante ruta de navegación en el mundo sobre todo de buques tanqueros, posee importantes reservas petroleras y es un área caracterizada por una importante riqueza pesquera[20], sin embargo, los países ubicados en esa área tienen poca capacidad naval y ello ha favorecido el desarrollo de actividades ilícitas en sus aguas como la descarga de desechos tóxicos y la piratería. Sobre los desechos tóxicos ha habido un mutis internacional. Sobre la piratería se ha hecho un gran esfuerzo internacional para su erradicación. A pesar de ello, la piratería se extendido a todo el océano Índico y a largo plazo se hará necesario racionalizar la relación costo/beneficios de una presencia naval caracterizada por una baja efectividad[21].  ¿por qué erradicar la piratería a pesar de los graves males que afectan la región? Si se considera, en primer lugar, el conflicto civil que asola a Somalia desde inicios de la década de los años noventa del siglo pasado ha sido el germen para la aparición de grupos islámicos radicales conectados a su vez con otros grupos que operan, por ejemplo, en Siria, Irak y Pakistán, en segundo lugar, el acelerado proceso de desertificación producida por los cambios climáticos y por la acción humana[22] y, en tercer lugar, la necesidad de delimitar áreas marinas y submarinas (especialmente con Kenia) para asegurar la explotación petrolera, parecen existir otros focos de interés que van más allá del tema de la piratería. La presencia naval rusa, al respecto, ha sido consecuencia de la consideración de estos tres hechos porque de alguna u otra forma afecta sus intereses nacionales y está dentro del marco de la estrategia de la presencia en profundidad. Pero esto no es suficiente.

La presencia rusa en esa región se remonta a la época de la Unión Soviética cuando este país apoyó al régimen somalí que fue depuesto en el año 1991 y apoyó junto con Cuba al gobierno etiope en su guerra con Somalia entre 1977 y 1979[23]. En Somalia, la antigua Unión Soviética tuvo una base naval en el puerto de Berbera que le permitió por un tiempo proyectarse en el océano Índico y ejercer control sobre el canal de Suez y desde el año 2012 Rusia ha mostrado interés en recuperar las facilidades navales que tenía en la era soviética. Aunque en Somalia, Berbera no parecería ser un pretexto para actuar, lo que se evidencia es el interés de formar parte de lo que se decida en el futuro sobre ese país cuando las condiciones estén dadas para ello.

Para Venezuela, la conexión de petróleo, líneas de comunicación marítima, delimitaciones marítimas, bajo poder marítimo e inestabilidad política son aspectos que deben ser considerados no sólo por la semejanza de las situaciones y la experiencia de haber vivido situaciones parecidas como el bloqueo del año 1902-03, también por los actores políticos que tienen intereses en ese espacio.

b.-) Océano Polar Ártico

Rusia es un país Ártico por lo que no se haría necesario un análisis de esta situación si no fuera por el deshielo provocado por los cambios climáticos que afectan a toda la humanidad. El interés de este país y de otras potencias económicas no es sólo por los recursos que están pasando a ser potencialmente explotables, también por la posibilidad de navegación de forma permanente[24]. Este hecho medido en su justa dimensión coloca a Rusia en una posición competitiva en el polo norte debido a que podría tener parte del control del tráfico mercante que pase por el estrecho de Bering[25]  convirtiendo a este océano en un océano mediterráneo. Este hecho ha obligado a los países fronterizos a redistribuir sus fuerzas navales a expensas de otros escenarios de conflicto en el globo, es decir, ha obligado a Rusia, Canadá, Reino Unido y Estados Unidos a reorganizar sus fuerzas para asegurar una presencia más permanente y a Noruega y Dinamarca a aumentar sus fuerzas navales, lo cuál supondría una dispersión igual a la que padece la Armada Rusa. Para I. Safrónov, “los militares rusos han tenido que elegir entre la apertura de bases en Cuba, en las islas Seychelles o en Vietnam, y han dado prioridad a la gélida Nueva Siberia”[26].

Otro aspecto a considerar es que EE.UU. ha creado una fuerza de tarea para cambios climáticos focalizada aparentemente en el Ártico para predecir, adaptar y mitigar los efectos de los cambios climáticos en las operaciones navales[27]. Este foco aparente se debe a que si bien es reconocido el deshielo en el polo norte, sistémicamente hay una conexión de los deshielos con la desertificación en el cuerno de África que al parecer ha sido también centro de atención de las principales potencias marítimas.

Para Venezuela, el paso norte reviste la consideración de intereses de forma indirecta: en primer lugar, el deshielo va a generar actividades marítimas sobre las cuales no hay costumbre, en segundo lugar, de los países fronterizos árticos, Venezuela mantiene una relación mixta con tendencia al antagonismo con EE.UU. desde el punto de vista ideológico y el Reino Unido desde el punto de vista marítimo y desde la perspectiva cooperativa con Rusia, Noruega y Dinamarca[28], con lo cual se abren otras posibilidades de cooperación y, en tercer lugar, dado que el foco de atención, desde la perspectiva geográfica se desplazó al norte, Venezuela debería desarrollar capacidades en función de cómo evolucionarían nuevas prácticas en el quehacer marítimos y desarrollar capacidades marítimas para hacer factible la cooperación en condiciones de igualdad política.

c.-) Océano Pacífico Occidental

El océano Pacífico occidental y específicamente el mar de China es hoy día, junto con el litigio entre Nicaragiua y Colombia, el litigio entre Israel, Líbano, Palestina y Chipre y el litigio por las Malvinas, las principales amenazas de conflictos marítimos en el Globo (Klare, 2013). Tan es así que EE.UU. y Rusia han reforzado su presencia naval en ese espacio. Las tensiones políticas están dadas por las disputas por límites marítimos y posesión de islas que mantiene por una parte China y por la otra Japón (Senkaku/Diaoyu)[29], Vietnam (Paracel y Spratly), Filipinas y Malasia (Spratly)[30]. Esta tensión se ha evidenciado en una carrera armamentista, en perturbación de la actividad marítima, especialmente pesquera y en demostraciones navales de gran relevancia[31]. Como se sabe, esa es una zona de gran tráfico marítimo y de grandes recursos minerales (especialmente petrolíferos) y pesqueros cuya inestabilidad puede tener efectos globales.

La presencia naval rusa se ha evidenciado en la realización desde el año 2012, en primer lugar, de ejercicios navales combinados con la armada china que han tenido su contraparte con ejercicios navales nipón-estadounidense y, en segundo lugar, por el interés en reaperturar las instalaciones navales de la era soviética en Vietnam (específicamente Cam Rahn) que anteriormente fueron facilidades estadounidenses. Con respecto a la primera situación se evidencia el interés ruso en aumentar el poder de negociación chino en el mar. Es de tener presente que desde el año 2008 se ha comenzado a observar la bandera de los buques de Guerra chino fuera de sus aguas regionales lo cual evidencia el creciente poder de ese país en el mar. Para que se tenga una idea de su presencia se tiene lo siguiente:

*    Despliegue naval chino al Golfo de Adén en el 2008 es el primero que hizo china fuera de sus aguas en seiscientos años[32].
*    En el año 2011 una fragata china estuvo presente en el Mediterráneo cuando se desencadenó la guerra en Libia[33]
*    El crucero de instrucción tocó en el año 2012 treinta puertos alrededor del mundo.
*    En el año 2013 una fuerza naval visitó Argelia, Marruecos, Portugal y Francia en ABR2013[34] y para OCT2013 una fuerza naval china conformada por dos destructores y un buque de reaprovisionamiento visitará Argentina, Chile y Brasil[35].
*    Durante la crisis en Siria, también contemplaron enviar buques de guerra[36].

A pesar de esta creciente presencia naval china en profundidad, ese país que para muchos se comporta como una isla a pesar de su carácter continental (al este y sureste tiene el mar y al oeste tiene el desierto de Gobi), es un país que padece una posición desventajosa por el cinturón de islas japonesas, filipinas y malayas que condicionan su acceso al Alta Mar. En este sentido, la ventaja geográfica que los cambios climáticos le están dando a Rusia le está permitiendo una mayor capacidad de proyección marítima que al parecer está perfeccionando para su propio beneficio teniendo presente la creciente rivalidad chino-estadounidense. Esta rivalidad, si se considera al mar caribe como un área de interés estratégico chino evidenciada en su estrecha relación con Nicaragua, ahora con la proyectada construcción de otro canal interoceánico, con Venezuela por su creciente interdependencia petrolera y con Cuba por una histórica relación de cooperación hoy día acrecentada por los proyectos de desarrollo económico en esa isla, le hace necesario a ese país asiático una presencia naval más sostenida por ser esta región excesivamente lejana (sin contar con la existencia del canal de Panamá para operaciones diplomáticas de gran alcance después del incidente del buque norcoreano “Chong Chon Gang” que intentó transportar armas al país asiático). Esta deficiencia coloca a los rusos en una posición de ventaja para “mediar” en un hipotético escenario de confrontación chino-estadounidense.

La cooperación chino-rusa, a pesar de su alcance, no se ha traducido en una alianza militar. Ello se debe a que históricamente han tenido puntos de divergencia que han pesado en el estrechamiento de relaciones. Por tal motivo, los rusos han comenzado a ejecutar operaciones conjuntas en esa área de operaciones con el fin de aumentar el apresto operacional de las unidades militares destacadas en el área. El propósito de estos esfuerzos es evitar que el creciente poder de China represente una pérdida de control por parte del país euroasiático, sin embargo, como Bowen y Rodeheffer (2013) han señalado, desde el punto de vista geopolítico, el aumento de la capacidad naval rusa en el océano Pacífico occidental no es suficiente si no se acompaña con una agresiva política de desarrollo que incluya inversiones directas y una política migratoria que permita compensar las vulnerabilidades que padece. De igual forma, la situación en el extremo oriente, aun siendo delicada, no ha llegado a un punto de no retorno y una alianza militar en este caso lo supondría si tomamos como referente el proceso político que condujo a la Primera Guerra Mundial.

En lo que respecta al Caribe, la creciente relación de Venezuela genera una situación de debilidad crítica en el ámbito marítimo que sólo podrían compensar sus socios en el área, pero desde el punto de vista naval, nuestro país ha hecho muy poco. Para Venezuela esta situación debería ser de sumo interés sobre todo si se tiene en cuenta que a la estrecha interdependencia que mantiene con China materializada en el hecho que nuestro país está enviando más de 600000 barriles de petróleo a ese país asiático de los cuales 200000 son para el pago de deuda contraída con ese país, se ha agregado la propuesta venezolana de crear una comisión binacional para planificar el desarrollo de nuestro país en un plazo de diez años, lo cual supone un tutelaje chino a la conducción del país dentro de un contexto de gran escasez de capital para asegurar nuestro normal desenvolvimiento. La creciente interdependencia entre los dos países ha obligado a sus planificadores a considerar, en primer lugar, la adecuación del país para recibir y despachar buques de gran tonelaje teniendo presente la ampliación del canal de Panamá[37] y la proyectada construcción de un nuevo canal interoceánico en Nicaragua y, en segundo lugar, la instalación de facilidades chinas para la explotación de nuestros recursos minerales. Con este escenario, que en sí tiene los gérmenes de la instabilidad, se hace necesario analizar la renovada presencia rusa en el mar Caribe y su posible relación con China.

d.-) Mar Caribe

La ventaja que le ha dado a Rusia los cambios climáticos se evidencia realmente en el océano pacífico, en especial al norte de la bahía de Pedro el Grande, específicamente en Petropávlovsk-Kamchatski por su posibilidad de acceder al Alta Mar durante un período más prolongado al año. Sigue padeciendo las limitaciones del control cercano que ejerce el Reino Unido en el estrecho de Dinamarca, además de los pasos que limitan a Rusia su acceso al mar del Norte y el Mar Mediterráneo. Sin embargo, en caso de una crisis internacional puede acceder a cualquier lugar del Atlántico, sin inconvenientes. Le falta una base segura que permita a sus buques expander sus operaciones. Ello explica las negociaciones con Cuba, pero el tema de la posibilidad de lograr dicho propósito está dado por las precauciones que se deberán tomar en la citada isla para cuando ocurra la transición política.

Las visitas navales rusas al continente se reanudaron en el año 2008. En esa oportunidad, los buques de guerra rusos visitaron Cuba, Nicaragua y Venezuela. En Cuba, las visitas navales rusas del 2008 y 2013, reeditaron a aquellas que finalizaron en el año 1991 dentro del marco de la alianza político-militar que mantuvieron ambos países durante la guerra fría, lo cual supone que la relación ruso-cubana va a adquirir una nueva-vieja relación con miras a encarar los escenarios conflictivos del futuro por venir. 

La visita a Nicaragua, en el año 2008, se produjo en un contexto signado, en primer lugar, por el inicio del litigio por áreas marinas y submarinas con Colombia, y por unos territorios insulares adyacentes que Nicaragua reclamaba como propios y, en segundo lugar, por las tensiones políticas generadas en la región por los conflictos generados entre Venezuela y Colombia por la liberación de rehenes por parte de la FARC. En el año 2013, la visita rusa estuvo signada por la creciente tensión política entre Nicaragua, por una parte y por la otra Colombia y Costa Rica. Con Colombia por un nuevo litigio planteado por Nicaragua ante la Corte Internacional de Justicia para delimitar otras áreas no consideradas en la sentencia del año 2012 que favoreció al país centroamericano. Con Costa Rica por la concesión dada por Nicaragua a China para construir otro canal interoceánico.

En nuestro país (y en Cuba) esta visita estuvo acompañada por la presencia del presidente ruso con quien se hicieron varios acuerdos de cooperación técnico-militar y se realizaron ejercicios aero-navales con la escuadra venezolana dentro del marco de la “Operación Combinada VEN-RUS 2008”. Los buques rusos que visitaron en esa oportunidad nuestro país fueron: el crucero nuclear “Pedro El Grande”, el destructor “Almirante Chabanenko", el buque de apoyo logístico de flota "Iván Bubnov" y el remolcador de altura "Nikolay Chikel". El marco regional en que se desenvolvió la visita rusa fue las tirantes relaciones colombo-venezolana por los esfuerzos venezolanos para “contribuir” a la pacificación en Colombia en un contexto caracterizado por una fuerte presencia militar estadounidense en el vecino país gracias a la instrumentación del “Plan Colombia”. Esta primera visita fue correspondida por Venezuela en el año 2011 cuando el buque escuela “Simón Bolívar” hizo escala en San Petersburgo por una semana como parte de la profundización de relaciones en todos los ámbitos del quehacer político de ambos Estados.

En el año 2013, otra fuerza naval rusa hizo presencia en nuestras aguas. En esta oportunidad, nos visitaron el Crucero misilístico “Moskva” y el buque de apoyo logístico “Ivan Bubnov” realizándose, a su vez, la segunda edición de los ejercicios combinados VEN-RUS 2013. Esta visita se produjo en un contexto signado por la reducción de la capacidad de maniobra política de Venezuela en el ámbito internacional por crecientes limitaciones de recursos para el normal desenvolvimiento del país y por crecientes reclamos nacionales por la actitud del gobierno nacional a las concesiones marítimas otorgadas por Guyana a empresas petroleras transnacionales en áreas marítimas que pertenecen a Venezuela. La importancia de estos reclamos ha estado asociada con el papel que jugó Cuba en Guyana, no sólo desde que ese país obtuvo la independencia, también por la alianza que facilitó que una fuerza expedicionaria cubana participara en la guerra civil de Angola y la guerra somalí-etíope de finales de los años setenta y principios de los ochenta del siglo pasado.

La posibilidad de que los rusos puedan continuar la presencia naval en profundidad en el Caribe, como ya se puede visualizar dependerá de la situación de los otros escenarios de tensión en el globo.

e.-) Mar Mediterráneo oriental.

El mar Mediterráneo es una de los espacios de proyección histórica de Rusia desde Pedro El Grande. Durante la guerra fría fue un escenario de alta tensión por el conflicto árabe-israelí y gracias a este conflicto, Rusia pudo establecer facilidades navales en Siria.  El fin de la guerra fría se produjo formalmente a bordo del crucero soviético “Máximo Gorki” en la Cumbre de Malta el 03DIC1989, sin embargo, veinticuatro años después de ese evento, una crisis desencadenada en Siria dentro del marco del esfuerzo de Occidente de implantar una “primavera árabe” en ese país del cercano oriente hizo que Rusia entrara nuevamente en la escena internacional con un alto poder de negociación. Como se sabe, la “primavera árabe” fue un fenómeno político que surgió en Túnez y se extendió a Egipto y fue utilizado por Occidente para promover, en primer lugar, un levantamiento en Libia y Siria aprovechándose del descontento interno en ambos países apoyándose en fuerzas mercenarias provenientes de la región y, en segundo lugar, para contener levantamientos populares en Jordania y Bahrein.

La acción de fuerzas extranjeras en Libia apoyadas por la OTAN favoreció el desencadenamiento de la guerra civil en Mali obligando la intervención internacional, especialmente de Francia, para evitar que la guerra se propagara a todo el Magreb. Libia hoy en día está al borde de la desintegración, de acuerdo a afirmación realizada por Alberto Monagas y Siria estaba en vías de seguir ese camino. Si bien Rusia no envió buques de guerra a Libia, las causas y los medios empleados para que Occidente alcanzara su propósito fueron evaluados por los rusos los cuales trataron de mediar en esta nueva confrontación, para tratar de alcanzar un entendimiento en la comunidad internacional que evitara una intervención militar. El foco de la acción de Occidente era (y es) obtener un pretexto que facilitara la intervención y el derrocamiento del régimen sirio, el tema de interés ruso es la presencia de extranjeros que están participando en el citado conflicto, y por supuesto el objetivo del gobierno sirio es mantenerse en el poder como garantía de preservación de la unidad territorial de ese país.

La presencia naval rusa se ajustó a mediar en el conflicto. En este contexto,  Venezuela envió un buque cargado con 35.000 toneladas de diesel para mitigar las limitaciones funcionales de la sociedad Siria como consecuencia de la presión internacional evidenciándose con ello las estrechas relaciones de Venezuela con el régimen político en ese país[38]. Cuando la alianza franco-estadounidense escaló para desencadenar el conflicto, Rusia se inclinó a apoyar a Siria dando un mensaje claro no contra la alianza occidental sino en contra de las fuerzas extranjeras que están involucradas en el citado conflicto.

Si bien en Siria se ha producido una desescalada gracias a la mediación rusa, el conflicto civil aun no ha cesado. Se hace necesario analizar entonces el alcance de la mediación rusa en tanto que estrategia de posicionamiento en el actual escenario geoestratégico global. Como hemos indicado, Rusia como heredero de la Unión Soviética se ha recuperado de la crisis que sumió al país por más de una década. En la recuperación rusa influyeron dos factores: la voluntad política de la clase dirigente y la recuperación de los precios del petróleo a partir del año 1999 gracias a la política instrumentada por Venezuela dentro del marco de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP). Esta recuperación rusa ha estado a la par, en primer lugar, al declive relativo estadounidense iniciado con la guerra de Irak y Afganistán y agravado con la crisis crediticia iniciada en el año 2008 y, en segundo lugar, con el ascenso de la potencia china. Como el ascenso chino no puede ser seguido por Rusia y ha despertado la rivalidad estadounidense y, a pesar de su recuperación no puede competir con los estadounidenses, se evidencia que su estrategia apunta a actuar como bisagra en las áreas de crisis tratando de evitar que se desencadene un conflicto que se convierta en guerra general. Para tal fin Rusia se ha esforzado, entre otras cosas, en modernizar y aumentar su flota de Alta Mar a partir del criterio que la efectividad de ese poder es posible en época de paz y/o de crisis, pero para incrementar su credibilidad necesita la disposición de facilidades en ultramar que le permitan a sus buques aumentar su tiempo de permanencia en las áreas de operaciones. Esta es la gran interrogante de la estrategia rusa, es decir, si podrá aumentar su tiempo de permanencia. No obstante, las tensiones en el extremo oriente y la apertura del paso norte serán aspecto de interés que limitará esta capacidad de proyección a otros escenarios como el mar Caribe y en ese escenario pesimista para Rusia y China, pasa a ser clave el papel de Cuba en relación a Venezuela y Nicaragua a pesar de la transición política que está en proceso en la citada isla.

3.- Implicaciones de la diplomacia naval rusa para Venezuela.

La diplomacia naval rusa que hemos vivido en estos últimos cinco años recuerda, guardando las distancia, a la diplomacia naval alemana desplegada entre los años 1936 y 1939 en términos de intencionalidad política. La diferencia estriba en que hubo un entendimiento germano-venezolano iniciado en el año 1908 que fue puesto a prueba en la Primera Guerra Mundial y pudo permanecer por unas décadas más al margen del surgimiento del nacionalsocialismo (Blanco, 2011 y 2012). La experiencia rusa, por el contrario, requiere de una puesta a prueba para superar la relación alemana en términos de relación estratégica. Pero las circunstancias son diferentes. Esta diferencia, que supone también semejanzas, están dadas en que, en primer lugar, a pesar de la conflictividad, el gobierno venezolano en el año 1914 era fuerte, no así el gobierno actual, en segundo lugar, aun cuando el poder naval venezolano era débil, en el año 1914, el gobierno venezolano contaba con capacidad de maniobra para actuar en el escenario marítimo en el ámbito internacional como se evidenció en el combate naval de Río Hacha en 1901, la toma de Ciudad Bolívar en el año 1903, la captura de un mercante neerlandés sospechoso de apoyar a insurrectos en el año 1908, la diplomacia naval desplegada en Santa Marta en el año 1911 y las maniobras navales realizadas con el estallido de la Primera Guerra Mundial para mantener la integridad territorial venezolana y ello no es lo que está sucediendo hoy en día aun a pesar de encontrarnos en época de paz en términos de poder de negociación, y en tercer lugar, a pesar de la purga realizada por Juan Vicente Gómez que condenó el desarrollo del poder naval venezolano, había una preocupación por los intereses marítimos que hoy en día sólo se evidencia en la Armada y unos pocos sectores políticos del país.

En términos de semejanzas se puede mencionar que la tesis de una Venezuela talasocrática tanto en el año 1913 como en el año 2007 fue derrotada por una visión epirocrática orientada a la preservación de un régimen político y no la seguridad de una comunidad política llamada Venezuela[39]. La consecuencia de esta desviación se evidenció con fuerza entre los años 1939 y 1943 cuando el país trató infructuosamente de mantener una posición de neutralidad en una lucha por la hegemonía global planteada razonablemente en términos morales como lo fue la Segunda Guerra Mundial. La tragedia venezolana se evidencia en que a pesar de la experiencia del pasado hemos cometido los mismos errores con la gravedad de que hoy más que en el pasado dependemos de líneas de comunicaciones marítimas que están controladas por potencias marítimas tradicionales que hoy en día mantienen una posición antagónica con nuestro país.

En este contexto, la capacidad de maniobra rusa para apoyar la política exterior venezolana está condicionada hoy en día a que se mantenga la paz actual y que ese país logre desarrollar capacidades navales de permanencia en escenarios lejanos y ello no se avizora a mediano plazo por la prioridad que tienen otras áreas. Se requiere que sus aliados en la región tengan una estabilidad política suficiente como para que los buques rusos puedan mantenerse con seguridad en el área. Como ello no va a ser así, la oportunidad que se le presenta a Rusia es a partir del desarrollo de una capacidad de negociación en el ámbito marítimo que le permita pescar en río revuelto en caso de una crisis internacional siempre y cuando esta crisis no se torne en una guerra desde el punto de vista fáctico. En este caso el apoyo que pudiera recibir el régimen actual en Venezuela es sumamente limitado a mediano plazo con tendencia a disminuir, aun vengan los rusos a pescar en río revuelto. Cualquier posibilidad de apoyo al régimen actual venezolano va a depender de los que suceda en otros escenarios de conflicto, pero como Venezuela no es un actor en dichos escenarios su posición va a ser más la de un objeto que un sujeto de las relaciones internacionales. Un objeto porque los intereses chinos en nuestro país son hoy en día de tal envergadura que una posible negociación de lo que pase en casa va a depender de un acuerdo chino-estadounidense mediado eventualmente por la potencia rusa.

Sería una ironía del destino que en un futuro cercano sea Rusia, como en el pasado lo hizo Federico de Martens en relación a la Guayana Esequiba, quien medie entre chinos y estadounidenses por un tema relacionado con Venezuela.

Reflexión final.

Como hemos señalado a lo largo de este trabajo, la principal lucha que se ha desencadenado desde finales del siglo XV hasta el presente ha sido por el control de los mares porque este ha sido el medio que ha permitido acceder más rápidamente a una posición de riqueza. Esta oposición se ha planteado bajo la tesis de mare liberum contra mare clausum. Si dividimos en etapas el cómo se ha planteado el antagonismo tenemos que de la posición monopólica hispano portuguesa del mare clausum se pasó a la tesis liberal del mare liberum. La tesis del mare liberum comenzó a cambiar con el desarrollo del derecho del mar. En la elaboración del derecho del mar Venezuela jugó un importante papel desde el inicio de la convencionalización ayudando a asegurar una especie de mare clausum en beneficio de los Estados ribereños. El interés venezolano contó con la credibilidad del desarrollo de un poder naval que le permitió aplicar la diplomacia naval en defensa de sus intereses. La paradoja venezolana es que a pesar de ser hoy en día más dependiente de las comunicaciones marítima, el poder naval está en condiciones tales que el país está expuesto a la diplomacia naval de potencias marítimas que aspiran a acceder a aquellos espacios que los venezolanos le negaron por más de un siglo. En este contexto, si bien va a ser seguro que Rusia defienda sus intereses marítimos en función de su propia capacidad de autoorganizarse en el mar, ya esta bueno que vengan otros a defender nuestros intereses.

Bibliografía Consultada

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[1] Ver al respecto: Chaliand (1994:577-580).
[2] Ver al respecto: Chipman (1982/2010).
[3] Ver al respecto: Blanco (2004) y Nieves-Croes (1998).
[4] Al respecto, Garcia dos Reis ha expresado que la pesca ha comenzado a incrementar los conflictos entre países con problemas limítrofes destacando el caso de China en relación con Corea del Sur, Japón, Vietnam e incluso con Argentina. Según este pensador brasileño, China pretende expandir el número de embarcaciones pesqueras hasta el número de 2300 barcos en el año 2015 (2013:29).
[6] Estos problemas fueron conocidos en un Taller realizado en París en el año 2006 relacionado con negociaciones marítimas y promovidos por la Universidad de Durhan y bufetes de abogados representantes de empresas petroleras transnacionales. Las impresiones sobre esa experiencia fueron expuestas en la Asamblea Nacional en el año 2007.
[7] Ver al respecto: Bracho (Blanco, 2010:09-65).
[8] Ver al respecto: Cable (1977) y Blanco (2004).
[9] Al respecto, en la página de Facebook “Historia Naval en Imágenes” administrada por Julio Chacón, se puede extraer una importante recopilación de la situación estratégica naval en el Asia Oriental.
[10] Esta conceptualización fue hecha por el autor brasileño a partir del concepto de Diplomacia Naval desarrollado por Coutau-Bégarie. Este concepto se entiende desde la óptica de “gestión de caos” es decir, un nuevo enfoque instrumentado para operar fuera del orden constituido para evitar disminuir la capacidad de maniobra de un Estado mediante un manejo adecuado de la relación basada en la potencia de actuar y la capacidad de influir. Este autor francés desarrolló un ensayo titulado “Les melleur des Ambassadeurs – Théorie et pratique de la diplomatie navale” del año 2010. 
[11] Por intermedio del denominado Código Internacional para la protección Marítima de los Buques e Instalaciones Portuaria (PBIP) a fin de proteger en puerto la actividad marítima del terrorismo, narcotráfico y la piratería.
[12] Al respecto es pertinente analizar los casos de legalización en el Reino de los Países Bajos, en la República Oriental del Uruguay y en el propio Estados Unidos.
[13] Ver al respecto: Blanco (2004).
[14] La Unión Soviética a inicios de los años ochenta del siglo pasado contaba con la segundo flota pesquera del mundo (Chipman, 1982/2010).
[15] Estas capacidades recuerdan el E-Dienst desarrollado y puesto en práctica por Alemania entre 1914 y 1918. Ver al respecto: Blanco (Rivero-Blanco, 2013).
[16] Ver al respecto: (2010). “Oh Boy, Russian Navy Gives Hell To Somali Pirates”. BUSINESS INSIDER. Documento en línea. Disponible:  HTTP://WWW.BUSINESSINSIDER.COM
[17] Ver al respecto: (2013) “La 25 flota naval iraní rumbo al golfo de Adén”. http://spanish.irib.ir/noticias/iran1/item/139460-la-25-flota-naval-iran%C3%AD-rumbo-al-golfo-de-adén 
[24] Ver al respecto: Ivashov, “EE.UU. y Rusia chocan en el ‘Tatami’ Ártico”. En Russian Times (RT) 24SEP2013.
[25] Canadá ha abierto el paso noroeste para la navegación tanto en el año 2007 como en el 2011. Por su parte, Rusia promovió el transito del un carguero “Ob River” para trasladar gas noruego a Japón (García dos Reis, 2013:30) y en agosto de este año, un mercante chino hizo ese mismo recorrido a Europa (RT, 2013)
[26] ver al respecto: RIANOVOSTI 18SEP2013.
[27] Ver al respecto: http://greenfleet.dodlive.mil/climate-change/ y García dos Reis (2013:30).
[28] Si bien, Venezuela mantiene relaciones cooperativas con Canadá, su relación con el Reino Unido y EE.UU. podría ser capital a la hora de un alineamiento político más estrecho.
[29] El archipiélago de Senkaku, en poder del Japón desde hace más de un siglo, es muy parecido a nuestro archipiélago de Los Monjes.
[30] También existen otros conflictos: 1.-) por islas y espacios marítimos entre Japón y Rusia por las islas Kuriles en un contexto en que no se ha concertado un tratado de paz entre los dos países después de la Segunda Guerra Mundial y  2.-) entre Corea del Sur por las islas Dokdo/Takeshima. 
[31] Ver al respecto: en FB “Historia naval en Imágenes” y www.diplomat.com
[37] Al respecto es conveniente tener presente que cuatro banqueros de gran capacidad se están construyendo en astilleros chinos para Venezuela.
[39] Ver al respecto: Rivero-Blanco (Edit.) (2013).

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