Carl Schmitt tiene dos
trabajos que dadas las circunstancias que vive Venezuela son dignos de tener en
consideración. Pero hay que indicar qué circunstancias vive hoy mi país. El
13MAY fue declarado un estado de excepción que no ha sido observado en su justa
dimensión debido que el país vive formalmente una situación excepcional desde
principios del año 2015. Esta omisión obedece a que se ha percibido como una
continuación de una realidad que estamos sufriendo de forma sostenida y creciente
desde hace unos años. Pero la situación es diferente. Vivimos un contexto donde
se pretende hacer un cambio de la constitución nacional para fines que no se
corresponden con las aspiraciones generales de los venezolanos.
La Constitución Nacional
aprobada en el año 1999 fue formalmente abolida en marzo del presente año. Para
corregir el entuerto y aparentar algún atisbo de legalidad el tiránico régimen socialista
ha apelado a la invocación de una Asamblea Constituyente donde no se tiene
claro formalmente su propósito, pero esencialmente busca adecuar a Venezuela al
régimen tiránico que actualmente la rige. Con esta introducción ahora podemos
hablar de las obras del autor alemán citado. Carl Schmitt realizó dos obras que
me interesan destacar en este momento: una es, Teología Política[1]
la otra es La Dictadura[2].
Estas dos obras nos van a servir para entender el nuevo giro del régimen y cómo
persigue su instrumentación.
Schmitt
y el estado de excepción
Schmitt señaló en la página
inicial de su obra Teología Política
que un soberano es aquel que puede decretar un estado de excepción. Un soberano,
según este criterio es aquel que puede ir más allá de los elementos
constitutivos de una comunidad política para garantizar su preservación. Esto significa
que ese soberano puede actuar más allá de la vida y la muerte de sus ciudadanos
para preservar el orden político. Pero, en Venezuela, cuando hay más de cuatro
decenas de ‘sacrificados’ no se está buscando preservar la comunidad política en
su totalidad, sino la estructura de poder existente y para ello se busca
imponer un nuevo orden político comunal para la supervivencia del régimen a
pesar del rechazo de una inmensa mayoría de la población venezolana.
Como se sabe, Schmitt
reflexionó acerca del estado de excepción al observar el estado de anomia en
que se encontraba la república de Weimar. Él estimó que un liderazgo
carismático como el de Adolfo Hitler era el necesario para reconstituir a
Alemania y colocarla de nuevo en el primer plano europeo y de ahí la intención
de su obra. Esta obra también ha sido usada en fecha reciente por otro autor contemporáneo,
es decir, Ernesto Laclau, para justificar los liderazgos suramericanos de
izquierda en la primera del siglo XXI, en especial en Argentina y Venezuela. De
ahí se explica la unión de los extremos en nuestra realidad política y ello
plantea una interrogante ¿Qué refiere ‘izquierda’ o ‘derecha’ cuando el objeto
es perpetuarse en el poder? La respuesta es nada. El conflicto no es entre
izquierda y derecha. Es otra cosa. Esto nos coloca en el segundo aspecto de
nuestra argumentación, es decir, el de la dictadura soberana siguiendo los
postulados del autor alemán[3].
Schmitt
y la dictadura.
Según Schmitt, y de ello se
hace eco Bobbio, la dictadura soberana fue una institución que se gestó en Europa
a partir de la figura de la dictadura comicial establecida en la Roma
republicana para atajar situaciones contingentes. Su carácter fue temporal y
limitado. La nueva figura se gestaría en la revolución inglesa del siglo XVII y
más específicamente en la revolución francesa del siglo XVIII. La Asamblea Nacional
francesa asumió en varios momentos el papel de dictadura comicial para
establecer un nuevo ordenamiento político. A partir de ese momento Schmitt llama
a este acto ‘dictadura soberana’ por su poder para ‘dictar’ nuevas normas
constitutivas para regir una comunidad política. Ello se observaría con más
radicalidad en el proceso de establecimiento de la asamblea constituyente rusa
del año 1918 a pesar de su existencia efímera. Después de ese momento, su nueva
reencarnación se reprodujo en dos maneras: en los procesos de constitución de
nuevos Estados después del año 1945 y en los hechos que sirvieron para
preservar y reconstituir Estados ya existentes luego de una subversión
inoculada extrarregionalmente por la izquierda global que usó a Cuba como
instrumento para sus fines. Nos interesa destacar el segundo aspecto debido a
que Venezuela no es producto de un proceso histórico acaecido en el siglo XX
sino que es la resultante de un proceso que para mí se inició a mediados del
siglo XVIII[4].
Venezuela gracias a que
estaba firmemente constituida logró salir airosa de la guerra revolucionaria
que le fue inoculada en la década de los años sesenta del siglo pasado en el
sentido que el costo no fue oneroso. En el cono sur no ocurrió lo mismo. Pero en
el cono sur del continente y en el surgimiento de nuevos Estados como
consecuencia del proceso de descolonización ocurrido después de 1945, ambos
conceptos, es decir, el de la autoridad carismática que declaraba el estado de
excepción y el de la dictadura soberana fueron usados para crear un nuevo
ordenamiento político que fuese capaz de excluir, cualquier situación o
cualquier grupo que amenazara el nuevo ordenamiento que se pretendía instaurar.
Mugabe en Zimbabue lo pudo lograr. Videla en Argentina enfrentó una fuertísima resistencia.
Ello explica la importancia de la denominada Operación Cóndor. Ese es un tema que todavía mantiene abiertas venas
en Suramérica. La paradoja es que esa estructura de coordinación que sirvió
para la represión y las desapariciones forzadas está siendo usada por el Foro
de São Paulo para ganar tiempo por dos vías en nuestro país: El Plan Zamora y
la asamblea comunal constituyente. Su fin último apunta a tres cosas: las
elecciones en Brasil en el año 2018 y la esperanza de esa agrupación de que José
Ignacio ‘Lula’ da Silva retorne al poder, el cambio de la dirigencia política
en Cuba previsto también para ese año y, por último, para que el proceso de paz
colombiano adquiera la consistencia suficiente para que se sostenga en el
tiempo.
El Plan Zamora es la expresión de la falta absoluta de carisma dentro
de una tiranía que usa el estado de excepción tal como lo pensaron Schmitt y
Laclau para la preservación mediante la constitución de un nuevo orden político.
De ahí se explica la nueva declaratoria del 13MAY. Esto nos lleva al tema de la
dictadura comunal soberana.
De
la dictadura comunal soberana y la ‘paz comunal’.
Se ha indicado que la nueva
declaratoria de “estado de excepción y emergencia económica” es la continuación
de lo que estamos viviendo desde el año 2016, pero el esfuerzo para “preservar
el orden interno” que supone la introducción de ajustes que persiguen lograr
ese fin luego de la invocación de un poder constituyente comunal no puede ser
visto sino como el esfuerzo por articular pseudo-legalmente el estado de cosas
con sus intenciones políticas. Por ello su intención apunta al establecimiento
de “… medidas urgentes, contundentes, excepcionales y necesarias, para… preservar
el orden interno,…”, agregando que “podrán ser restringidas las garantías constitucionales”
para el logro de tal fin. Dentro de las medidas antes anunciadas se contempla
el diseño y ejecución de “planes de seguridad… que hagan frente a las acciones
desestabilizadoras que atenten contra la paz de la nación,…”. La ‘paz’ es el
objeto de la asamblea comunal constituyente, tal como se puede escuchar en las
campañas publicitarias, y en este contexto la comuna es el pivote sobre el cual
se pretende instaurar el nuevo orden. Para darle sustentabilidad a esa
intención se modificó la Ley Orgánica de Seguridad de la Nación en el año 2014 para
incluir un artículo (artículo 59°) que permitiera la articulación entre fuerzas
de seguridad y comunas tal como se indica a continuación:
“El
Estado, a través del Ejecutivo Nacional creará un sistema de protección para la
paz, en el cual se integren todos los Poderes Públicos del Estado, en todos los
niveles políticos territoriales, con el pueblo organizado y las instancias de
gobierno comunal, a fin de promover y
ejecutar un nuevo modo de planificación de política criminal y la consecución
de los planes en materia de seguridad ciudadana contra amenazas externas e
internas a la seguridad de la nación…”.[5]
La ‘paz comunal’ y el tiempo
suficiente para asegurar los procesos en Colombia, Cuba y Brasil son los objetivos
generales de la asamblea comunal constituyente. El tiempo es el centro de
gravedad sobre el cual orbita dicha maniobra. Tiempo que Stalin dispuso entre
1921 y 1923 y que la tiranía no dispone[6]. Ello explica que el Plan
Zamora haya pasado a una nueva fase al menos localmente. Se quiere reducir los
focos mediante la realización de acciones ‘contundentes’ y mediante una estrategia
de desgaste. El tema es que el tiempo depende de la cadencia, el ritmo y la
duración. Las acciones contundentes indican dos cosas: que el régimen está en
el límite de sus recursos y que a pesar de contar con la fuerza armada en su
totalidad no hay garantías de que el ejército y la armada salgan a la calle a
reprimir la protesta no violenta. Ello se observa claramente en que después de
cuarenta días no se haya declarado el estado de conmoción interna y se observará
en el uso creciente de grupos paramilitares para la represión.
Por ello para tener control
del ritmo y la cadencia dentro de una duración que tiene fecha, la sociedad
civil como un todo debe actuar como un enjambre de manera multidimensional y
omnidireccionalmente a un ritmo creciente y una cadencia sostenida para
producir un resultado. Estamos hablando de algo que ya existe. Una multitud
venezolana.
Así pues, el estado pretende
ganar tiempo suficiente para instituir una dictadura comunal soberana que
legitime sus desviaciones políticas. Pero no es el régimen venezolano quien
está maniobrando políticamente. Es la izquierda internacional encarnada en el
Foro de São Paulo quién ha buscado mantener su espacio de maniobra. Ello se
evidencia en la incapacidad de la OEA de concretar algún tipo de medida y de la
aparición en escena del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas[7]. El caso es que el punto
de aplicación del esfuerzo para lograr la restitución del orden constitucional
y realizar un cambio político como aspira la sociedad venezolana desde una perspectiva
republicana es el tiempo. Cualquier postergación realizada ingenua o
deliberadamente, esperando unas elecciones para el año 2018, va a ser fatal por
los venezolanos.
Reflexión
final
El problema venezolano es
expresión de la guerra civil global que se manifiesta en la lucha contra el
Estado visto de la manera westfaliana, es decir, instituciones, territorio y
población. En Venezuela ello es patente en lo que concierne a la destrucción de
la estructura institucional, las amenazas territoriales vista por medio de dos
vías: las que se ciernen en el Golfo de Venezuela y en el Atlántico meridional y
el cambio del ordenamiento territorial a una nueva geometría del poder basada
en la comuna y, finalmente, en el empobrecimiento de la población mediante la
instauración de dispositivos biopolíticos.
En esta guerra civil global
el conflicto se evidencia en la existencia de dos visiones antagónicas que
dicho a la manera kantiana son entre cosmopolitismo y federalismo centrado en
el concepto republicano. La constitución de una república es el único objeto
que merece la continuación de la lucha…
[1] Schmitt, C. (2009). Teología
Política. Madrid. (T.F. Conde y J. Navarro). Editorial Trotta. 180 p.
[2] Schmitt, C. (1985). La
Dictadura. Desde los comienzos del pensamiento moderno de la soberanía hasta la
lucha de clases proletaria. Madrid. (T. J. Díaz). Alianza Editorial. 339 p.
[3] Ver también: Bobbio, N (1989). Democracy and Dictatorship. The
Nature and Limits of State
Power. Minneapolis. (T. P. Kennealy). University of Minnesota Press-
270 p
[4] Sobre este tema, ver al respecto:
(2015) “Los Ataques Ingleses a las Costas De Venezuela entre 1739-1743 y los Orígenes
de la Venezolanidad”. Caracas. [Documento en Línea]. Disponible: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2015/01/los-ataques-ingleses-las-costas-de.html
[5] Ver al respecto: Blanco, E.
(2016). “Consideraciones Generales para una Política de Seguridad y Defensa en una
Venezuela Republicana”. caracas. [Documento en Línea]. Disponible: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2016/03/consideraciones-generales-para-una.html
[6] Ver al respecto: Blanco, E.
(2017). “Analogía entre la Revolución Rusa y el fin de la República Bolivariana
de Venezuela: Escenarios Prospectivos”. Caracas. [Documento en Línea]. Disponible:
http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2017/05/analogia-entre-la-revolucion-rusa-y-el_43.html
[7] Hay que recordar que una
situación que amenace la paz y la seguridad internacional puede forzar a Venezuela
a un tribunal. En eso hay coincidencia de intereses entre China y EE.UU. en la
fachada Atlántica venezolana y en lo concerniente a la explotación de
combustibles fósiles al norte de América del sur entre empresas petroleras
transnacionales estadounidenses, británicas, rusas y chinas. También hay
elementos para una negociación internacional en lo que concierne al arco
minero: ver al respecto: Blanco, E. (2016). “Venezuela y la geopolítica del
Brexit”. Caracas. [Documento en Línea]. Disponible: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2016/07/venezuela-y-la-geopolitica-del-brexit.html
No hay comentarios:
Publicar un comentario