Históricamente se ha opuesto
el caos al cosmos para comprender la realidad. El cosmos se asocia con la
totalidad de lo existente bajo una idea de orden regido por un nomos (νόμος) que tiene su correlato en el campo de la
política. El caos (Χάος), por el contrario, refiere lo impredecible y se asocia
con desorden. Por ejemplo Aristóteles llama σμήνος, enjambre, para indicar una
situación caótica, un desorden, algo impredecible en una estructura lógica. La stasis (στάσις), que hoy se asocia con
guerra civil (global), es consecuencia de una alteración del movimiento en una
comunidad política que genera desorden (Agamben, 2015). Esta alteración generalmente
está asociada con la detención del movimiento de evolución de una comunidad de
acuerdo con la interpretación que hizo Rosales (1971/2018). Esta
conceptualización me parece idónea si se considera la crítica que hizo Žižek (2006) al concepto de ‘cuerpo sin
órganos’ de Deleuze y Guattari (2008)y sus consecuencias políticas teniendo
como foco la revolución cultural china. Es decir, la creación de una estructura
política fija dentro de un contexto de cambios que conspira contra la
permanencia de un orden político dado el contexto de cambios en que nos
encontramos en una escala global[1].
La alteración, o sea, la
detención del movimiento genera discordia, desorden, enjambre, caos. Sin
embargo, John de Salisbury citando a Virgilio le da al concepto de enjambre
otra significación con consecuencias políticas. Según él las comunidades
políticas deben comportarse como un enjambre con lo cual a esta palabra se le
comenzó a dar otra significación en el sentido que se asoció con orden. La importancia
de su mención es que cuando lo escribió, es decir, en la alta Edad Media no
existía el Estado como convencionalmente lo conocemos hoy en día.
Como la guerra y el Estado
surgieron simultáneamente siguiendo los postulados de Deleuze y Guattari (2008),
podemos decir que en un duelo entre comunidades políticas lo que busca cada
contendiente es generar desorden en la organización del adversario para
facilitar la obtención de un fin político. Teniendo presente esta afirmación,
vamos a examinar, en primer lugar, cómo se juega el caos y el orden en la
guerra, en segundo lugar, como han evolucionado las formas de hacer la guerra
hasta llegar a la concepción del enjambre, en tercer lugar, cómo una comunidad
puede actuar como un enjambre para alcanzar un propósito político y,
finalmente, el enjambre en la sociedad venezolana desde una perspectiva
constitutiva. La finalidad es mostrar cómo actuando en enjambre se pueden crear
las condiciones de posibilidad de construir una comunidad política republicana
en concordancia con lo que he denominado Estrategia
del Enjambre[2].
El
caos y el orden en la guerra
Boyd (1976/2012) en Creation and
Destruction trató de explicar el fenómeno bélico como un
flujo de destrucción siguiendo al efecto el pensamiento científico. Él estableció unos patrones de acción en una situación
de confrontación siguiendo al respecto, en primer lugar, el Teorema de Gödel,
en segundo lugar, el principio de indeterminación o incertidumbre de Heisenberg
y, en último lugar, la primera y segunda ley de la termodinámica. En relación
con el Teorema de Gödel[3],
hizo una diferenciación entre la consistencia de un concepto y la consistencia
de un hacer, es decir, hizo un emparejamiento entre realidad observada y el
concepto que describe esa realidad. Él creyó que si se asumía como resultado
previo un esfuerzo de deducción (con fines destructivos o creativos) se podría
obtener de forma no diferenciada una observación dentro de un contexto de
experimentación. ¿Cómo podría aplicarse este teorema al conflicto? Si nos
apoyamos en la expresión clausewitziana de que la guerra tiene su propia
gramática, pero su lógica es la política, la política es un campo donde se
puede establecer un criterio de verdad sin necesidad de hacer una demostración;
la guerra (gramática), en este contexto, depende de un cúmulo de variables establecidas
por la política donde es difícil establecer un criterio de verdad desde el
punto de vista científico, que permita su demostración. Por último, la
consistencia entre deducciones y razonamientos en un conflicto sólo es posible
desde la política.
A partir de
este teorema, siguiendo a Heisenberg, consideró que a nivel de partículas en un
medio continuo, la distinción entre observador y lo observado comienza a
desaparecer y el valor de incertidumbre representa la inhabilidad para
determinar el carácter o naturaleza (consistencia) de un sistema dentro de sí. Los
principios por los que se rige un medio continuo son: en primer lugar,
conservación de la masa y de la cantidad de movimiento en el medio que ocupa y,
en segundo lugar, la primera y segunda ley de la termodinámica. La primera y segunda
ley de la termodinámica, están relacionadas con los principios de conservación
y transformación de la energía
En estas
circunstancias, el carácter y naturaleza de ese sistema (en nuestro caso las
operaciones de guerra realizadas desde una perspectiva experimental en un
teatro de operaciones) puede ser determinada (aunque no exactamente) desde el
mismo momento que el valor de incertidumbre no oscurece la conducta del
fenómeno observado de una manera general.
Según Boyd,
siguiendo a Gödel, se puede determinar la consistencia de un sistema y por
consiguiente su carácter y naturaleza en términos abstractos. Apoyándose
entonces en Heisenberg y la segunda ley de la termodinámica consideró que cada
esfuerzo por comprender la realidad nos expone a incertidumbre y a la
generación de desorden. Tomados todos en conjunto, cada esfuerzo continuado y
orientado hacia el interior de un sistema mejora el desarrollo de un concepto
y, en este contexto, la incertidumbre y desorden generado por un sistema
orientado al interior de otro puede ser desbalanceado desde afuera creando un
nuevo sistema. La validez del pensamiento de este autor radica en que con este
criterio es posible generar una parálisis
estratégica para evitar que un sistema (adversario) produzca flujos de destrucción
o un efectivo sistema de contención. En este sentido, la parálisis estratégica es un modo de acción que consiste en operar
en un tiempo o ritmo mayor o menor que el del adversario para hacer aparecer
nuestras acciones como impredecibles generando con ello incertidumbre y
desorden. Un ejemplo del primer caso es la Blitzkrieg,
aquí, desde una situación de certidumbre, los planificadores alemanes
buscaron en 1940 generar caos en la estructura de defensa aliada mediante el
desarrollo de la iniciativa de los combatientes y un conjunto de maniobras por
medios mecanizados a un alto ritmo y cadencia que provocaron una parálisis que
les impidió responder adecuadamente para contener el flujo. Del segundo, la
teoría de la guerra prolongada. En este caso, a un bajo ritmo pero con una
cadencia sostenida se fue erosionando el poder del Kuomintang por parte de las
fuerzas maoístas hasta que la invasión japonesa produjo un cambio de
circunstancias. En Vietnam también se aplicó este concepto.
En Venezuela,
la tiranía ha generado caos y por tanto una parálisis estratégica que ha
impedido que las fuerzas democráticas que luchan por recuperar la libertad
puedan actuar convenientemente. Sólo basta recordar el conjunto de
acaecimientos iniciales que condujeron al 11 de abril, al paro petrolero, a la
intifada de 2014 y la rebelión de 2017. Por ello se puede afirmar que el orden de la tiranía es el caos de los
venezolanos. Los venezolanos hemos aprendido a vivir caotizados y ese es ha
sido el modo de resistencia. Pero la tiranía no soporta caos y ese es el reto
que tenemos.
Generar un
flujo bélico es entonces adecuar la relación de pérdida y aprovechamiento
máximo de la energía de dicho flujo para reducir la fricción y vencer la
resistencia que representa el sistema de contención o de contraflujo del
adversario dentro de un contexto de acción recíproca. Así pues, generar caos es
hacerlo desde una idea de orden. Este caos puede ser hecho desde afuera y desde
adentro si seguimos el caso chino y vietnamita. El propósito es caotizar la
estructura de acción y de información de un adversario, no caotizar mi mundo de
vida porque este ya ha sido caotizado por el régimen porque me considera su
enemigo.
Como mi mundo
de vida es producto de una situación de co-existencia con otros vistos como
partículas de un medio continuo, estas partículas desde una perspectiva
sistémica pueden estar dispersas o concentradas. Este paso de lo disperso a lo
concentrado es posible mediante un proceso de autoorganización sólo posible a
través de la cooperación. La cooperación, entendida como táctica, se puede
manifestar como un flujo bélico en un caso determinado con un alto nivel de
efectividad. La idea es producir acciones que nos conviertan en atractores que
faciliten la conformación de un flujo que permita a su vez la generación de un
tejido social. Con esto podemos examinar la evolución de las formas de hacer la
guerra.
La
evolución de las formas de hacer la guerra: de la geometría euclidiana a la
geometría no euclidiana
Antes de comenzar a examinar
las formas de hacer la guerra es conveniente acotar que estas han sido vistas
como la oposición entre nómadas y sedentarios lo cual supone la existencia de
agrupamientos basados en formas de producción determinadas[4]. Con ello se puede afirmar
que las formas de la guerra están relacionadas con las formas de ordenamiento
político y las formas de producción. Esta acotación obedece a que hoy en día
estamos viviendo cambios sociales con consecuencias políticas debido al cambio
de las formas de producción, en nuestro caso signadas por la inteligencia
artificial (IA), la robótica y las tecnologías digitales de información y
comunicación (TIC). Byung-Chul Han (2014), al respecto, ha señalado la
dificultad de congregar a individuos aislados en una red con una finalidad
política debido a que ellos viven en una soledad que impide la reunión y la
cooperación de forma sostenida gracias a las TIC. Eso lo ha llamado como enjambre en la era digital que está
conformado por individuos aislados que padecen de la incapacidad de decir
‘nosotros’. Y se “diferencia de la masa debido a que en él no es inherente a
ninguna alma, a ningún espíritu que tiene la virtud de ser congregadora y
unificante que puede, a su vez, generar poder”. A los enjambres digitales les
falta esta decisión y su inestabilidad le impide desarrollar energías
políticas. Sólo se precipitan sobre entidades determinadas, para comprometerlas
o convertirlas en blanco de ataque cuando perciben una amenaza. Esto es lo que
nos interesa destacar debido a que nos permite ubicarnos en el plano de la
guerra.
Keegan en su estudio de los modos de hacer la
guerra a lo largo de la historia se ha apoyado en el análisis de la forma en
que la etnia yãnomãmi hace la guerra. Su propósito
fue obtener pistas sobre cómo se produce una agresión en grupo que permita el
uso de la palabra “guerra”. Al efecto este autor usó la palabra raid para indicar cómo esta agresión se
produce. Esta acción (o raid) es un
flujo deliberado que produce daño. Después de aquí la evolución de esta forma
de confrontación pasó por el desarrollo de fortificaciones, luego siguió con el
desarrollo de las armas de proyección, posteriormente continuó con el
desarrollo de la organización de la logística y el apoyo y, finalmente, con la
aparición de las armas de fuego. Podemos agregar además las armas de
destrucción masiva, la modificación climática y cualquier medio para producir
daño y reducir la capacidad de maniobra de una entidad política como, por
ejemplo, la ira puesto que puede ser vista como arma ofensiva para producir daño, es
decir, para producir cambios políticos.
De manera simultánea a la
idea evolutiva de estas formas de producir daño, Arquilla y Rundfeld (2000)
indicaron que las formas de combatir han sido producto de un proceso evolutivo que
ha tenido cuatro etapas: en primer lugar, “melee” o mezcla producida por grupos
que se enfrentan sin ningún tipo de organización aparente como hemos mencionado
en el caso yãnomãmi, en segundo lugar, el
choque de masas como el tipo de combate que se desarrolló hasta la I GM
siguiendo un orden geométrico euclidiano similar al que hubo en Arbelas,
Cannas, Lepanto, Trafalgar, Ayacucho o Marne, etc.; en tercer lugar, la
maniobra tipo Blitzkrieg, como
comenzó a realizarse desde la II GM desde la perspectiva operacional; y por
último, el enjambre, básicamente el tipo de acciones que comenzaron a
realizarse para responder a las operaciones subversivas ejecutadas por
movimientos de liberación pero que puede ser observada en las tácticas de
manadas de lobos realizadas por los U-Boot en la batalla del Atlántico o en los
ataques aéreos realizados contra portaaviones en el teatro de operaciones del
océano Pacífico.
Esta última forma de
combate evidenció un cambio en los dispositivos de combate desde una
perspectiva espacial que expresa efectivamente el paso de una concepción
geométrica euclidiana a otra no euclidiana. La constatación empírica de este
cambio en importante grupos de combate se observó en el dispositivo empleado
por la Royal Navy en la guerra de las Malvinas, pero un análisis más detallados
de la estructura de ataque empleada por EE.UU. (y Francia y UK) por una parte y
Rusia, por la otra, en Siria obedecen a una concepción espacial completamente
diferente a como se entendían las operaciones militares donde la geometría está
condicionado por un espacio curvo, es decir, el planeta tierra hasta al menos
la órbita L2 se ha convertido en un espacio de combate.
Así pues, el término enjambre establece
una analogía biológica con los movimientos de avispas, hormigas y lobos” que
hoy en día se basan en el empleo combinado de alta tecnología de comando y
control para dar a unidades de combate específicas una ventaja importante sobre
un enemigo, provocando caos desde una posición de certidumbre con el fin de
generar parálisis estratégica u
operacional. Esta forma de combate, entendida como un flujo generado por la
acción simultánea se caracteriza por ser relativamente de corta duración y
realizado siguiendo unos principios básicos como son: tecnología, movilidad,
oportunidad y el conocimiento del ambiente donde se desarrolla la acción.
Dicho de otra manera, es un patrón de ataque donde
unidades dispersas en una red convergen en un mismo blanco desde diferentes
direcciones a fin de mantener una presión sostenida generando caos en un
adversario desde la creación de una forma de orden aunque sea de corta
duración. En este modo de acción se busca evitar la simetría o la asimetría
debido a que constituyen una condición de desventaja porque permite la
comparación. Ello explica la idea de a-rostridad o enmascaramiento que he hecho
mención en otras reflexiones[5].
Sobre la forma de comunicación que permite la
congregación en una red es lo que se ha denominado stigmergy sobre lo que ya hemos hecho mención[6]. Sus
principios, es decir, lo que permita que se constituya en red son: horizonte
compartido e intercambio de acontecimientos y afectos. Estos son los elementos característicos
en una red que creemos necesario considerar para la constitución de un medio
continuo, desde la perspectiva social, que facilite a su vez la constitución de
una nueva república debido a que permite hablar de democracia y cosa pública
desde una perspectiva horizontal siguiendo el orden de la naturaleza.
Enjambre
y constitución republicana
Hay dos visiones de las
sociedades que podrían tener una o más consecuencias políticas: la de la
re-tribalización[7]
y la del enjambre.
Con respecto a la primera
visión, Redondo citando un texto de Bartlett coincide en que el “exceso de
información y conectividad ha fomentado un modo divisivo de política tribal
emocional, en la que la lealtad al grupo y la ira desbancan a la razón y el
compromiso” debido a que el resultado político puede conducir al populismo. El
tribalismo lo entiende como identificación con un grupo en función de carencias
o cualidades determinadas. En esta
identificación, “la defensa de los ideales deja de tener argumentos razonados
para recurrir al dogma aprehendido por la agrupación por intermedio de una incesante
repetición”. El populismo, por su parte, puede ser visto de dos maneras
diferentes como ‘ideología y comportamiento de los políticos que defienden
demagógicamente los intereses de las clases populares’ y como ‘la puesta en
marcha de procedimientos democráticos antielitistas, capaces de incorporar a la
vida política a las masas populares que se habían sentido excluidas en etapas
anteriores’. Teniendo presente la experiencia venezolana, me interesa destacar
que el acto de incorporación de las masas ha tendido a convertir a estas en
rebaño de una ideología, por lo que podemos definir el populismo como el procedimiento de convertir en rebaño a una
población mediante un dispositivo que contiene elementos ideológicos y
totalitarios.
Vista así las cosas según Bartlett
citado por Redondo, el populismo se apoya del ciberespacio por la facilidad de
transmitir mensajes caracterizados por su capacidad para remover las emociones
y los sentimientos generando así una especie de flujo que es direccionado para
destruir cualquier forma de oposición al orden totalitario. Así pues, las TIC en
el mundo de hoy no solo tiene la capacidad de ampliar los mensajes populistas y
de propagarlos rápidamente a donde se desea, sino también, se comporta como un
magnificador de las llamadas para agrupar a la gente y removerlas íntimamente
con el fin de conseguir unos propósitos acordes con la ideología que apuntan al
mantenimiento de ese orden político. Por lo que considera que gracias a las TIC
está cambiando la naturaleza de la política y de cómo actuamos como
seres-políticos. Y finaliza afirmando que,
“Esto supone que haya
una fragmentación de las identidades hasta ahora estables,…, para ser
sustituidas por unidades más pequeñas de personas que piensan igual o de modo
similar. Estamos asistiendo a una re-tribalización que supone una auténtica
amenaza para nuestras democracias, básicamente porque tiene el efecto de
magnificar las pequeñas diferencias existentes entre nosotros y transformarlas
en enormes abismos insalvables”.
Estas unidades más pequeñas
es lo que nos ha permitido en pensar en el Enjambre. Veamos ahora lo que piensa
Byung-Chul Han.
Byung-Chul Han (2014), por
su parte, ha señalado que los individuos en la era digital se configuran a
veces como multitudes inteligentes dentro de un enjambre. Pero estas multitudes,
como hemos señalado, son muy fugaces e inestables, como los “rebaños” debido a
su volatilidad. Pero no consideró la existencia de un plano de inmanencia
basado en ese horizonte compartido e intercambio de acontecimientos y afectos.
Si creemos, como él señala,
que en la era digital no es posible la confianza por quedar obsoleta ante
informaciones fácilmente disponibles, la conexión digital ha pasado a ser una
especie de ‘panóptico’ en sentido benthamiano[8] para explicar la creciente
instrumentación de dispositivos de control. Con lo cual, es posible pensar a la
sociedad actual desde una perspectiva global como una especie de estado de naturaleza por el nivel de
caos existente pero contralada por un dispositivo. Desde esta perspectiva el orden del instrumentador del dispositivo
(panóptico) es el caos de la sociedad. Con el control la principal
exigencia de la sociedad es transparencia.
Sin embargo, este autor
agrega dos aspectos a tener en consideración: en primer lugar, que en este panóptico digital ha comenzado a
desaparecer la diferencia entre el controlador (Big Brother) y los seres que
integran las sociedades y, en segundo lugar, que se ha producido un cambio de
paradigma, es decir, se ha pasado a una sociedad que él denomina psicopolítica
de la transparencia. La psicopolítica, con ayuda del panóptico digital, está en
condiciones de leer pensamientos y de controlarlos pudiendo intervenir en los
procesos psicológicos desde el mismo momento que es capaz de vigilar, controlar
y mover a los hombres no desde fuera, sino desde su mismo ser pudiendo
desarrollar rasgos totalitarios.
Pero Byung-Chul Han no desarrolló
la capacidad que tienen los mismos individuos de una sociedad de vigilarse y de
vigilar al Big Brother. Esta capacidad que me permitió introducir el concepto
de estado de naturaleza puede conducir a una estructura totalitaria y convertir
un enjambre en un rebaño o generar una nueva estructura política desde el mismo
momento que, la marca de un principio de autoridad a partir de un cambio de
estado de individuos que poseen un horizonte compartido y pueden intercambiar
acontecimientos y afectos (stigmergy). Este es el momento en que podemos
afirmar que estamos en una situación constitutiva en el sentido que se puede
generar un nuevo orden político. La posibilidad de controlarse por falta de
confianza es la base para establecer un horizonte compartido que facilita la
cooperación y la generación de confianza en un nuevo sentido gracias a una
experiencia común aunque sea instantánea. Un panal no es permanente, una vez
que cumple su objetivo da paso a otro tipo de organización en un movimiento que
es un devenir. Esto no lleva al caso venezolano.
Enjambre
y sociedad venezolana.
Desde que comenzó a instrumentarse
el gobierno electrónico en el país, por la acción de un tercer Estado que forma
parte de un proyecto político internacional (Foro de São Paulo), los
venezolanos hemos entrado al mundo digital. Esto no significa que la era de la
sociedad de la información no haya hecho que muchos venezolanos hayan entrado a
ese mundo mucho antes, por el contrario, nosotros hemos de alguna u otra manera
estado en la cresta de la ola de la era de la información, con lo cual se puede
hablar de la existencia de dos niveles de control. Las TIC han dividido a los
venezolanos en pasivos y activos. Todos los venezolanos estamos controlados
pasivamente por el Estado desde el punto de vista electrónico, pero no desde el
punto de vista psicopolítico. Su modo de proceder apunta a la generación de
miedo con el fin de empujar a los venezolanos a la soledad como medio de
control.
La actividad o no actividad
es la que escapa del control del Estado aunque ello no significa que exista
otro nivel de control superior generado por los creadores de las TIC. En este
caso es una ventaja. La actividad o no actividad puede ser digital o no. La actividad
digital puede ser parcialmente controlada por el Estado y la actividad no
digital no puede ser controlada por el Estado. En esta parcialidad y la
incapacidad de controlar las actividades no digitales es donde el Estado busca
actuar con el fin de evitar que se generen situaciones caóticas que puedan
amenazar su existencia. En este espacio de no control por parte del Estado no
existe el caos sino una forma de orden que es el orden social desde el punto de
vista histórico. En ese espacio el Estado ha buscado ejercer un mayor grado de control
por otros medios convencionales: espionaje, infiltración, etc., pero hasta
ahora no ha podido efectivamente lograrlo debido a que la sociedad venezolana
ha podido resistir el caos generado por la tiranía y esta capacidad de
resistencia se le ha revertido a la tiranía en su contra porque ha tenido un
efecto erosivo en su estructura represiva y de control y se ha reducido su
capacidad de acción política a pesar del avance de su proyecto totalitario. Este
es el espacio de maniobra de la sociedad venezolana dentro de una estrategia
del enjambre. Desde aquí se puede desbalancear desde adentro produciendo incertidumbre y desorden a partir de la impredictibilidad
creando las condiciones de posibilidad de crear un nuevo sistema al generar una
parálisis estratégica.
El modo de acción para
producir esta parálisis estratégica en la era digital ha sido mediante la
creación artificial de sistemas intuitivos. Lo que nosotros creemos es que el
horizonte compartido y la posibilidad de intercambiar acontecimientos y afectos
es un plano de inmanencia natural de carácter intuitivo que facilita la
ejecución de acciones tácticas individuales masivas y dañinas contra la tiranía
con consecuencias estratégicas. Sólo hace falta desplegar la iniciativa.
Bibliografía
Consultada
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paradigma político. Homo sacer II, 2. Torino. Bollati Boringhieri. 83 p.
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J. y RONFELDT, D. (2000). Swarming and the Future of Conflict. Washington.
[Documento en Línea]. Disponible: www.rand.org.
[Consulta: 05JUN2012]. 102 p.
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Crítica del concepto de guerra en las obras de Hardt y Negri. Caracas.
Editorial Rivero-Blanco. 452 p.
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J. (1976/2012). “Destrution and Creation”. Atlanta. [Documento
en Línea]. Disponible: www.d-n-i.net [Consulta : 14ABR2013].
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DELEUZE,
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Capitalismo y Esquizofrenia. 8º éd. Valencia. (T. J. Vásquez y U.
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KEEGAN, J. (1994). A
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Caracas. Editorial Apuntes Filosóficos. 124 p.
ŽIŽEK, S. (2006). Órganos Sin Cuerpo. Sobre Deleuze y consecuencias. Valencia (T. A.
Cuspinera). Editorial Pre-Textos. 245 p.
[1] Un Cuerpo sin Órganos es una estructura, sin orden, sin jerarquías, donde “lo que hace
de órganos… se distribuye según fenómenos de masa,… bajo la forma de
multiplicidades moleculares” (Deleuze y Guattari, 2008). Sobre el Cuerpo sin Órganos, Žižek (2006) ha
expresado que la visión de revolución ha partido de la idea de que
paradigmáticamente se ha pensado revolucionar algo que está estable, pero se
plantea la interrogante acerca de ¿cómo es posible realizar una revolución en
un contexto de constantes cambios…” .
[2] Ver al respecto: “T. E. LAWRENCE Y LA ESTRATEGIA DEL ENJAMBRE” en
http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2018/01/t-e-lawrence-y-la-estrategia-del.html
.
[3] Este autor alertó sobre las limitaciones en el tratamiento del
problema de la verdad en el proceso que se llevó a cabo para unificar las
ciencias al indicar, en primer lugar, que no todo lo verdadero es demostrable,
en segundo lugar, no había cálculo que supliera la semántica (hay lenguaje
donde lo que se puede deducir es verdadero) y, en tercer lugar, la consistencia
entre deducciones y razonamientos, en términos aristotélicos, sólo podría
obtenerse si se especifica en qué lógica se está trabajando.
[4] Para una mayor explicación de estos aspectos, ver: Blanco (2016).
Ontología de la Guerra. crítica a los
conceptos de guerra en las obras de Hardt y Negri.
[5] Ver al respecto: “AUCTORITAS
SITUACIONAL, MULTITUD Y COLAPSO SISTÉMICO” en: http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2017/11/auctoritas-situacional-multitud-y.html
[6] Ibíd.
[7] Articulo posteado
por Yurimia Blanco.
[8] Ver al respecto: Foucault, M. (1979). Jeremías Bentham. El Panóptico. El Ojo del Poder. Madrid. Editorial
La Piqueta. 149 p. https://iedimagen.files.wordpress.com/2012/02/bentham-jeremy-el-panoptico-1791.pdf
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